Enlaces accesibilidad

Una sopa de letras para no condenar la violencia

  • Las elecciones de 2009 serán las primeras sin representantes de la izquierda abertzale
  • Desde su creación, Herri Batasuna ha tenido un suelo electoral de 150.000 votos
  • En 1998 logró su mejor resultado al amparo de la tregua de ETA y el pacto de Estella
  • La Ley de Partidos le condenó a sobrevivir a través de un sinfín de siglas
  • Ha intentado concurrir a través de plataformas electorales y partidos 'durmientes'

Por
Idoia Ibero, líder en Guipuzcoa de D3M, plataforma electoral abertzale cuyas listas han sido anuladas por el Supremo.
Idoia Ibero, líder en Guipuzcoa de D3M, plataforma electoral abertzale cuyas listas han sido anuladas por el Supremo.

El mes de abril de 1978 cuatro partidos ya desaparecidos (LAIA, ESB, HASI y ANV, éste último recién ilegalizado) formalizaban la creación de una formación política abertzale y de izquierdas.

Su objetivo: expresar su rechazo al Consejo General Preautonómico, germen del actual Gobierno vasco y exigir el derecho de los vascos a decidir y la integración de Navarra en Euskadi.

Su nombre era Herri Batasuna y su éxito electoral como alternativa al PNV fue inmediato: 150.000 votos en los primeros comicios autonómicos, celebrados en 1980, convirtiéndose en la segunda fuerza política del País Vasco.

Casi treinta años después, los herederos de ese mismo partido -en algunos casos enfrentados a los que lo fundaron- siguen reclamando lo mismo y tienen, más o menos, el mismo número de votos, aunque su peso relativo ha bajado a causa del aumento de población.

Precisamente este estatismo en sus principios y la imposibilidad intrínseca de condenar la violencia de ETA ha hecho que, por primera vez en la historia de la democracia, la corriente política que representa al menos a una cuarta parte del electorado vasco se quede fuera de sus comicios autonómicos.

Diferentes nombres para lo mismo

Quizá como contraste, el nombre de este grupo ha ido cambiando de forma constante. Tras Herri Batasuna llegaron Euskal Herritarrok, Batasuna, Sozialista Abertzaleak, PCTV y ANV.

Esto por hablar sólo de los partidos que llegaron a concurrir a unas elecciones, porque la aprobación de la Ley de Partidos en 2002 ha hecho que surjan otras muchas siglas que se han olvidado tras su correspondiente anulación de listas: AuB, Herritarren Zerrenda, Aukera Gutziak, ASB y, ahora, D3M y Askatasuna.

Estos dos partidos son los últimos recursos de este conglomerado para esquivar esta ley y seguir teniendo representación en la cámara de Vitoria, donde han estado siempre presentes pese a que su actividad parlamentaria ha sido escasa, a excepción de ciertos momentos puntuales (y claves, ya que gracias a ellos se aprobaron los dos planes Ibarretxe).

Y es que los diputados de Herri Batasuna renunciaron a aprovechar su fuerza en el parlamento de Vitoria, haciendo primero que el PNV tuviese una minoría mayoritaria y luego que no le quedase más remedio que pactar con el PSE y su escisión de EA.

1998: la gran oportunidad desperdiciada

Sin embargo, todo cambió en 1998, cuando el encarcelamiento de su Mesa Nacional por difundir un vídeo de ETA como cuña electoral en las elecciones de 1996 provocó un cambio generacional 'forzado' de sus dirigentes.

A los Idígoras y compañía les sucedieron Otegi, Barrena y Permach, rostros visibles de la asociación electoral Euskal Herritarrok, verdadero resumen de las posibilidades de ascenso y caída de la izquierda abertzale.

La tregua de ETA y el pacto de Estella hizo que esta agrupación electoral lograse el mejor resultado de la historia de la izquierda radical abertzale, con 14 escaños y más de 220.000 votos.

La ilusión del 'sorpasso' al PNV se divisa por un momento y Otegi se presenta como el Jerry Adams vasco capaz de aglutinar a esta corriente política.

Más aún, los abertzales aceptan entrar en el juego político y dan soporte en la cámara vasca al nuevo lehendakari del PNV, Juan José Ibarretxe.

Sin embargo, la vuelta de ETA al asesinato en 1999 pone a esta formación ante su propia realidad, plasmada en su negativa a condenar los asesinatos.

El resultado: la pérdida de casi 100.000 votos en los comicios de 2001 -ya con la marca Batasuna-, la salida de dirigentes históricos como Patxi Zabaleta -que fundaría Aralar- y la aprobación de la Ley de Partidos, que le aislaría aún más del juego político.

Los partidos 'durmientes'

A partir de ese momento, se suceden las candidaturas ilegalizadas a los sucesivos comicios, en su mayoría como plataformas electorales al estilo Euskal Herritarrok, pero también como partidos 'durmientes' que sí han podido colarse en el juego político.

Es lo que ocurrió en los siguientes comicios vascos, en 2005, cuando la ilegalización de Aukera Guztiak no evitó que estuviesen presentes en Vitoria a través del PCTV, así como en las municipales de 2007, donde la plataforma ASB fue anulada mientras sí se permitieron la mayoría de las candidaturas de ANV, que paradójicamente participó en la creación de Herri Batasuna.

Con D3M y Askatasuna -creada como partido 'blanco' en 1998 por si se actuaba contra Euskal Herritarrok- la estrategia era la misma, pero esta vez no ha funcionado. Queda saber qué harán los 150.000 vascos que, elección tras elección, llueva o truene, asesine ETA o no, los han seguido votando.