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¿Qué se necesita para evitar una pandemia de basura espacial?

  • Veinte mil objetos y un millón de escombros de más de 1 cm giran alrededor del planeta
  • Es urgente limpiar el espacio de basura, efectuar un inventario y evaluar riesgos
  • Disfruta del documental Alerta: Basura espacial -gratis y online- en RTVE Play

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¿Cómo limpiamos la basura espacial?
¿Cómo limpiamos la basura espacial?

“Más tarde o más temprano el espacio será un vertedero tal que ya no podremos ni usar nuestros satélites”. Rüdiger Jehn, Ingeniero, Agencia Espacial Europea

“Sí, los galos tenían razón, el cielo se nos puede caer encima”. Es la advertencia que nos hacen desde el documental Alerta: basura espacial, disponible gratis y online hasta el 24 de enero en la plataforma de vídeo RTVE Play. Desde los inicios de la conquista del espacio, los residuos en las afueras de la Tierra se han multiplicado y nunca pensamos como especie que llenar el espacio de basura se nos iba a volver en nuestra contra. Ahora parece que empieza a ser urgente tomar medidas y acabar con los graves riesgos que implica para los satélites y para todas las misión espaciales actuales y del futuro.

Cada vez más satélites

Desde finales de los años 50, hemos lanzado miles de satélites al espacio para fotografiar nuestro planeta, establecer las previsiones meteorológicas, transmitir señales telefónicas, de televisión o de radio ...

¿Qué se necesita para evita una pandemia de basura espacial?

El conjunto de satélites y desechos representa, más o menos, una masa de 7.500 toneladas. RTVE

Cuando la vida útil de estos satélites termina, dejan de funcionar, y se convierten en basura espacial girando a más de 30.000 km/h alrededor de la Tierra.

La basura espacial amenaza con entrar en colisión, tarde o temprano, con todos nuestros satélites. ¿Qué ocurriría entonces? Los expertos vaticinan que haría retroceder nuestra civilización 60 años, si no conseguimos solucionarlo.

Ya es demasiada basura espacial

Como cada lanzamiento se cataloga, se conoce con bastante exactitud qué es lo está dando vueltas sobre nuestras cabezas. “El conjunto de esos satélites y desechos representa, más o menos, una masa de 7.500 toneladas, lo que pesa la Torre Eiffel, por ejemplo”, apunta Christophe Bonnal, experto del Centro Nacional de Estudios Espaciales de París.

Más cerca - La basura espacial: problemas y soluciones para reducirla - Escuchar ahora

Las afueras de nuestro planeta se parecen ya un vertedero espacial por el que circulan satélites. Los desechos de un tamaño superior a un centímetro se cifran en cerca de un millón y hay alrededor de 20.000 objetos en órbita en el espacio. “Antes mandábamos objetos al espacio con esa idea de que, el día en el que dejaran de funcionar, se quedarían allí, o que, si estaban a baja altitud, volverían a descender lentamente a la Tierra”, explica en el documental la ingeniera aeronáutica, Noelia Sánchez-Ortiz, experta en localizar y vigilar la evolución de la basura que viaja por el universo desde la empresa Deimos Space.

Desde 2007, la situación es más grave

Los desechos de gran tamaño se cifraban en unos 12.000 hasta el año 2007, donde se produjeron dos acontecimientos que agravaron la situación y que amenazan directamente a todos los aparatos en órbita baja de la Tierra.

El primer hecho lo protagonizó el Kosmos 2251, un satélite ruso en órbita baja averiado que se estrelló contra un vehículo americano recién estrenado, el Iridium 133. Provocó un impacto que genera cerca de mil fragmentos de más de diez centímetros de diámetro y un sinnúmero de fragmentos aún más pequeños.

El otro acontecimiento, lo protagoniza China cuando decide, voluntariamente, destruir el Fenyung 1 C, un satélite meteorológico fuera de servicio, con un misil. “Todo el mundo sabe que el “accidente” chino fue una prueba para demostrar que era posible planear una colisión. Fue un acto intencionado y sigue siendo la principal causa del problema actual”, señala Noelia Sánchez-Ortiz.

El “síndrome de Kessler”

La creación de un cinturón de basura provocado por la colisión de los satélites artificiales fue ya un escenario que dibujó el consultor de la NASA, Donald J. Kessler, que predijo que las colisiones serían cada vez más corrientes, “como una partida de bolos interminable en la que, una vez derribados, los bolos se convierten a su vez en proyectiles”.

“Actualmente, hay suficientes objetos en órbita alrededor de la Tierra como para que, cada diez años, dos objetos de gran tamaño entren en colisión, y se desintegren por completo con el impacto”, explica Kessler.

Buscando basureros espaciales

Las agencias espaciales corren riesgos cada vez mayores con cada nuevo lanzamiento. En el caso de la Agencia Espacial Europea ya han cuantificado y asumido el riesgo que corren cada vez que lanzan un satélite: uno de cada cinco cohetes podría no concluir su misión.

“La probabilidad de perder un satélite es de un 5%. Uno de los factores es el riesgo de chocar con la chatarra espacial”, declara el ingeniero Rüdiger Jehn. La Agencia Espacial Europea prevé que en el año 2038 el riesgo de colisión ascenderá al 20%”.

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Se necesita un regulador internacional

Los países han tratado de seguir una serie de reglas de no proliferación de los desechos de gran tamaño en el espacio como vaciar el carburante a bordo de sus vehículos espaciales, duración máxima de veinticinco años en órbita para los satélites y en el caso de que estos no ardan al entrar en la atmósfera, se exige que su impacto se produzca en los océanos. Estas reglas no siempre se cumplen, y no existe un organismo regulador que pueda imponer sanciones.

Otras soluciones pasan por rescatar algunos de los objetos que hemos ido dejando en órbita. Una labor para la que se necesitaría crear un nuevo oficio: el de barrenderos del espacio. En todo el mundo, hay laboratorios tratando de desarrollar robots-satélites capaces de capturar los desechos y desorbitarlos.

Los expertos reclaman la creación urgente de un regulador internacional. “La solución tiene que venir de lo más alto, de las Naciones Unidas, o de un organismo que legisle, y que obligue a la gente a reducir la cantidad de desechos espaciales y a cargar con el coste de su limpieza”, sentencia Rüdiger Jehn.