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La Red de Periodismo de Investigación de la UER hace público su trabajo, que documenta cómo es la vida en las zonas anexionadas por Rusia y cómo funcionan las políticas de rusificación de la población Ucraniana. La red ha recopilado numerosos testimonios de expertos en derecho internacional y de ciudadanos que han vivido bajo la ocupación, que hablan de nacionalización forzosa, de la exigencia de tener el pasaporte ruso para acceder a la pensión o a la sanidad.

Larysa Borova salió de los territorios ocupados en junio. Como ella, otros civiles confirman que sin pasaporte no tienes derechos porque eres sospechoso y los sopechosos de colaboracionismo son detenidos. La tortura para obtener información es una práctica común, confirma a su vez Leonid Remyga, jefe del hospital de Jersón durante la ocupación.

Además, la investigación demuestra que el adoctrinamiento ruso se extiende al sistema educativo, los libros de texto de historia se han reescrito, y que en las zonas ocupadas se recluta forzosamente a los hombres ucranianos mayores de edad. Se calcula que 600 han muerto tras se movilizados en los frentes de Crimea, Donbás, Zaporiyia y Jersón.


Estos niños son cuatro hermanos gallegos, de padres palestinos, que vivieron en España hasta que hace un año se fueron a Gaza para aprender árabe, y allí les sorprendió la guerra. Al menos esta familia ha podido ser evacuada, y podrán volver a hacer lo que hacían antes de la guerra, como ir al colegio o ver a los amigos. Pero la guerra sigue castigando a otros cientos de miles de niños en Gaza.

Después de días de asedio al hospital de Al Shifa, el más grande de la franja de Gaza, los soldados israelíes han entrado en él esta madrugada, sembrando el terror entre los pacientes y las miles de personas que buscan refugio en el centro médico. Israel dice que se ha tratado de una operación precisa y localizada.