Galilea, la tierra de Jesús
Hace dos mil años, en los alrededores de este lago, vivió un hombre que cambió la Historia. Sus palabras y sus obras arrastraban a miles de personas. Veinte siglos después, un tercio de la humanidad, confiesa que cree en él como Hijo de Dios. Son más de dos mil millones de personas las que saben que todo comenzó en Galilea.
Acompañamos a un grupo de españoles en un viaje que recorrerá los lugares donde vivió Jesús: Nazaret, Cafarnaúm, el monte Tabor, la montaña de la Cuarentena y, sobre todo, el mar de Galilea.
El avión, con destino a Israel, sale a primera hora de la mañana de la T-4. La peregrinación está organizada por el Centro de Tierra Santa en Madrid. Al frente del grupo, Teodoro López. Un franciscano que lleva más de 30 años animando a los españoles a peregrinar a los santos lugares. Con esta serán 180 las veces que el padre Teodoro ponga al servicio de los peregrinos su experiencia. La logística corre a cargo de la agencia de viajes InterPax. Una empresa vinculada a los franciscanos desde el año 1980. Después del viaje en avión y autobús hasta la tierra de Jesús, los peregrinos se reúnen para las presentaciones oficiales. La cafetería del hotel es un buen lugar para que el grupo se vea las caras. Es hora de poner nombre a las personas con las que se va a vivir una experiencia única. A pesar de que uno pueda regresar una y otra vez a Tierra Santa, cada peregrinación es irrepetible.
Mar de Galilea
El Mar de Galilea es, en realidad, un lago de agua dulce repleto de peces. El río Jordán, en su descenso, se encuentra con una depresión volcánica que origina este lago que abastece de agua potable al estado de Israel. La actividad en torno al lago es llamativa. Hay un buen número de pescadores en la orilla y otros tantos que practican esta actividad desde pequeñas embarcaciones. Los deportes acuáticos tienen en el lago de Genesaret un buen lugar para su práctica. El lago de Tiberíades tiene muchos nombres para referirse a él. En sus orillas se mezclan deportistas con vecinos y turistas. Los peregrinos son, sin duda, el grupo que más movimiento genera dentro y fuera de este pequeño mar de agua dulce. Enormes barcazas, diseñadas a imitación de las chalupas de los apóstoles, cruzan el lago sin descanso.
En este lugar se centra la actividad incansable y la difusión, no siempre fácil, de la Palabra de Dios por parte de Jesús y sus discípulos. El lago hace revivir a los peregrinos las más hermosas páginas del Evangelio. Por sus orillas Jesús predicó la buena noticia del Reino. A medida que el barco se adentra en el mar de Galilea, los peregrinos escuchan algunos de los pasajes bíblicos que tuvieron este lugar como escenario. No es difícil imaginar al mismo Jesús flotando sobre el lago, de manera misteriosa, entre la calima provocada por la evaporación constante. Y resuena el eco de sus palabras cuando llama a los primeros discípulos; y es inevitable recordar la pesca milagrosa, la tempestad calmada o al propio Jesús caminando sobre las aguas. En mitad del lago el barco apaga los motores. Y el silencio grita a los cuatro vientos la presencia de Jesús.