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Paul McCartney ondea la bandera de los Beatles en la noche de Madrid

  • Más de 40.000 personas asistieron al concierto del cantante británico en el Calderón
  • Con una cuidada puesta en escena, repasó éxitos de The Beatles y de su carrera en solitario

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Paul McCartney emociona en su visita a Madrid

No todos los días uno tiene la oportunidad de estar ante una leyenda. Y esa es la sensación que percibimos las cerca de 40.000 personas que en la noche del jueves pudimos asistir al concierto que ofreció Paul McCartney en el Estadio Vicente Calderón de Madrid.

Por primera vez en doce años el exBeatle pisaba suelo español, en esta ocasión con una gira que reivindica sin complejos su pasado como miembro esencial de los 'Fab Four'. Porque, no nos engañemos, en el imaginario colectivo todavía hay quien considera que John Lennon fue el auténtico sostén del espíritu Beatle y McCartney el 'blandito' que compuso los temas más edulcorados de la banda.

Pero eso son simplemente lugares comunes y por si había alguna duda en Madrid, como en toda la gira, McCartney tiró de su lado más rockero, con una banda veterana y bien engrasada que aportó contundencia a su repertorio y, lo más importante, estuvo más que afinada en los coros, ese elemento tan característico de la música de McCartney y de los propios Beatles.

A lo que hay que unir una cuidada puesta en escena, elegante, sin eclipsar en ningún momento las interpretaciones e incluso reforzándolas, como en el espectáculo pirotécnico final.

Mosaico intergeneracional

La parroquia que acudió al Calderón fue, más que nunca, un mosaico intergeneracional: desde abuelos que bien pudieron haber estado en aquel mítico primer concierto de los Beatles en España en 1965 -al que todo el mundo dice asistió pero que ni siquiera llenó el aforo de las Ventas- a adolescentes fascinados por la música de un grupo que sigue siendo un referencia fundamental más de medio siglo después de sus primeras grabaciones.

McCartney salta al escenario madrileño a las 21.41 vestido con chaqueta azul, camisa blanca y vaqueros. Eterna cara de niño, en aparente buena forma para los 74 años que cumplirá en los próximos días. Simpático, con ganas de agradar y chapurreando siempre que puede en un castellano con acento 'guiri'.

Y arranca con A hard day's night, un tema que ha recuperado en esta gira 'One on One' después de desterrarlo de su repertorio desde sus últimos directos con The Beatles, en 1965.

"¡Buenas noches, Madrid! ¡Buenas noches, España! Hola, ¿qué pasa, troncos?", saluda en castellano, ante la locura de los asistentes.

Clásico tras clásico

El repertorio está cargado de temas de The Beatles de todas sus épocas, incluyendo un In spite of all the danger de The Quarrymen, el grupo que formaron Lennon y McCartney cuando apenas eran unos críos. Y no solo recurre a clásicos inmortales como Can't buy my love, Here, there and everywhere, Love me do, Lady madonna o Let it be, sino también a otras piezas menos obvias como I'got a feeling o You won't see me.

Pero McCartney no se olvida de su carrera en solitario, con algunas concesiones -pocas- a su último disco, 'New'. Y tampoco de su época con The Wings, el grupo que formó a principios de los 70 con su esposa, la ya fallecida Linda McCartney, a la que dedicó un intenso Maybe I'm amazed.

No fue la única dedicatoria a los ausentes: Paul se acordó de Jimi Hendrix con una interpretación instrumental de Foxy lady; de George Harrison, a quien recordó con Something, con inicio de ukelele incluido. Y, por supuesto, de John Lennon, quizá el momento más emotivo de la noche, cuando interpretó Here today, el tema que compuso en 1982 tras el asesinato de su amigo, rematado con un fragmento del Give peace a chance.

Lo mejor, para el final

En la recta final llega lo mejor. Band on the run -uno de los mejores temas de The Wings-; la rockera Back in the U.S.S.R.; Let it be, el tema que simboliza como ninguno la separación de The Beatles; un Live and let die en el que la pirotecnia ilumina de forma espectacular el cielo de Madrid; y como colofón, después de más de dos horas y media de concierto, Hey Jude, en la que el Calderón al completo corea el 'nana naranana...' inmortal de una de las mejores canciones de la historia del pop.

Es tiempo de bises y es el momento en el que McCartney y uno de sus músicos saltan al escenario con dos enormes banderas, una de España y la otra de Inglaterra. Y Paul arranca en solitario con Yesterday, la que dicen que es la canción más versionada de la historia pero que nadie interpreta como Macca. Solo un hombre y una guitarra acústica, pero qué hombre y qué canción.

El concierto avanza hacia su final: Hi hi hi de Wings antes de parar y regresar de nuevo con Birthday y la suite final de 'Abbey Road': Golden slumbers, Carry that weigh y The end.

El fin. Es posible que McCartney sea desde hace años una vieja gloria. Pero su legado es tal que sabe aunar como nadie a generaciones separadas por más de medio siglo de distancia. Es, al fin y al cabo, el único referente vivo -porque Ringo lleva años en otras cosas- de la banda más grande de todos los tiempos, The Beatles.