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¿Qué dice la ciencia sobre bares y restaurantes como factor de riesgo COVID-19? Que quienes contagian son los clientes

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Motivos sanitarios avalan las restricciones sobre bares y restaurantes, pero los expertos señalan a la irresponsabilidad de los clientes
Motivos sanitarios avalan las restricciones sobre bares y restaurantes, pero los expertos señalan a la irresponsabilidad de los clientes

Los estudios y opiniones científicas que hemos recabado avalan el cierre de bares y restaurantes desde el punto de vista sanitario. Sin embargo, los expertos recalcan que el problema no son los locales, sino una irresponsabilidad de los clientes que puede trasladarse a otros ámbitos.

Los factores de riesgo que se asocian a bares y restaurantes se refieren al menor mantenimiento de la distancia social y al relajamiento en el uso de mascarillas, lo que podría suponer más contagios directos o a través de superficies contaminadas. Se temen también efectos en la seguridad alimentaria y derivados de una mala ventilación.

Desde el ámbito económico, el seguimiento periódico que el banco JP Morgan realiza sobre hábitos de consumo de sus clientes llevó la peligrosidad de estos locales a los titulares en junio. A partir de los datos de 30 millones de tarjetas y de otros facilitados por la Universidad Johns Hopkins, la entidad mostró una gráfica que llevó a considerar que un ascenso en los gastos en restaurantes se traducía en un ascenso en los casos de COVID-19. Por el contrario, un mayor gasto en supermercados iba seguido de una ralentización en la expansión del virus.

La noticia tuvo mucho eco (CBC, Fortune). Sin embargo, una gráfica más reciente de la misma compañía (14 de octubre) obliga a matizar la conclusión: "Ni la gráfica de junio ni la de octubre demuestran una relación causal entre el mayor o menor gasto en restaurantes y el número de casos COVID-19. Hay algo de relación en la primera gráfica, pero no como para hablar de causa. Y en la gráfica de octubre, la relación es totalmente inexistente. La cifra R2 tendría que acercarse a 1 para hablar de ella, y es de 0.03", explica Anabel Forte, profesora del Departamento de Estadística e Investigación Operativa de la Universitat de València.

Imagen de la gráfica estadística de JP Morgan

Imagen de la gráfica estadística de JP Morgan VERIFICA RTVE

Fernando Rodríguez-Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, nos explica que el estudio de JP Morgan es de tipo ecológico, pues "presenta los resultados no por individuos, sino por estados, por grupos poblacionales, y en ellos pueden estar ocurriendo muchas otras cosas que influyan en la evolución de la COVID-19 además de la variable resaltada".

Datos por sectores

La Confederación Empresarial de Hostelería de España (CEHE) cree que están "pagando el pato" y pide medidas para garantizar su supervivencia. Subraya que según los datos laborales sus instalaciones no son las más peligrosas.

La Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT) nos confirma que sólo un 5,35% de los casos de bajas por coronavirus se dan en la hostelería (restaurantes, bares y catering) mientras un 7,25% lo hace en el comercio y un 33,9% en el sector sanitario.

“Nosotros no podemos hacer estudios, porque no tenemos acceso a estadísticas como las de resultados de PCR, las tienen las autoridades sanitarias. Pero en otros países estas medidas se acompañan de datos científicos y aquí no se están facilitando. No hay ninguna evidencia”, dicen desde CEHE. Remiten a los informes semanales del Servicio de Salud Pública de Reino Unido, donde se observa que los restaurantes aportan poco al total de episodios de infección respiratoria aguda (pág. 19), mientras otros entornos como residencias o centros educativos lo hacen más.

Rodríguez Artalejo lo contextualiza: “Hay alguna diferencia entre ambos países. En España está habiendo muy poca transmisión en las escuelas. Y sobre la comparación bares-residencias: como en las residencias se vive, es más fácil atribuirles los casos de contagio, mientras es escurridizo poder determinar que éste ha tenido lugar en un bar”.

El estudio más reconocido

Para los científicos que hemos consultado, un análisis inequívoco y de diseño riguroso es el realizado sobre 314 personas y publicado el 11 de septiembre que indaga en contactos estrechos y comunitarios asociados a la COVID-19. Con participación de más de 25 autores, entre ellos miembros de la institución sanitaria de referencia de EEUU, la CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), concluye que los adultos con test positivo de COVID-19 reportan haber estado comiendo en un restaurante aproximadamente el doble de veces que los pacientes con resultado negativo.

“Las exposiciones y actividades donde es difícil mantener el uso de mascarillas y la distancia social, incluyendo la asistencia a locales donde se sirve comida y bebida, podrían ser importantes factores de riesgo para el SARS-CoV-2”, se lee en el texto. Rafael Manuel Ortí Lucas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) nos dice que sí puede decirse que la ciencia confirma a los bares y restaurantes como factores de riesgo y que las conclusiones de este estudio son fiables: “Es muy explicativo, deja claras las variables que influyen y señala un riesgo asociado claramente mayor”.

Otro análisis de BioComs (Laboratorio de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la Universidad Politécnica de Cataluña), CMCiB (Centro de Medicina Comparativa y Bioimagen de Cataluña) y el Instituto de Investigación Germans Trias y Pujol (IGTP) incide en la cuestión de las mascarillas. Se realizaron observaciones en cuatro entornos de uso: exteriores o pequeñas tiendas con las puertas abiertas, supermercado, bares o terrazas exteriores y reuniones en parques, para concluir que bares y terrazas son los sitios donde menos gente las lleva. De 896 personas observadas sólo 27 la tenían (un 2%), 5 de ellos en la misma familia y la misma mesa.

Evidencias científicas

Joan Ramón Villabí, presidente saliente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) o Daniel López Codina, investigador de BioCom-SC, son otros dos investigadores que confirman en este artículo el peso de estos locales en los brotes detectados y la necesidad de que comuniquen con más eficacia a sus clientes las precauciones a tomar.

El epidemiólogo Miguel Hernán, profesor en la Universidad de Harvard, también publicó un hilo en Twitter recordando que las tres grandes diferencias entre Nueva York (evolución positiva) y Madrid (evolución negativa) en su gestión de la enfermedad han sido rastreos, número de test y apertura de restaurantes. Madrid los reabrió en junio, Nueva York no lo hizo hasta septiembre, recalca el especialista.

Ortí Lucas considera que la evidencia científica sí permite considerar que el riesgo de contraer COVID-19 es mayor en bares y restaurantes. Sin embargo, recalca que no se trata de ‘apellidar sitios como peligrosos’ sino ‘prácticas como peligrosas’, porque la transmisión se da en un entorno biológico en el que hay interferencia humana: “Todo depende de las medidas que se tomen para evitar el contagio. Más que de restaurantes y bares, podemos hablar de aquellos sitios en los que la gente se reúne y está sin mascarilla. El riesgo de contagiarse entonces es hasta 10 veces mayor. El peligro no está en el local en sí, sino en que no hay mascarillas y no hay distancia”.

Rodríguez-Artalejo opina igual: “Aunque el bar reúna las condiciones, la gente no toma medidas, lo hemos visto todos. Se quita la mascarilla y ni siquiera mantiene la distancia, con lo que el riesgo sería todavía bajo. Hay aspectos que empeoran la situación en los bares, como que a ciertas horas se empiece a consumir alcohol y la prevención se relaje aún más. Pero si la gente cumpliera las normas, estar en bares y restaurantes sería muy seguro”.

Una medida que se extiende

Además de en Cataluña y otras zonas españolas, el cierre total o parcial de locales de ocio se ha convertido en realidad en países como Reino Unido, Italia, Países Bajos, Bélgica y París. Otros han optado por endurecer las normas con que operan, como República Checa.

Ortí Lucas reconoce que si cerrar los bares supone un aumento de reuniones familiares sin tomar precauciones “estaremos convirtiendo la casa en un restaurante, con las mismas consecuencias, aunque es cierto que en los hogares al menos los que se reúnen suelen ser convivientes, y en los locales de ocio no”. Rodríguez Artalejo concluye: “Se están cerrando bares y restaurantes por la irresponsabilidad de los clientes. Ya tenemos una vacuna sin necesidad de esperar a 2021, y es la mascarilla. Probablemente más eficiente que las primeras vacunas que vendrán. Si todo el mundo la usara, el riesgo sería mínimo”.

Los últimos datos de COVID difundidos por el Ministerio de Sanidad sobre 8.488 brotes apuntan en ese sentido. Muestran que los casos originados parten sobre todo del ámbito social, que incluye viajes, eventos organizados, espacios públicos, bares y restaurantes, reuniones deportivas, encuentros familiares y otros. En total, son 26,4% de todos los casos acumulados. Dentro de ellos, el mayor peso lo tienen las reuniones familiares y de amigos, a las que correspondería un 14,17% de los casos.

*Este artículo se modificó el 20-20-2020 para añadir los últimos datos disponibles sobre COVID-19 y ámbito social del Ministerio de Sanidad.