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El rey Felipe VI ha llamado este viernes a difundir el poco conocido legado español en el Estado de Luisiana y en la ciudad de Nueva Orleans (Estados Unidos), una herencia fruto de una época en la que ese territorio era español y que contribuyó a que la ciudad fuese "integradora y mestiza".

Los reyes llegaron la madrugada de este viernes a Nueva Orleans para participar en la conmemoración de los 300 años de esta ciudad y de San Antonio, en Texas, y poner en valor la herencia española.

En Nueva Orleans, los reyes se han encontrado con el gobernador de Luisiana, John B. Edwards, y con la alcaldesa de la ciudad, LaToya Cantrell. Don Felipe ha animado al municipio a seguir adelante con su iniciativa de hermanarse con una ciudad española, convencido de que no faltarán candidatas con un carácter forjado por las mismas fortalezas: cultura en el sentido más amplio, un puerto eje de exportaciones y ciudadanos trabajadores y comprometidos con el progreso social.

Desde que hace ya casi 70 años EE.UU. frustrara los intentos del entonces comunista coreano Kim Il-sung de apoderarse desde el Norte de toda la península de Corea, el odio irracional ha sido la única sílaba en la relación entre Pyongyang, el refugio de los derrotados norcoreanos, y Washington, los valedores del Sur. Imágenes en blanco y negro quedan en una memoria épica fabricada por los descendientes Kim, convertidos en dinastía, Kim Jong-il y el actual Kim Jong-un, protagonista este martes junto al estadounidense Donald Trump del primer encuentro entre ambas naciones, enemigas acérrimas y mutuamente demonizadas. /0 años que podrían concluir con esta puesta en escena a todo color y cargada de esperanzas, sobre todo la de la desnuclearización de Corea del Norte. Paradójicamente, fueron las armas nucleares de Kim Jong-un, fabricadas en una carrera contrarreloj, la llave de estas voluntades, activadas para desactivar a su vez esta capcidad de exterminio. Otro capítulo será la apertura y la reintegración de la población norcoreana a la realidad ordinaria del mundo moderno, y su redención económica. Durante un tiempo, cuando la URSS reinaba en el Este, Corea del Norte fue tierra de promisión por su desarrollo aparente. Desaparecida la unión de los soviets, queda, como un fósil, aplastada ante el despegue económico de sus hermanos del Sur y su desarrollo. Quizás en un hábil giro de estrategia política, y quizás en un último aliento, unas bombas atómicas han perfilado lo que podría ser una salida digna.