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Gracie Abrams hace en Madrid un concierto íntimo y crea un lugar seguro para sus fans

  • La cantante californiana empieza su gira "The Secret of Us" en Madrid
  • Tras ser telonera de Taylor Swift llega a Madrid para hacer su propio show de una forma única
Gracie Abrams en Madrid con su tour "The Secret of Us"
Foto promocional de Gracie Abrams. (Foto de LiveNation España)
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Las calles de Carabanchel se llenaron de lazos en el pelo, brillos y alguna que otra pulsera de la amistad con la llegada de Gracie Abrams a Madrid. La artista californiana de 25 años e hija del aclamado director de cine J. J. Abrams, hizo olvidar al público su apellido, su aparición como telonera de Taylor Swift y todo lo que no tenga ver con la pureza de sus letras.

Con una presencia angelical, Gracie llenó el Palacio Vistalegre de sentimientos. Esos sentimientos guardaban dolor, rabia (female rage, para ser más exactos), emoción y alegría. Como dijo la propia cantante, el Vistalegre se convirtió en un lugar seguro para gritar y sentirlo todo.

El público ya gritaba cuando sonaba en los altavoces "we can’t be friends (wait for your love)" de Ariana Grande, canción que ya augura que se acerca la entrada de Gracie al escenario. Y aunque el ambiente se preparó con la carismática actuación de la telonera Dora Jar, la emoción en el ambiente aumentaba cuanto más se acercaban las 21:00.

Y así fue, ni un minuto más hizo falta para que las luces se apagaran y las primeras notas de "Felt Good About You" comenzasen a sonar. La silueta de Gracie detrás de una pantalla y el público gritando "Felt good about you 'til I didn't". Tras esto Gracie salió al frente del escenario para cantar su éxito "Risk", seguido de "Blowing Smoke" y acabando ese segmento con una indiscutible favorita, "21". Con esta última regalando uno de los múltiples cánticos que se vuelven momentos clave, Gracie canta "I made a mistake and I'll tell you I'm sorry" y el público deja todo su aire gritando "Sorry".

Para el siguiente tramo del concierto Gracie dedica unas palabras de agradecimiento a sus fans y les recuerda que ese lugar en el que están en ese momento es un espacio seguro para gritar, llorar, bailar y reír. Lo que sientan, pero que lo sientan todo sin miedo y sin prejuicios. A estas palabras le siguen los temas: "I Love You, I’m Sorry", "Where do we go now?", "Gave you I Gave You I", "Mess It Up", "Full machine" y "Friend".

En todo momento, Gracie tiene tiempo de saludar a los fans, recoger regalos y leer las pancartas del público, incluso regala una púa de guitarra a una fan de las primeras filas. Unos gestos que ilusionan a los asistentes y hacen sentir a Gracie como una amiga.

El siguiente bloque lo mezcla con canciones más antiguas como "Rockland", "I know it won’t work" y "Candem", junto a temas de su último trabajo como "Normal Thing", "I told you things", "Let it happen" y "Though Love". Finalizando el segmento con un paseo por el foso hasta llegar al segundo escenario.

Un escenario B al que Gracie se sube diciendo: "Bienvenidos a mi habitación". Y es que para sus nuevas fechas de tour Gracie ha creado una recreación de su cuarto de la infancia. Un lugar donde ella misma dice que compuso sus primeras canciones e incluso dio sus primeros conciertos, los Minor bedroom shows.

En este segundo escenario sorprende al público con "Feels Like" como canción sorpresa y canta sus grandes temas, "Cool" y "I miss you, i’m sorry". Además dedica un momento a hacer fotos a todo el público para el scrapbook que está haciendo de la gira e incluso recoge más regalos de sus fans.

Gracie vuelve al escenario principal para acabar con sus canciones, "us. ft. Taylor Swift", "Free Now" y tras un breve amago de irse, vuelve al escenario para finalizar con sus éxitos "That’s so true" y "Close to you".

En innegable que la artista desprende ángel, talento y que sus letras calan en quienes las escuchan. Pero si algo se puede sacar de esto es que la música pop también es un refugio para jóvenes que con sus lazos en la cabeza, agarradas de las manos y sonrientes llenaban un espacio de comodidad, donde no había juicios de valor, ni estándares que alcanzar.