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España queda atrapada en el laberinto hondureño

  • La postura española sobre Honduras puede nublar su mando de la UE
  • Zapatero confía en un pacto de unidad nacional que evite replantear su postura
  • Si no existe ese acuerdo, España se encontrará en una incómoda posición
  • Lobo ya ha pedido la presencia del Príncipe de Asturias en su investidura
  • El órdago de Brasil al acoger a Zelaya puede dejarle en manos de Chávez

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El pasado 24 de septiembre, el presidente del Gobierno proclamó ante la ONU: "La democracia ha de volver a Honduras". Más de dos meses después se ha limitado a subraya que España no puede reconocer pero tampoco ignorar la situación de facto en el país centroamericano.

Entre ambos acontecimientos se han celebrado unas elecciones, que España adelantó que no iba a reconocer pero cuyo ganador, Porfirio Lobo, considera ahora "un nuevo actor" en el conflicto.

Y, sobre todo, un hecho clave: que Estados Unidos y buena parte de los países europeos consideran que la llegada al poder del candidato conservador sin la vuelta del presidente depuesto, Manuel Zelaya, es la solución menos mala para in conflicto que amenaza con estancarse mientras América Latina está más dividida que nunca.

"España queda en una posición muy difícil de cara a lo que va a pasar dentro de un mes, la Presidencia semestral, donde tiene que tener una postura de forjador de consensos", advierte Juan Pablo Soriano, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona especialista en América Latina.

El dilema europeo

Esa división ya se ha vivido en el Comité para Latinoamérica (COLAT) -un grupo de alto nivel del Consejo de la UE integrado por altos funcionarios de los países comunitarios-, y en el que se intentó acordar un texto común sobre las elecciones sin éxito, ya que algunos de ellos quieren un lenguaje "más duro" sobre cómo transcurrieron los comicios.

Así las cosas, la presidencia sueca de la Unión Europea (UE) se ha visto obligada a aprobar una declaración en la que se limitaba a lamentar que las elecciones presidenciales del domingo pasado en Honduras se celebraron bajo "circunstancias anormales".

De hecho, el primer problema serio para la diplomacia española en Honduras se podría producir el próximo 27 de enero, cuando está prevista la investidura de Lobo, que ya ha pedido la presencia del Príncipe de Asturias, como es tradición en las tomas de posesión de mandatarios latinoamericanos.

Zapatero, en ese momento ya presidente de turno de la UE, ya ha dicho que actualmente no se cumplen las condiciones para esa presencia y que es necesario antes un acuerdo nacional al que España fía sus esperanzas diplomáticas.

La complicada apuesta de la reconciliación

Sin embargo, para que se produjese ese acuerdo Lobo tendría que dar pasos hacia la reconciliación con el bando de Zelaya como la restitución del presidente depuesto, que de hecho depende de los diputados de su partido en el Congreso el próximo miércoles.

Zelaya tampoco va a poner las cosas fáciles, porque ya ha anunciado que no aceptará una restitución que legalice unas elecciones que considera ilegales por ser convocadas por un gobierno golpista.

En caso de que no cambien sus posturas, España se encontraría en un difícil callejón sin salida: si cambia su postura y reconoce el gobierno de Lobo sin la integración de Zelaya o sus seguidores, todo su discurso de defensa de la democracia y el orden constitucional perderá credibilidad y le enfrentará con buena parte de los países latinoamericanos.

En cambio, si mantiene el rechazo se enfrentará probablemente a buena parte de sus socios europeos, que presidirá en la UE, y a Estados Unidos, con el que hay riesgo de caer en "un choque más profundo", según advierte Soriano.

La situación incómoda de España se multiplica en el caso de Brasil, gran valedor de la postura de rechazo al golpe y que acoge a Zelaya en su embajada. Ambos países corren el riesgo de caer en la identificación con la postura agrupada de los países del ALBA, liderados por Hugo Chávez.

La tragedia de Brasil

"Lo que España y Brasil esperan es ser ellos mismos los que lideren la posición de oposición al golpe y que ésta no quede en manos del ALBA, para mantener una puerta abierta al diálogo", subraya el experto de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Así las cosas, el 'actor' Lobo tiene en su mano buena parte de las opciones para una salida diplomática digna de España: si integra a los partidarios de Zelaya en un gobierno de unidad y emprende acciones contra los golpistas puede abrir la puerta a un apoyo aceptable de nuestro país.

"La unidad se ha roto, pero eso no supone que no se pueda conseguir una nueva unidad", responde optimista Soriano sobre las opciones de futuro de la crisis.

Eso sí, lo que ha demostrado el desenlace del proceso electoral hondureño es que, pese a las invocaciones de Brasil de un eje Sur-Sur que haga la competencia a Estados Unidos en la región, a la hora de la verdad la diplomacia estadounidense sigue aplicando su criterio dominante.