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Un auténtico 'nowhere man'

Roberto Álamo: "Quiero provocar en la gente lo que Jack Lemmon provocó en mí"

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Días de Cine - Entrevista completa a Roberto Álamo

Dice Roberto Álamo, nuestro nuevo padrino en Días de Cine de esta semana, que no le gusta, o no entiende, que una y otra vez le pregunten eso de "¿cómo es posible que alguien con ese físico interprete papeles de personajes vulnerables?" Yo diría que yo mismo se lo pregunté, aunque él me dijo que me agradecía que no se lo hubiera preguntado como todos, pero es que tras ver Josefina (2021), película que aún podemos disfrutar (debemos disfrutar) en salas, y tras verle el pasado año en Antidisturbios, y antes en otras películas como Que Dios nos perdone, por la que consiguió el Goya a mejor actor, y remontándonos un poco más, incluso a ese entrañable papel que hizo en La gran familia española, creo que no podemos dejar de hacernos y hacerle esa pregunta.

Pero es cierto que la imagen de grandullón que da en esas películas está muy lejos de la imagen de Roberto Álamo en la vida real, cuando le tienes delante de ti. No sé cómo surgió, debió ser algún comentario casual, pero el caso es que antes de grabar, habíamos descubierto nuestra común admiración (incondicional) por Elvis y por los Beatles.

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Un granduñón vulnerable

Si alguna vez he lamentado que no hubiese una cámara grabando, fue en un momento, entre toma y toma, en el que nos vinimos arriba y nos pusimos a cantar los dos a duo “Nowhere man”, y aunque esa canción como tantas otras, y especialmente de Los Beatles, resuenan en mi cabeza, hacía años que no la cantaba (mal, siempre), y para mi sorpresa nos la cantamos los dos de pe a pa perfectamente. Lo mismo nos vamos de gira.

Y luego es hablar con Roberto Álamo de su trabajo de actor, pero antes, se autodefine, socarronamente, con un “soy un cliché viviente”, para inmediatamente entrar en faena sobre su trabajo en “Josefina”, en la que Javier Marco, su director, hace que sus actores (excelentes ambos) digan más cosas sin decir que verbalinzándolas. “Siempre necesito emocionarme cuando leo un guion” dice, y lo dice porque se emocionó leyendo el guion de Josefina y le emocionó precisamente por eso, “los personajes hablaban con las miradas, con los gestos”.

Honestidad brutal, tono y actitud

Confiesa que los directores con los que ha trabajado “saben que yo soy una persona a la que le gusta quitar texto, prefiero contar cosas con lo que no se dice, más que con palabras”. Y sigue diciendo “A mí en la vida, en general, me fascina el rostro humano”. A propósito de lo que sucede en Josefina, en la que su personaje de alguna forma manipula la realidad para un noble fin, dice sin dudar un segundo; “la manipulación puede ser necesaria para algunos aspectos de la vida”, comenta. “El cine, la televisión, es una manipulación, los telediarios son una manipulación. Hay un montaje, un corte, y eso no es malo”.

Continuamos hablando de la esencia de dedicarse a ser actor: “Yo soy actor para amar y ser amado” y fue con Días de vino y rosas, viéndola, con 12 años, cuando tuvo su particular epifanía y se dijo a si mismo tras ver el trabajo de Jack Lemmon “yo quiero provocar en la gente esto que Jack Lemmon ha provocado en mi” (no hacer llorar a un niño, que fue su inmediata reacción”, y entonces evocamos, de nuevo, algo recurrente con los actores, la paradoja, o no, de que en inglés o en otros idiomas, interpretar, actuar, es “play” de jugar, y por eso actuar es siempre un juego, “un juego serio”.

Dudar, aprender, seguir evolucionando

Y aunque estudió en la escuela de Cristina Rota, Roberto Álamo nos confiesa que tuvo, después de formarse como actor, sus dudas sobre si él era realmente un actor. Y fue cuando se vio, finalmente en “de tu ventana a la mía” de Paula Ortiz, cuando se dio cuenta, y lo asimilo, que era, finalmente, eso que quiso ser cuando vió a Jack Lemmon haciendo de alcohólico en “Días de vino y rosas” y le hizo llorar a él, un niño de 12 años.

Lo primero que mira Álamo a la hora de aceptar un papel es qué le ofrecen en la cuenta del banco. Que es otra forma de decir lo que la pasada semana nos decía Paulina García que decía Pilar Bardem “más vale que sea buena porque voy a hacerla”.

Roberto Álamo ha recibido el premio Goya al mejor actor protagonista y se lo ha dedicado a todos los actores de España, "a los que trabajan y a los que no".

“Es un hermoso trabajo” dice, y por eso siempre que consigue un premio se lo dedica a los compañeros de profesión que no tienen la suerte de tener trabajo. Le hablo a Roberto Álamo sobre sus premios, y vuelve a evocar a los Beatles para decir, “como George Harrison, cuando decía, es que yo, cuando hablan de nosotros, de los Beatles en los periódicos, o en las televisiones, pienso que están hablando de otros”.

Pero es que resulta que a veces, los periódicos, o la televisión, hablan de Roberto Álamo, ese actor al que le gusta quitar texto y hablar con su físico más que con las palabras, y ese niño que sigue siendo que recuerda al niño que, con 12 años, lloró viendo a Jack Lemmon haciendo de alcohólico.