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'La guerra de Charley', uno de los mejores cómics bélicos de todos los tiempos

  • Llega a España la obra maestra de Pat Mills y Joe Colquhoun
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Detalle de una ilustración de 'La guerra de Charley'
Detalle de una ilustración de 'La guerra de Charley'

Por fin llega a España, en una edición impecable, La guerra de Charley. El chico soldado (Cartem Cómics), considerado uno de los mejores cómics británicos de la historia y uno de los grandes clásicos del género (anti)bélico. Una obra maestra del guionista Pat Mills (Marshall Law, Juez Dredd, Doctor Who) y el dibujante Joe Colquhoun (Johnny Red), que describió, como casi ninguna otra historia, la dureza de la I Guerra Mundial, sin duda uno de los conflictos más inhumanos en la cruel historia de la humanidad.

Y es que pocas veces hemos visto reflejada, con tanta veracidad, el infierno que pasaron esos soldados hacinados en insalubres trincheras y enviados a la muerte al menor capricho de sus oficiales. Sin duda uno de los momentos de la humanidad en los que menos valor tuvieron las vidas humanas.

Para muestra, la batalla a la que llega nuestro protagonista, un joven soldado de 16 años, con pocas luces, que se alista llevado por un fervor patriótico y que no tardará en arrepentirse. Y es que aterriza en las trincheras del frente justo antes de La batalla del Somme (1916), una de las más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial, con más de un millón de bajas entre ambos bandos.

Solo el primer día de esa batalla, el 1 de julio de 1916, los británicos sufrieron 57.740 bajas, de las cuales 19.240 fueron mortales. A día de hoy, sigue siendo la batalla más sangrienta en la historia del ejército británico.

Página de 'La guerra de Charley'

Los horrores de la guerra

Publicado originalmente en la revista Battle Picture Weekly, desde enero de 1979 hasta octubre de 1986, en capítulos de apenas cuatro páginas; La guerra de Charley supo captar, como ningún otro cómic, el drama humano de la I Guerra Mundial y el sufrimiento al que esos soldados se enfrentaban a diario. Y es que Charlie y los otros soldados se verán inmersos en una auténtica pesadilla de la que ninguno saldrá indemne (ni física ni psicológicamente)

De esa forma, somos testigos, a través de esos pequeños retazos de la historia de Charlie y de las cartas que manda a su familia (muy similares a las que los soldados reales enviaron a las suyas) de cómo es la vida en las trincheras, cómo los oficiales sacrifican a los soldados sin ningún criterio estratégico o cómo sobreviven a horrores como el gas mostaza.

Un cómic en el que no queda nada de esa idea romántica o de heroísmo de la mayoría de las películas bélicas y que, en ese aspecto, se adelantaría a otras obras maestras como Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998). Y es que, como decimos, más allá de las espectaculares secuencias de acción, lo que predomina es esa desesperada lucha por la supervivencia, que explora las emociones y los dilemas morales de los protagonistas.

Ilustración de 'La guerra de Charley'

Porque, Charley empieza siendo un idealista, pero esos ideales se verán puestos a prueba por la constante amenaza de la muerte o la locura. Y es que el impacto psicológico y emocional en los soldados que participan en el conflicto es imposible de medir.

A pesar de esos constantes horrores, Charley tendrá tiempo para hacer profundas reflexiones sobre la guerra y la naturaleza humana. Sobre lo importante que es conservar esa humanidad en medio de un infierno. Por eso recomendaríamos este cómic a Putin y a todos esos líderes inhumanos que se dedican a mandar a gente a la muerte sin ningún atisbo de resentimiento.

Página de 'La guerra de Charley'

Dos autores excepcionales

Destacar la maestría de dos autores excepcionales en la cima de sus carreras. El guionista Pat Mills supo retratar como nadie esos horrores de la guerra y su impacto en la psicología de los soldados, a pesar de que la historia se publicase en cortos episodios de cuatro páginas. Eso hace que cada entrega sea de una precisión casi quirúrgica, dramáticamente hablando.

Además, destaca la exquisita documentación de Pat Mills en cada uno de los detalles que describe y su capacidad para crear personajes inolvidables. Aunque algunos apenas duran unas viñetas. Por eso decimos que este es uno de los mejores retratos de la guerra que se ha visto nunca en las viñetas.

Y también hay que destacar el arte de Joe Colquhoun. Olvidaos de cualquier representación plástica de la guerra como las de Tarantino. Aquí es todo arena, polvo, ratas, suciedad, alambradas, hoyos de explosiones de bombas. Un auténtico infierno visual como pocas veces hemos visto en un cómic. Sin duda, la guerra de las trincheras debió ser algo muy parecido a los horrores que vemos en estas páginas. Pero que siempre están al servicio de la narración.

Por cierto, que a veces les censuraron las viñetas para que no resultasen tan realistas.

Página de 'La guerra de Charley'

Tuvo varias secuelas

La historia original siguió a Charley hasta el final de la guerra y hasta la invasión de Rusia en 1919. En enero de 1985, Mills abandonó la tira antes de poder completar la historia (tenía la intención de que terminara en 1933, con Charley en el paro cuando Hitler es nombrado Canciller de Alemania).

Mills fue reemplazado por Scott Goodall y la historia se trasladó a la Segunda Guerra Mundial. Al final, Charley fue uno de los afortunados evacuados con éxito de Dunkerque (junto con su hijo), y se daba cuenta de que ya era demasiado mayor para seguir siendo soldado.

El enorme éxito del cómic hizo que se publicasen otras variantes ambientadas en otras épocas y lugares, como la historia de un soldado británico de la Legión Extranjera Francesa en Verdún, en 1916. O la de Wilf, el hermano menor de Charley y sus experiencias como artillero en el Royal Flying Corps a principios de 1918.

En fin, uno de los mejores cómics (anti)bélicos de la historia, en una edición insuperable.

Portada de 'La guerra de Charley'