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Premios Goya 2017: Nominadas a mejor película

Las cinco caras de los Goya

  • Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, la gran favorita
  • El hombre de las mil caras Tarde para la ira,  11 nominaciones cada una
  • Almodóvar vuelve a emocionar, años después, con Julieta

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Fotograma de 'Un monstruo viene a verme', de J.A. Bayona.
Fotograma de 'Un monstruo viene a verme', de J.A. Bayona.

2016 ha resultado ser un (otro) año excelente para el cine español, al menos si a los resultados nos atenemos. Si analizamos las dificultades de conseguir poner en marcha un proyecto, y luego estrenarlo, ya es otra cuestión. Pero si obviamos esas pequeñeces, el resultado es como para estar contentos. Mucho y variado tipo de cine.

Y bueno, además, que se ve bien reflejado en lo que la Academia del Cine ha nominado para los Goya a mejor película, en donde este año se observa, quizás una cierta tendencia a valorar aquellas películas que cuentan cosas que nos son más o menos cercanas, con, quizás, la excepción de Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, que juega, creo, en otra liga. Y no solo por haber sido rodada en inglés y con actores internacionales.

Bayona arriesga y triunfa

Empiezo mi recorrido precisamente por Un monstruo viene a verme, la más nominada de las cinco candidatas al Goya a mejor película, con 12 candidaturas.

Días de cine - Un monstruo viene a verme

Debo reconocer una cierta y manifiesta debilidad por la película de Juan Antonio Bayona. No es solo que en nuestros últimos Premios Días de Cine Juan Antonio se prestase con gran generosidad a asistir a la gala y entregar un premio (el del público) sino que, sabedor de que el programa cumplía este 2016 sus 25 (primeros) años en antena, quiso regalar al programa y a sus espectadores, un pase especial de su película el mismo día 6 de octubre, día del aniversario de Días de Cine, un día antes de su estreno oficial, que era el 7. Fue el único pase para público que se hizo de la película, más allá de una premiere multitudinaria en Madrid, y un pase privado para el equipo de la película en Barcelona. Juan Antonio Bayona quería él mismo estar presente en ese pase, presentar la película, y luego participar en un coloquio con los asistentes. Un compromiso ineludible como fue la inauguración del Festival de Londres ese mismo día hizo que fuera imposible su asistencia, pero él mismo propuso grabar una presentación que fue proyectada antes del pase. Fue un gran día de 25 aniversario que no olvidamos. Yo mismo tuve que hacer en Cineteca labores de taquillero.

Bromas aparte (pero lo que cuento es rigurosamente cierto), pocas veces una superproducción se ha presentado ante el público con el calificativo de arriesgada. Así es como cabía (y cabe) calificar Un monstruo viene a verme. Si no fuera por los contundentes resultados de taquilla, podríamos recordar lo que algunas personas decían en su momento: que la película, con ser estupenda, podría darse un batacazo tremendo por su tono sombrío (aunque edificante).

Basada en una novela de Patrick Ness, quien también firmaba el guion, y que a su vez narraba la historia que comenzó a escribir Siobhan Dowd (Sibón Daut), fallecida por cáncer de mama, de nuevo la figura de la madre volvía a ser crucial en una película de Juan Antonio Bayona. Recuérdese a este respecto, El Orfanato y Lo Imposible.

Moviéndose en un registro totalmente distinto a sus dos anteriores trabajos, la historia contaba como un niño de 12 años ha de aprender a enfrentarse a la cercana muerte de su madre por cáncer. Y para ello busca apoyo en un ser extraordinario. Ese monstruo que va a verle cada noche a partir de las 0:00 horas y al que ponía imponente voz Liam Neeson (en su versión original, que es como hay que verla).

Director antes que autor como es Juan Antonio Bayona, la película gozaba de una realización sin estridencias y muy eficaz, además de unos actores fantásticos, entre los que destacaban Felicity Jones y el joven Lewis MacDougall, un niño enfrentado al acoso escolar y a una próxima orfandad que no quiere aceptar. La imponente voz del árbol corresponde a Liam Neeson. Y junto a ellos la gran Sigourney Weaver

Algunos inteligentes guiños y homenajes aquí y allá dejaban rastro del cinéfilo que es Juan Antonio Bayona. Por supuesto la película nos colocaba al borde de las lágrimas. Pero las lágrimas sacadas con nobleza en los dramas son tan catárticas como la risa en la Comedia o el grito en el terror.

El buen cine de Alberto Rodríguez

Con 11 nominaciones cada una, que no es ninguna tontería, siguen El Hombre de las mil caras, de Alberto Rodríguez, y Tarde para la ira, de Raúl Arévalo, que se estrena en el largometraje como director.

Presentado esta semana en el Festival de San Sebastián, este thriller de acción de Alberto Rodríguez ("La isla mínima"), basado en la vida del ex espía Francisco Paesa, cuenta con Eduard Fernández, José Coronado y Carlos Santos como actores principales. La cinta cuenta el papel de Paesa en la fuga de quien era el jefe de la Guardia Civil, Luis Roldán, tras ayudarle a evadir su fortuna robada. El antiguo agente secreto, dado por muerto varias veces, fue clave hasta el final en una historia que conmocionó a la opinión pública en los 90.

Si el pasado año en Días de Cine nos congratulábamos (yo me congratulaba, desde luego) de que pudiera hacerse una película como B, este año me congratulo de que Alberto Rodríguez haya estrenado El hombre de las mil caras, que sirve de retrato de toda una época, no tan lejana, y que nos ayuda a comprender de algún modo las cosaS que nos suceden más asiduamente de lo que quisiéramos en esta España nuestra.

Tuve la ocasión de participar junto a Alberto Rodríguez en un coloquio de Versión Española en el que hablábamos de Grupo 7 (la película que se emitió ese día) y de su película nueva recién estrenada. Alberto Rodríguez negaba su intencionalidad voluntaria para hacer un cine que diese de un determinado momento histórico. Y era totalmente cierta su afirmación. Lo bueno de Alberto Rodríguez, como les sucede a otros grandes directores, es que no les hacer falta forzar ningún discurso para subrayar determinadas cosas. Las cosas se cuentan perfectamente bien, y el espectador así lo percibe, a través de un discurso potente elaborado desde una buena historia, buen guion, unos excelentes actores, y una realización ad hoc. O sea, haciendo buen cine. Alberto Rodríguez huye de subrayar aquellas cosas que supuestamente deberían ser importantes para el espectador y deja que seamos nosotros mismos quienes las deduzcamos. Como debe ser.

La historia, ya se sabe, de ese espía con varios perfiles que fue (y probablemente es aún Paesa) y sus triquiñuelas y tejemanejes con el caso Luis Roldan en una época de absoluta decrepitud del Felipismo en los últimos años de los gobiernos socialistas. La historia, potenciada con una excelente banda sonora de Julio de la Rosa, tiene brío por si misma. El contexto histórico es eso que se escapa de forma inteligente entre las costuras de la película. NO es una película sobre la corrupción, la ambición, las lealtades quebradas y sobre las debilidades de la condición humana, sino la historia de un grandísimo sinvergüenza que entre muchos otros tejemanejes, trabajaba para el Estado español. Pero gracias al buen hacer de Alberto Rodríguez, al terminar la película nos queda un perfecto retrato de época, del mismo modo que el pasado año percibíamos tras las peroratas de Bárcenas en B y las interpelaciones del juez Ruz en la película de Miguel Ilundain.

Raúl Arévalo se estrena a lo grande

Si algo sorprende de Tarde para la ira, cinta participada por RTVE, es su estupenda factura, guion y dirección, que hacen que la película funcione como un mecanismo de relojería. Raúl Arévalo se descubre ante nosotros como un gran director y realizador, lo que vemos tanto en la dirección de actores, como en las soluciones formales que asume para contar su historia. Fragmentación en capítulos, y temporal, un rodaje y montaje brillantísimos, y unos diálogos en los que se cumple la buena norma que dijo un clásico según la cual los personajes no deben verbalizar nada que no sea estrictamente necesario.

El actor Raúl Arévalo debuta como director con "Tarde para la ira", un drama con tintes de thriller que ha sido alabado por la crítica y ha gustado mucho en el Festival de Venecia, donde compite en la sección Horizontes. Se trata de una historia sobre la venganza que cuenta la historia de Curro (Luis Callejo), encarcelado ocho años por el atraco a una joyería; su mujer Ana (Ruth Díaz), que espera su liberación, y un cliente del bar que ella regenta, Jose (Antonio de la Torre), que observa todo pacientemente mientras llega el momento de actuar.

Una historia de venganza, muy peculiar eso sí, en un barrio periférico de Madrid, con un hombre reconcomido por su sed -estupendo Antonio de la Torre-, y unos actores que le acompañan a la par: Luis Callejo y Ruth Díaz (todo un descubrimiento al menos para mí). Junto a ellos, en un papel de apenas 10 minutos, un actorazo que se apropia de la pantalla en su escasa aparición: Manolo Solo, quien con su personaje de voz extraña consigue eclipsar a los protagonistas durante el tiempo que comparte secuencia con ellos (y muy importante además en la película).

Muy bien resuelta, con la suficiente ambigüedad moral para llenar una historia tan negra, y con escopetas en lugar de pistolas. Pequeño detalle, pero revelador de la credibilidad que respira una película en la que los bares de barrio huelen a fritanga y a lugareños habituales.

Julieta, el regreso de Almodóvar

Uno de los buenos recuerdos de este 2016 para mí fue también el preestreno de Dias de Cine de Julieta. Un cine a reventar de espectadores y conocidas gentes del cine abarrotaron una sala del Cine Ideal para asistir a una especie de premier delicatesen, que es como me gusta a mí pensar que son los preestrenos que organizamos en Días de Cine. Pedro Almodóvar, su hermano Agustín, Esther García y las dos actrices, Emma Suárez y Adriana Ugarte, presentaron la película a los asistentes entre las carcajadas de estos por la presentación hilarante y brillante de Pedro Almodóvar. Además, recuerdo bien la preocupación de Adriana Ugarte ante uno de mis recurrentes tropezones por el que, si no fuera por mi excelente estado de forma, me habría abierto la cabeza. Una lástima que gracias a mi inoportuna agilidad no impidiera finalmente Adriana Ugarte que diera con mis huesos en el suelo.

La vigésima película de Pedro Almodóvar, protagonizada por Emma Suárez y Adriana Ugarte, retorna a su universo femenino y a los conflictos entre padres e hijos, esta vez sin resquicio para el humor o la ligereza. En el centro de la trama, salpicada de elipsis y saltos temporales a lo largo de tres décadas, se sitúa el mismo dolor por la pérdida de un hijo que alentó otras películas del manchego como "Todo sobre mi madre" o "La piel que habito", aunque esta vez se trate de una madre "abandonada".

Con Julieta (con siete nominaciones y también participada por RTVE), yo al menos, volvía a rencontrar a un cineasta que en sus últimas películas no había conseguido que me interesase por lo que me contaba. Ni la turbiedad de La piel que habito ni la crítica metafórico-lucida de Los amantes pasajeros consiguieron hacer mella en mí.

Sin embargo, en el melodrama en toda regla que era Julieta, reencontraba al Almodóvar que más me gusta. Ese que cuenta historias de mujeres que, por muy increíbles que sean leídas en un papel, se llenan de versosimilitud en la pantalla. Es lo que tienen los buenos melodramas y los buenos directores que los hacen, sublimar lo que en manos de otros sería algo totalmente ridículo. Además, Almodóvar arriesgaba al contar con dos actrices para el mismo personaje, la Julieta del título, Emma Suárez de mayor, y Adriana Ugarte de joven. Ambas estupendas por cierto, lo cual me lleva a celebrar el excelente año de Emma Suárez, con estupendos trabajos en La próxima piel y Las furias, además de este que ahora nos ocupa.

Una estructura no lineal servía a Pedro Almodóvar para envolver el drama en el que se sumergía la Julieta mayor al recordar y evocar un pasado en el que la sombra de una hija pesa en su alma hasta límites intolerables. Pero Almodóvar apostaba por la esperanza en esta ocasión, no sin antes, someter a sus personajes a una catarsis de expiación.

Que Dios nos perdone por las comparaciones

Y finalmente, el último de los títulos nominados a mejor película es Que Dios nos perdone, que cuenta con un total de seis nominaciones. Tras la gratísima sorpresa que fue hace un par de años Stockholm, la anterior película de Rodrigo Sorogoyen, creo que puedo decir que todo el mundo esperaba con ansiedad su siguiente trabajo. Que dios nos perdone es una buena película, no seré yo quien diga lo contrario, muy bien dirigida y realizada, con unos actores estupendos, Antonio de la Torre, Roberto Alamo, y ese Javier Pereira tan distinto al protagonista de Stockholm.

Reconocida con el premio a mejor guión en el pasado Festival de San Sebastián, la española "Que dios nos perdone", de Rodrigo Sorogoyen, es un thriller ambientado en el Madrid en crisis del verano de 2011 y protagonizado por dos policías (Antonio de la Torre y Roberto Álamo), que deben cazar a un asesino en serie.

Una historia violenta sobre un asesino de ancianas y un policía obsesivo, y otro que es un desastre vital, que van tras él. Pero en más de un momento me parece que la marca de producción pesa para mi gusto demasiado, tendiendo a igualar a esta película con otros productos de la misma factoría, cuando lo que le hubiera venido bien, yo creo, es precisamente una identidad radicalmente propia. De igual modo, en algunos momentos no puedo dejar de pensar en que la película que ofrece la pantalla es un montaje para cine de lo que no puedo dejar de pensar es una mini serie de televisión. Como no podía ser de otra manera, los espectadores no han pensado exactamente lo mismo que yo, y ya se sabe que el espectador, como el cliente que es, siempre tiene razón.

Y... ¿con cuál me quedo yo?... estaréis pensando ¡ay pillastres!... que lo queréis saber todo...