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'La omisión de la familia Coleman': cada loco con su tema

  • Claudio Tolcachir y Timbre 4 vuelven a Madrid con tres obras
  • Tolcachir dirige las tres obras de las que es autor
  • Los argentinos estarán en el Matadero desde esta semana hasta junio
  • Comienzan con 'La omisión de la familia Coleman'

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Cuando ingresan a la abuela, el doctor conocerá a una curiosa famillia
Cuando ingresan a la abuela, el doctor conocerá a una curiosa famillia

En el hospital, el doctor le dice a la abuela: "que familia tan hermosa tiene" y ella, juiciosa, contesta: "si...un poco rara" Para entonces (estamos hacia la mitad de la obra) ya ha ocurrido de todo. Su hija, Meme y su nieta han utilizado la ducha de la clínica para ducharse, han hecho la colada en el baño de la habitación de la enferma, y su nieto Marito se ha metido en la cama de la clínica destinada a su abuela.

Así es La omisión de la familia Coleman, con libro y dirección de Claudio Tolcachir, e interpretación del grupo Timbre 4, que se reestrenó el 6 de abril en la sala 2 de Las Naves del Español (Matadero), donde permanecerá en cartel hasta el 24 de abril. Este drama, repleto de humor negro e inteligente, es precisamente el montaje con el que Tolcachir y Timbre 4 (que no es sólo una compañía sino también una escuela teatral dirigida por Tolcachir) se dieron a conocer, a partir de 2005.

Familia al límite

En la casa donde vive la abuela, con su hija Meme, de mediana edad y los tres hijos de ésta (Marito, Damián y la chica Gabi que son gemelos) reina el caos. Cualquier intento de llevar a cabo acciones corrientes y necesarias para la convivencia, desemboca, cíclicamamente, en riñas, pataletas y situaciones absurdas. La simple búsqueda de unos fósforos (que Marito se ha empeñado en esconder) por parte de Memé puede desembocar en una pelea de los dos hermanos Marito y Damián, como niños, sobre el sofá. Ni que decir que todos los hijos tienen ya edad para vivir por su cuenta.

Escapar de la familia

Además hay otra hija pero que nunca vivió con los demás. Verónica, que viene de visita con su chófer. Está casada y tiene dos hijos que aún no ha presentado a su abuela, madre y hermanos porque se avergüenza de su familia de origen. Cada vez que va a verles sale con dolor de cabeza. Ella intenta vivir conforme a los cánones de la clase acomodada pero el espíritu lunático de su familia le rompe los esquemas. Así por ejemplo, su madre Meme, intenta convencerla para que la lleve a vivir con ella, su marido y sus hijos. "Como ves esta casa es una locura", afirma para argumentar la petición. "Tu, mamá, también aportas lo tuyo", le contesta la desesperada Verónica, en una réplica que define bien el sinsentido y el disparate continúo en el que se ven envueltos los Coleman.

De hecho, casi todos los miembros de la familia, se preguntan en algún momento qué serían fuera de esta casa y esta familia

Cuando el silencio se instala

"Cuando el silencio se instala en una casa es muy difícil hacerlo salir; cuanto más parece que queramos callarla" escribió Marguerite Yourcenar. En La Omisión de la familia Coleman, todos salvo Damián (el más autista, que habla sin palabras, por ejemplo golpeando la silla contra el suelo cada vez que se desplaza por la casa) hablan mucho, como arrastrados por la propia dinámica de la cháchara.

Y sin embargo, la obra de Tolcachir habla de los silencios que pesan sobre esta familia. Y de sus desencuentros. "De una convivencia imposible transitada desde el absurdo devenir de lo cotidiano”, explica Claudio Tolcachir. "Se trata", añade, "de una familia viviendo al limite de su disolución, en una casa que los contiene y los encierra, construyendo espacios personales dentro de los espacios compartidos, cada vez más complejos de conciliar".

De hecho, la escenografía nos coloca ante un piso recargado de objetos: un viejo sofá, una vieja máquina de coser. No es extraño que Memé -obsesionada por los grifos- asegura que el del piso no funciona.

Una familia extraña, que más allá de algunas psicopatías más pronunciadas (Memé, Marito) podría ser la nuestra si le pusieran encima la lente del microscopio de Tolchachir.

Interpretación sobresaliente

Cuando Tolcachir apunta en sus notas de producción que "en lo actoral, la interpretación se instala en lo natural" no está exagerando. Parece incluso quedarse corto, si analizamos el trabajo que el grupo Timbre 4, hace con su texto. El proceso de trabajo se realizó a través de improvisaciones y ejercicios de composición de los personajes. El resultado es para que el público aplauda largamente en pie. Todos están bien en sus papeles y excepcionalmente bien Lautaro Perotti (Marito), Miriam Odorico (Meme) y Araceli Dvoskin (abuela).

Durante una hora y 30 breves, asistimos a un trepidante trozo de vida, cortado de un solo tajo. Peleas, discusiones, pero también diálogos. Aunque el trasfondo sea complicado, los diálogos inteligentes, vivo y rápidos hacen que en muchos momentos, sea una comedia desternillante.

Próximas citas con los cómicos argentinos

No es la primera vez que Tolcachir y Timbre 4 desembarcan en Madrid. En el Teatro Español estrenaron Todos eran mis hijos que registró porcentajes de ocupación cercanos al cien por cien. Ahora se instalan en el Matadero hasta el 5 de junio. Tras La omisión de la familia Coleman, pondrán en escena, del 27 de abril al 15 de mayo. Tercer cuerpo, segundo texto de Tolcachir que nos cuenta la historia de 5 personas atrapadas por la rutina y que ya presentaron la temporada anterior en el Teatro Español.

La tercera obra que representarán en Las Naves del Español es El viento en un violín, su nueva propuesta estrenada en París el pasado otoño; una historia centrada en la relación entre madres e hijos.