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La policía cree que ETA dispone de una infraestructura en Madrid siete años después

  • Los terroristas compraron en Madrid la tarjeta prepago del último atentado la semana anterior
  • En 2001 fue detenido el último comando Madrid operativo de la banda terrorista
  • Las fuerzas de seguridad creen que busca un atentado significativo en plena campaña vasca

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Los expertos policiales tienen la convicción de que ETA vuelve a tener algún tipo de infraestructura en la capital de España, basándose sobre todo en dos datos obtenidos en la investigación del último atentado etarra: la adquisición de una tarjeta telefónica prepago en Madrid la semana previa y la insólita llamada que realizaron con ella para advertir del coche-bomba, realizada a tan sólo un kilómetro de donde habían aparcado el vehículo.

La Policía deduce de esa inmediatez que los autores materiales no tenían que recorrer una distancia importante para alcanzar su escondite. Los investigadores también ponderan el hecho de que los terroristas robasen la furgoneta-bomba en Navalagamella, un pequeño pueblo del noroeste de la Comunidad ubicado en una zona que ETA ya había utilizado con ese fin en 2005, en un atentado con un modus operandi calcado al del pasado 9 de febrero.

Las sospechas apuntan a que colaboradores de la banda instalados en Madrid o alrededores podrían haber marcado el lugar adecuado para sustraer el vehículo, e incluso a que podrían haber facilitado algún escondite para montar el explosivo o guardar la carga.

El último comando Madrid constatado por las fuerzas de seguridad fue desarticulado el 7 de noviembre de 2001, cuando fueron detenidos los dos etarras que acababan de atentar contra el secretario general de Política Científica Juan Junquera, en el barrio de Prosperidad. Ana Belén  Egüez y Aitor García vivían compartiendo piso con inmigrantes en casas distintas y tenían un piso franco en Salamanca.

Posible secuestro

Aunque ETA llevaba más de dos años sin actuar en Madrid, cometió tres atentados en la capital a lo largo de 2005; en dos de ellos robaron el coche-bomba en Guadalajara y San Lorenzo de El Escorial. Sin embargo, las investigaciones de aquellos atentados nunca avanzaron y no se pudo comprobar si contaron con ayuda instalada en la Comunidad de Madrid, una ayuda que de existir podrían haber vuelto a utilizar los etarras que atentaron en Ifema el lunes.

En cualquier caso, un incidente ocurrido el 15 de septiembre en Alcobendas provocó ya las sospechas de las fuerzas de seguridad. Aquel día, un jardinero que paseaba cerca del campus de la Universidad Autónoma fue asaltado por dos hombres y una mujer que le introdujeron en un coche. Tras comprobar una fotografía y preguntarle, de usted, si se había cortado el pelo, lo volvieron a bajar del vehículo amenazándole para que no corriese a denunciar a la policía.

Con todo, no se ha encontrado ni una sola prueba sólida de que fuese ETA la que intentaba secuestrar a alguien, quizá un concejal, al que confundieron con el jardinero. Pero el último atentado ha reforzado los indicios que apuntaban a ETA y a su presencia en Madrid.

Un atentado llamativo

Los últimos informes de los Servicios de Información apuntan a la intención de la banda de significarse en la campaña electoral vasca a través un atentado de gran repercusión. Las Fuerzas de Seguridad temen un asesinato selectivo o, incluso, un secuestro como el de Miguel Angel Blanco, con igual fin, algo que ya intentó el último comando Vizcaya desarticulado con un concejal socialista de Eibar.

El atentado en Madrid ha extendido la preocupación policial a la capital de España y en los últimos días se han intensificado los controles policiales en la ciudad y sus alrededores. Mientras, continúa la investigación que se inició en el  momento que estalló la última bomba en el Parque Ferial Juan Carlos  I.

En el marco de esas pesquisas se ha interrogado al dueño del establecimiento donde se vendió la tarjeta con la que los terroristas realizaron seis llamadas de advertencia, cuatro a servicios de  emergencia y dos al diario Gara, donde nadie atendió el teléfono por estar a esa hora la redacción vacía.