La escena se repite desde hace 30 años: el público se acerca a Eleanor Bergstein, guionista de Dirty dancing, y le cuenta con emoción en qué momento de su vida vieron la película y cómo les influyó.
“Me encanta porque la gente me habla de sus recuerdos, de lo que les pasaba cuando la vieron, si iniciaron una historia de amor o si se atrevieron a cambiar de trabajo”, señala la directora estadounidense, y pregunta educadamente a la redactora qué cuándo vio la cinta, en esta suerte de revival nostálgico que provoca Dirty dancing.