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Una fría acogida en Venecia agudiza aún más los silencios de 'Caracremada'

  • El catalán Lluís Galter presenta su Caracremada en la sección Horizontes
  • La mujer y el guionista de Polanski colaboran en Essential Killing

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"Caracremada", un maqui en la Mostra de Venecia

Una fría acogida por parte del público del 67º Festival Internacional de Cine de Venecia ha acabado por agudizar aún más los omnipresentes e interminables silencios de la cinta española Caracremada, presentada este lunes en la Ciudad de los Canales dentro de la sección "Horizontes".

La película del joven director catalán Lluís Galter (Figueras, 1983), licenciado en Comunicación Audiovisual en Barcelona hace sólo cinco años, renuncia a los diálogos en la práctica totalidad del filme para dar protagonismo a una muy cuidada fotografía, auspiciada por un impresionante paisaje del interior de Cataluña.

Los cambios de estación y las únicas interrupciones del sonido de las balas y algún fraseo perdido en la trama acompañan un lento paso del tiempo, el mismo que debe esperar la resistencia al régimen franquista (1939-1975) de la anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) para conseguir alcanzar sus objetivos.

"El no poner diálogos no fue una decisión. Al menos al inicio el guión llevaba diálogos, pero luego la escena clave me motivó a hacer esto. Es la imagen del hombre con la sierra. Había que centrarse en este tipo de situación, no ser nunca discursivo, sino ser más simbólico", ha comentado Galter durante una rueda de prensa en la Ciudad de los Canales.

"De alguna manera hay una historia que se explica con palabras en los libros. La historia de maquis y de anarquismo no incluye muchas veces a Caracremada y, para reivindicarlo, había que hacerlo rebelándose contra esa historia. Esto hacía que tuviéramos que contar la historia como un camino paralelo, en imágenes y sonidos", ha añadido.

Caracremada es, además del título de esta cinta de 98 minutos de duración, el sobrenombre que la Guardia Civil daba al protagonista de la historia, Ramón Vila Capdevila, quien decidió en 1951 rebelarse al mandato de la CNT desde Toulousse (Francia) de dejar la acción violenta contra el régimen de Francisco Franco y ocultarse en los bosques catalanes para llevar a cabo un golpe de efecto, el sabotaje de una central eléctrica.

La sombra de Polanski ilumina la Mostra

El antiguo guionista y viejo amigo de Roman Polanski, Jerzy Skolimowski, y la mujer de éste, Emmanuelle Seigner, se pliegan al protagonismo mudo y absoluto de Vincent Gallo en Essential Killing para iluminar la Mostra con una agreste pieza cinematográfica sobre el instinto de supervivencia.

Seigner no apareció por Venecia. Gallo -también director de una de las películas a concurso- sigue fiel a su alergia a las ruedas de prensa. Y así, fue el director de filmes como El año de las lluvias torrenciales quien defendió la brutalidad poética de Esential Killing.

En Essential Killing el que fuera guionista de El cuchillo en el agua parece que no ha perdido 48 años después la aspereza de su narración, y la exhibe por todo lo alto en su retrato de un afgano que emprende una salvaje huida tras ser capturado por el Ejército estadounidense.

"Es la lucha de uno contra muchos, y entre esos adversarios está sobre todo la naturaleza", aseguró el director, que envuelve su cinta en sobrecogedoras localizaciones de Israel y Noruega -Afganistán y Rusia en la ficción- pero principalmente deja rienda suelta al talento visceral de Vincent Gallo.

El intérprete de Tetro, una suerte de Klaus Kinski 2.0, se mueve como pez en el agua -o como lobo en la nieve, mejor dicho- en esta cinta que, por otro lado, conecta con el espíritu radical y turbador de los mejores títulos que el actor alemán hizo con Werner Herzog.

El protagonista, potencial terrorista talibán y fáctico asesino, acaba con todo aquel que se le ponga por delante, pero la culminación de la violencia lírica se produce cuando asalta a una mujer con su hijo en brazos para mamar su leche materna.

En su absorbente hora y media de imágenes sin diálogo, la complicidad del público con el personaje está lejos de la compasión.

La barbarie poética eclipsó así a la barbarie histórica, realista, terrosa y a veces demasiado efectista de Wang Bing en The Ditch, cinta ambientada en China en 1960, en un campo de reeducación comunista en el desierto de Gobi.

Ésta fue la esperada sorpresa del festival, que recibió aplausos de una minoría y suspiros de los demás en cuanto aparecieron sus primeras letras chinas.

The Ditch supone la primera ficción de Bing, recordado por los más festivaleros por un documental de nueve horas titulado Tie Xi Qu, y que ahora muestra una loable tendencia a la sobriedad que contrasta con su manejo a veces poco sutil de los recursos dramáticos.

"No es un filme de protesta o de denuncia. Es constructivo pero no es crítico. No va contra nadie, sólo quiere la igualdad entre las personas", resumió el director.