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Feria del libro

La nueva y potente voz de las jóvenes autoras: "Se piensa que solo escribimos cosas de mujeres"

  • Algunas escritoras cuestionan la falta de oportunidades de seguir con la carrera después del "boom" del primer libro
  • Elena Medel, María Sánchez, Anna Pacheco y Marta Jiménez Serrano analizan con RTVE.es el panorama literario

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De izq. a dcha.: 'Las maravillas', de Elena Medel; 'Listas, guapas, limpias', de Anna Pacheco; 'Los nombres propios', de Marta Jiménez Serrano y 'Tierra de mujeres', de María Sánchez
De izq. a dcha.: 'Las maravillas', de Elena Medel; 'Listas, guapas, limpias', de Anna Pacheco; 'Los nombres propios', de Marta Jiménez Serrano y 'Tierra de mujeres', de María Sánchez

Elena Medel, María Sánchez, Anna Pacheco y Marta Jiménez Serrano tienen, al menos dos cosas, en común: juventud y talento. Son una nueva generación de escritoras que, con una voz original, cuentan y, a la vez se cuentan a sí mismas, el mundo que les rodea. Y lo hacen con una mirada propia y mucho esfuerzo para abrirse un hueco en el mundo editorial.

Cada vez se nota una mayor presencia de nuevas autoras en la literatura contemporánea, pero la publicación de obras escritas por mujeres todavía representa el 37,9% frente al 61,8% de voces masculinas, según la estadística de la Edición Española de Libros con ISBN de 2021. Las mujeres, eso sí, leen más que los hombres, tal y como recoge el último Barómetro de Hábitos de Lectura.

No hay datos oficiales de si en España se compran o se leen más libros de mujeres, sin embargo el fenómeno Carmen Mola, el pseudónimo bajo el que se ocultaron tres hombres para publicar, llevó a pensar que las escritoras pueden vender mejor. Una estrategia que también recibió críticas y ofendió a muchas autoras que tuvieron que escribir detrás de un nombre masculino o a través de iniciales para encontrar validación en la profesión.

El proceso costoso del primer manuscrito

La nueva generación de escritoras coincide en que publicar un primer libro no es sencillo. La mayoría han tenido que conciliar su trabajo principal con la escritura. "Tardé más de siete años en tenerlo cerrado porque quería que fuera mi carta de presentación y del que pasaran los años y no sintiera vergüenza", comenta a RTVE.es María Sánchez sobre Cuaderno de campo, el relato poético que le abrió la puerta para publicar su éxitoso Tierra de mujeres. Además, debido a su empleo de veterinaria, que sigue ejerciendo actualmente, viajaba "por toda la península” y eso le influyó a contar con poco tiempo.

“Yo tengo la sensación de que escribimos no tanto los libros que queremos, sino los que podemos”, asiente Elena Medel. “Las primeras anotaciones que tengo del libro son de marzo de 2015 y entregué la versión definitiva a la editorial en mayo de 2020”. La carga de trabajo dificultó a esta autora, que ya había hecho carrera con libros de poesía y ensayos, encontrar una "constancia" en sus huecos libres para escribir su primera novela, Las Maravillas.

Elena Medel, autora de 'Las Maravillas'

Elena Medel, autora de 'Las Maravillas' Laura C. Vela

“Odio escribir, me encanta haber escrito”. La periodista Anna Pacheco cita esta frase de Dorothy Parker para explicar que el proceso fue “muy costoso, angustiante y solitario” con su primer libro Listas, guapas, limpias. Era la primera vez que se enfrentaba a ello y solo contaba con los fines de semana porque entre semana trabajaba.

En este caso, todas contaron con contactos que les facilitaron la publicación y no tuvieron problema en encontrar una editorial. Pero Marta Jiménez Serrano remarca que “suele ser difícil, tengo muchos amigos intentándolo”.

Y, una vez que logran escribir esa primera novela, se enfrentan a las etiquetas. “Tenemos que ser jóvenes, nuevas promesas, si no, no existimos”, asegura María Sánchez. Todavía se piensa que ellos “escriben los temas universales y nosotras escribimos cosas de mujeres, como si lo que nos rodea no fuera universal”, censura. Medel apunta que con los libros de los hombres se suele asumir que “es el primero de una larga carrera. Para nosotras hay un primer golpe de atención inmenso hacia el libro, pero el boom implica después que ese estallido se esfume muy rápido". Y Jiménez Serrano sentenica: “Estamos de moda, pero nos cuesta conseguir legitimidad y ser tratadas como autoras serias”.

¿Ficción o realidad?: el debate constante

A las novelas escritas por mujeres se les tiende a catalogar como autoficción, que hace referencia a que la historia en cierta medida es real pero con partes ficticias. Anna Pacheco se muestra descontenta con este concepto: “A veces puede ser como una especie de cajón de sastre en el que se mete a las autoras”.

Anna Pacheco, autora de 'Listas, guapas, limpias'

Anna Pacheco, autora de 'Listas, guapas, limpias' Ana Jiménez

La manera de ver el mundo, la experiencia o la opinión se filtran en lo que escribes

Sean autoficción o no, las experiencias personales siempre han ayudado a construir una novela. Pacheco hizo “ficción, pero con muchos elementos cotidianos propios”. “Incluso los autores que no hacen autoficción, hablan de alguna manera de ellos”, asegura. Elena Medel está de acuerdo que aunque se escriba “ficción” alejada de lo personal, “la manera de ver el mundo, la experiencia o la opinión se filtran en lo que escribes”.

Para Los nombres propios, Marta Jiménez Serrano utilizó “materiales personales”, pero incide en que "no es un testimonio o una confesión”, puesto que ha tenido que “construir y modificar muchas cosas”.

Los lugares: la influencia del contexto

Los orígenes y las raíces están muy presentes en la nueva narrativa de las escritoras. Especialmente el mundo rural ha cobrado fuerza en la literatura contemporánea de los últimos años. Un claro ejemplo de este "boom" fue Panza de burro, de Andrea Abreu. Con un estilo narrativo original, que hace referencia al habla canaria de una chica que vive en un pequeño pueblo de Tenerife, la autora ha logrado un gran éxito.

María Sánchez, autora de 'Tierra de mujeres'

María Sánchez, autora de 'Tierra de mujeres' Jose González

Otros libros como Tierra de mujeres, de María Sánchez, han conseguido revelar la realidad de vivir y trabajar en el campo. “Quería que fuera un espacio donde la gente del campo se sintiera reconocida y que también fuera un puente entre los espacios urbanos y rurales porque nos necesitamos los unos a los otros”, añade.

"Un manifiesto con biografía tanto propia como familiar", con el que pone en valor el trabajo ejercido por las mujeres rurales. “A mi madre no le gusta el campo y no iría como iba Miguel Delibes. Con 12 años no tenía derecho a decidir que quería estudiar o hacer con su vida”, reivindica.

Marta Jiménez Serrano en Los nombres propios narra el desarrollo de una chica desde su infancia hasta su juventud y cuenta cómo es el proceso de construcción de su identidad. La protagonista vive en el centro de Madrid, pero sus veranos los pasa junto a su familia en la casa de su abuela en el pueblo. Con este contraste de entornos, la autora pretende subrayar “los cambios que se dan entre la generación de posguerra que ni siquiera pudo estudiar y las generaciones de ahora”.

La ciudad también está representada, pero varias escritoras la cuentan desde sus márgenes. En Las maravillas, Elena Medel relata a dos generaciones que acaban viviendo en la periferia de Madrid, que una acepta con orgullo y otra reniega. La autora reflexiona sobre cómo el lugar de residencia revela "el origen social y económico" de las personas y de los "prejuicios hacia algunos barrios".

Listas, guapas, limpias cuenta el verano de una chica de un barrio humilde de Barcelona, que se prepara para empezar la universidad. En esta transición surge una “vergüenza a su clase social”, apunta Pacheco. “Me interesaba hacer un personaje que fuera víctima del propio sistema, de un entorno en el que se ha omitido su posición social y se ha asentado una idea basada en la meritocracia del éxito y del talento”, explica.

Trabajo no remunerado y precariedad

La mayoría de estos relatos tienen un punto en común: demostrar y poner en valor los cuidados de muchas madres y abuelas. “Quería sacarlas de la sombra y hacer visible esa labor considerada como ayuda o echar una mano” señala Sánchez, que habla de sus antecesoras para reivindicar su labor en el mundo rural.

Marta Jiménez Serrano, autora de 'Los nombres propios'

Marta Jiménez Serrano, autora de 'Los nombres propios' David Jiménez

“De toda la vida una ama de casa se decía que era una mujer que no trabajaba, cuando lo único que pasaba es que su trabajo no era remunerado”, destaca Jiménez Serrano. La escritora habla en Los nombres propios de las tareas que realiza la madre y la abuela de la protagonista y cómo están en una alerta constante por cuidar a los demás.

“Ella no llega a entender que el trabajo doméstico sea una carga y sea también lo que sostiene el propio sistema”, indica Pacheco, que relata en su novela cómo la madre de la personaje principal crítica a las señoras que no tienen un empleo fuera de casa.

Aparte del trabajo no asalariado sostenido por las mujeres, la precariedad en relación a las clases sociales tiene también espacio. La protagonista de Listas, guapas, limpias quiere huir de su barrio y ascender a otras esferas que idealiza. Muestra “esa incomodidad de no pertenecer y de ansiar, en cambio, integrarse” a otro lugar, apunta Pacheco.

Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - La moderna | Listas, guapas, limpias - Escuchar ahora

El dinero es el tema central de Las maravillas y el que determina la vida de sus personajes María y Alicia. “Las estructuras del capitalismo y esa precariedad material se filtran en lo emocional”, indica. En la novela se llegan a “establecer estructuras de interés”, en las que siempre se pide algo a cambio. Como ocurre con el personaje de Alicia, que “establece un vínculo afectivo casi en términos de negociación”, matiza.

Las voces jóvenes, una moda pasajera

Lo que interesa a Medel es lo que sucede después de esas primeras y segundas novelas: “En qué editoriales tienen vida comercial? ¿Están en mesa de novedades, tienen la atención de los medios y presentaciones? ¿Qué pasa cuando continúa con su trayectoria?”, se pregunta.

Tenemos autoras que lo hicieron antes que nosotras, no hemos inventado nada

Ante esta posible falta de oportunidades se hace necesario dar más espacio a las nuevas escritoras. Es importante “generar referentes, vernos reflejadas entre nosotras y poder aspirar a escribir o intentarlo, y enviar un manuscrito”, demanda Pacheco. También es fundamental recordar a las generaciones pasadas: “Tenemos autoras que lo hicieron antes que nosotras, no hemos inventado nada”, recalca Medel. Todos los temas que tratan ahora ya los contaron sus antecesoras, “en circunstancias más difíciles que las nuestras”, incide.

María Gabriela Llansol, Carmen Laforet, Ana María Matute, Vivian Gornick, Joan Didion Carmen Martín Gaite, Elvira Lindo, Emily Dickinson o Virginia Woolf son algunas de las innumerables referentes de estas escritoras. Mujeres que con sus historias contribuyeron en cierta medida para que ellas se lanzaran a escribir su primera novela y que servirán de apoyo para las nuevas generaciones que están por venir.