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Análisis | Rusia

El 23-F ruso: el 8 de marzo guerrero

  • La invasión de Ucrania empezó un 24 de febrero, horas después del Día del Defensor de la Patria
  • La guerra está siempre presente en Rusia, como recuerdo o como amenaza permanente

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Ciudadanos rusos celebran el día del Ejército Rojo y el Defensor de la Patria en las calles de Moscú en 2023
Ciudadanos rusos celebran el día del Ejército Rojo y el Defensor de la Patria en las calles de Moscú en 2023 EFE

Rusia es, como era la Unión Soviética, un país de fechas señaladas en el calendario para celebrar en sociedad y ensalzar el sentimiento de pertenecer a un colectivo como grupo cohesionado. Cada primero de septiembre, por ejemplo, se inicia el curso escolar con música por megafonía que se oye por todo el barrio, niñas tocadas con flores en el pelo y ramos en mano para las profesoras. Es una fiesta. Por eso aún fue más traumática la tragedia de Beslán, cuando unos terroristas secuestraron una escuela. Entre los terroristas y la operación policial mataron a más de 300 personas, la mayoría niños. El ataque fue justo un primero de septiembre de 2004.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, los hombres obsequian a las mujeres con flores, tarjetas postales y otros regalos. Un par de semanas antes les toca a ellos ser agasajados, pero no empezó el 23 de febrero siendo una especie de Día del Hombre.

Del Ejército Rojo al Defensor de la Patria

En Rusia, la significación del 23-F se remonta a los inicios de la Unión Soviética (URSS) y, más concretamente, de su ejército, el Ejército Rojo, y la Primera Guerra Mundial. La celebración se estableció en 1918, pero la tradición inició en 1922, hace algo más de un siglo. Un día para homenajear a los veteranos de guerra y a los militares en activo.

Con el tiempo, otra guerra mundial y la caída de la URSS, la denominación ha ido cambiando. Desde 1995, el 23 de febrero es el Día del Defensor de la Patria, fomentando así la idea tan arraigada en Rusia de ser un pueblo permanentemente asediado en el que hay que estar siempre alerta porque el enemigo nunca descansa. La Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich lo describió en La guerra no tiene rostro de mujer: "La guerra siempre estuvo presente: en la escuela, en la casa, en las bodas y en los bautizos, en las fiestas y en los funerales. Incluso en las conversaciones de los niños.(...) Siempre habíamos estado o combatiendo, o preparándonos para la guerra. O recordábamos cómo habíamos combatido". Alexiévich es para mí la escritora que mejor describe el estado de ánimo y el marco mental cotidiano de la Rusia y la Unión Soviética que conocí.

En 2001, con Vladímir Putin ya de presidente, el 23 de febrero, el Día del Defensor de la Patria, dejó además de ser un día laborable. Festivo a lo grande. A lo grande para seguir en esa dinámica que describe Alexiévich: Rusia es un país de guerreros, siempre dispuestos a luchar y a morir por la patria. Desde que llegó a la presidencia (Año Nuevo del 2000), Putin ha ido realzando todos aquellos elementos que debían devolver a la sociedad rusa el orgullo por su pasado y el ardor en el presente. En este caso se trata de las victorias en guerras pasadas, muy especialmente la victoria en la Segunda Guerra Mundial sobre la Alemania de Hitler, guerra que en Rusia llaman Gran Guerra Patria/Patriótica. No hay una cifra consensuada, pero calculan que en esa guerra murieron más de 9 millones de soldados y, entre soldados y civiles, alrededor de 30 millones de personas. Treinta millones. Se dice pronto. No hay familia en el territorio de la desaparecida Unión Soviética que no tuviera alguien en las filas del Ejército Rojo.

Tras la disolución de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1991) Rusia, con mucha diferencia la mayor de ellas, heredó sus propiedades y su memoria. Selectiva. Se olvida que antes de entrar en guerra Stalin pactó con Hitler (en Polonia no lo olvidan), y que no sólo combatieron rusos en aquel ejército, sino soldados de toda la URSS. También ucranianos.

El 23 de febrero empezó siendo el día para homenajear a los militares presentes y pasados, pero como, siguiendo esa mentalidad, todo hombre estará llamado en algún momento a defender la soberanía nacional con las armas, se felicita a todos los hombres. Es el equivalente al 8 de marzo, pero para los hombres. Se da por sentado que el 23 de febrero los hombres, incluidos los niños, recibirán regalos, como mínimo una postal. Junto a la oferta de tarjetas diseñadas para cumpleaños, bodas, jubilación o aniversarios de boda hay también especiales para el hombre, el verdadero hombre, tal como describe una web que informa sobre esta jornada.

¿Y las mujeres?

¿No hay mujeres en las fuerzas armadas rusas? Sí, las hay y, claro, si su entorno no lo olvida, también se las felicita, pero es sobre todo un día para agasajar a los hombres, y junto al 9 de mayo, el Día de la Victoria (sobre Hitler), y los aniversarios de los sitios de Leningrado (hoy San Petersburgo) y Stalingrado (hoy Volgogrado), una ocasión más para fomentar el nacionalismo ruso.

En esa reconstrucción del nacionalismo herido con el derrumbe del régimen soviético, la desintegración de la URSS y la década de crisis que le siguió, Putin ha recuperado todas las fechas con algún simbolismo patriótico en el calendario y también la música del himno soviético, mucho más épica que la que se creó para la Federación Rusa. Recuperó la música y le cambió la letra.   

El chispas con sable

23 de febrero de 1999. Mi primer 23-F en Rusia. A la corresponsalía de TVE en Moscú venía con frecuencia Sacha, un tipo alto, con barba y bigote y taciturno. Se encargaba de las pequeñas chapucillas que necesitaba la oficina a menudo: cambiar un enchufe, un grifo, repintar un tramo de pared. Esas cosas. Una mañana estaba yo en el despacho, alcé la vista y en la puerta lo vi vestido de uniforme de marino, con condecoraciones en la pechera y un sable al cinto. "Buenos días" me dijo, "buenos días" le respondí atónita, y seguí leyendo el periódico. Llevaba ya lo suficientemente en Rusia como para que, tras el primer impacto por situaciones desconcertantes como ésta, siguiera a lo mío sin inmutarme. Él se mantenía en la puerta del despacho en silencio y como si esperara algo. Al cabo de un rato se fue. El resto del día estuvo más que taciturno, agrio. Mal encarado, ofendido. Lo entendí al día siguiente cuando la contable, que era pariente suya, vino con un álbum con fotos del pasado del hombre en la marina en un submarino.

El 23 F los hombres que han servido desempolvan sus uniformes, los visten y esperan la felicitación de toda aquella persona con quien se crucen ese día. Yo no lo hice y con ello humillé al hombre que, un día al año, dejaba de ser alguien obligado a trabajar de fontanero, carpintero o pintor para compensar su menguada pensión militar, y era un veterano respetado que recibía el agradecimiento de la ciudadanía.

El 23 de febrero de 2022

En la web de la Presidencia rusa pueden consultarse en ruso y en inglés todos los discursos y las ruedas de prensa del presidente. Vale la pena volver a las alocuciones del presidente Putin hace dos años. Estos son algunos fragmentos de la felicitación a las Fuerzas Armadas del presidente Putin aquel 23 de febrero de 2022: "Podemos ver la difícil situación internacional y las amenazas que plantean los desafíos actuales, como la erosión del control de armas o las actividades militares de la OTAN (...) Es importante que nuestros militares tengan los últimos conocimientos y una preparación excelente. De todos modos, las calidades personales de los soldados rusos, tales como el patriotismo, la resistencia, entrega y ayuda mutua han sido siempre de máxima importancia. "A primera hora de la mañana del día siguiente, el presidente mandaba invadir Ucrania.

Fue en esas vísperas, el 21 de febrero, cuando Vladímir Putin se dirigió al país con un discurso pretendidamente histórico para reivindicar Ucrania como territorio de Rusia. Fue largo y, a medida que avanzaba, rusos, exciudadanos soviéticos y observadores de la política rusa supieron que la invasión era inminente. El 24 de febrero a las 6 de la mañana el presidente Putin volvió a dirigirse al país para anunciar que la "operación militar especial" en Ucrania había empezado.

En aquel discurso estaba también su planteamiento: no es una invasión de Ucrania, es una de defensa de ciudadanos rusos (en el Donbás, el este de Ucrania) y de Rusia frente a Occidente, frente a los aliados de los Estados Unidos en Europa. Recordemos algunos pasajes:

"El propósito de esta operación es proteger a gente que durante ocho años ha tenido que hacer frente a la humillación y el genocidio perpetrados por el régimen de Kiev. Con ese fin pretendemos la desmilitarización y desnazificación [el adjetivo nazi despierta ya en el subconsciente colectivo el espíritu de la Gran Guerra Patriótica], así como juzgar a quienes han perpetrado crímenes de sangre contra la población civil, incluidos ciudadanos de la Federación Rusa. Nuestro plan no es ocupar territorio ucraniano. No pretendemos imponer nada a nadie por la fuerza. Al mismo tiempo, hemos escuchado un número creciente de declaraciones de Occidente en el sentido de que ya no hay que cumplir los documentos aprobados tras la Segunda Guerra Mundial firmados por el régimen totalitario soviético. ¿Cómo podemos responder a ello? El resultado de la Segunda Guerra Mundial y los sacrificios que hizo nuestro pueblo para derrotar al nazismo son sagrados".

Tres discursos en menos de cuatro días con el ambiente del 23-F, Día del Defensor de la Patria, en el ambiente.

Deportación de chechenos e ingushes

El 23 de febrero tiene también un significado profundo e imborrable en el Cáucaso norte. Fue el 23 de febrero de 1944 cuando Stalin deportó la población de Chechenia e Ingushetia a Asia Central. Los acusó -atención a la resonancia- falsamente de haber colaborado con los alemanes durante la ocupación nazi y los trasladó forzosamente en trenes de ganado. El NKVD, precursor del KGB, deportó en ocho días a medio millón de personas y las privó de todo derecho constitucional. Para conseguirlo de manera "pacífica", convocaron a todos los hombres para la celebración del Día del Ejército Rojo, el 23-F, pero en lugar de fiesta se encontraron un ejército armado que los capturó. Les dio media hora para recoger enseres. Se llevaron también a sus mujeres e hijos. A miles de kilómetros.

Los chechenos, de religión musulmana y una fuerte identidad étnica organizada en clanes, se habían resistido a la colectivización y sovietización impuesta desde Moscú.

Otros días de defensores de la patria

En tanto que herencia de la URSS, otros países que formaron parte de ella y hoy son independientes tienen también su día para homenajear a los militares y fomentar el espíritu patriótico y bélico. Eso sí, en fecha distinta para no confundir.

En los Estados Unidos también tienen sus días, dos, para honrar a los militares: el Día de los Veteranos en noviembre y el Día de la Memoria en mayo. Pero allí lo festivo, incluso folclórico, se impone a lo bélico, y no hay desfile militar. De hecho, en los Estados Unidos no hay ningún desfile militar en todo el año, la mayor potencia militar del mundo no hace ninguna demostración en la calle de sus tanques, ejércitos y misiles. Banderas, sí, muchas, barras y estrellas por todas partes y tributos sinceros, sentidos, a familiares, amigos o simples conocidos que están o han estado en las fuerzas armadas. La potencia militar se les supone, no sienten la necesidad de hacer ostentación de ella.