Glamour en Cannes
Oliver Stone critica la avaricia del sistema capitalista norteamericano en su Wall Street. Money Never Sleeps, despliegue fastuoso de medios técnicos. Alejandro González Iñárritu certifica la derrota de ese sistema con su Biutiful, en las cloacas de una Barcelona que podría ser cualquier ciudad rica. Daniele Luchetti refleja los problemas sociales de Italia y quizá de toda Europa.
Y mientras, la bahía de Cannes se ofrece para alojar una hilera de carpas blancas patrocinadas por marcas de productos de lujo, cuya música se mezcla con los motores de los Ferrari y los Maserati que circulan junto a los hoteles.
Eso es el festival de Cannes, una abigarrada mezcla de contrastes. El festival de cine más importante del mundo ofrece todas las caras de la industria: el cine de autor convive con estrellas de Hollywood y superproducciones cinematográficamente poco alimenticias, reporteros gráficos en esmoquin apuran un bocadillo en alguna de las aceras antes de acudir a la alfombra roja, el interés cultural y el puramente comercial se entrecruzan en la ciudad francesa.
Sin embargo, no se sabe si por la nube de ceniza, por la escasez de grandes producciones o por la crisis económica y financiera, la 63ª edición del Festival de Cannes ha visto reducida la presencia de estrellas y por lo tanto de glamour e interés mediático.
Russell Crowe y Cate Blanchett abrieron con Robin Hood el carrusel de celebridades de una cita que no ha contado con una Angelina Jolie, un Brad Pitt o un George Clooney, como en otras ocasiones.
"Hay más estrellas en el jurado que en ninguna película", se quejaba un publicista en declaraciones que recoge Reuters. Kate Bekinsale, Benicio del Toro o Tim Burton forman parte de él.
Parte de la culpa puede tenerla el recorte en las suntuosas fiestas que los estudios y las marcas de lujo suelen organizar en la playa de La Croissete, en yates o villas, para promocionar su imagen o favorecer los contactos profesionales.
Cinéfilos y prusitas quizá arruguen el gesto ante los contrastes de Cannes, pero tras el brillo de las piedras preciosas y los djs de las fiestas, las estrellas juegan un papel económico insustituible sin el cual la cita no atraería tanto interés ni podría invitar a lo mejor del cine mundial.