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¿Qué pasará con la guerra de Ucrania si Donald Trump gana las elecciones en Estados Unidos? Si Kamala Harris llega a la Casa Blanca, ¿mantendrá el apoyo económico y militar que Joe Biden ha dado hasta ahora a Zelenski? Analizamos el impacto que tendrán las comicios estadounidenses del 5 de noviembre en la guerra de Ucrania con la ayuda de la corresponsal de RNE en Washington, María Carou, que nos explica las políticas que ha aplicado el Gobierno de Biden para ayudar a Ucrania y, apoyándose en lo que han dicho los dos candidatos durante la campaña, nos ayuda a intuir cómo puede afectar al conflicto una victoria de Harris o una victoria de Trump. Completamos el análisis hablando con José Ángel López Jiménez, profesor de Derecho Internacional de la Universidad Pontificia de Comillas ICADE.

La OTAN ha pedido a Rusia y a Corea del Norte que retiren a las tropas norcoreanas de la guerra en Ucrania, ya se ha confirmado que hay soldados cerca de la frontera, y eso, según la alianza, puede suponer una peligrosa escalada en el conflicto. Rusia sigue atacando el país, dejando muertos y heridos, y destruyendo parte de su infraestructura.

El actual partido de Gobierno de Georgia habla de cara a las elecciones generales de guerra o paz: dicen que la oposición llevará al país a un nuevo conflicto armado con Moscú. Su candidato, un magnate que hizo su fortuna en Rusia, se presenta como el único capaz de garantizar la tranquilidad a través de una política pragmática con su vecino del norte. Se declaran partidarios de entrar en la UE, pero Bruselas ha frenado el proceso de ingreso de Georgia por la aprobación de leyes que consideran autoritarias y contrarias al espíritu europeo.

La ONG en la que trabaja Gurám da asistencia jurídica gratuita a distintos colectivos y es una de las afectadas por la ley de agentes extranjeros. Reciben el 99% de sus fondos del exterior, de la Unión Europea o de países como Estados Unidos o Suiza. Cree que la nueva norma solo busca silenciarles y deslegitimarles.

La oposición la llama ley rusa y ha provocado manifestaciones masivas. El Gobierno la defiende. Dicen que solo busca transparencia y combatir la injerencia extranjera.

Su universidad, la más antigua y prestigiosa del país, ha marcado la historia y personalidad de la segunda ciudad más grande de Estonia. Ubicada en el sureste del país, no muy lejos de la frontera rusa y a orillas del Emajõgi (el río madre), Tartu es una capital cultural, activa y de espíritu joven. En Raekoja Plats, la plaza del ayuntamiento, conocemos a Katri Kulm y Gersom Arbelo, una pareja que regenta la empresa de turismo Taste & Feel Estonia. Después de examinar ese corazón social de la urbe, ascendemos hacia la colina Toomemäe, que luce en su cima las ruinas de una catedral de ladrillo de origen medieval. Hoy, en parte reconstruida, acoge uno de los tres museos de la Universidad de Tartu; los otros dos están en un antiguo observatorio astronómico y en el imponente edificio noble de la institución académica. Dos antiguos alumnos, Leonardo Ortega y Reet Escribano, nos ayudan a entender su dimensión e importancia. Después de recorrer el colorido barrio Supilinn y el costado fluvial de la ciudad con la profesora Reet Vahemets, recalamos en el Museo Nacional de Estonia. También buscamos otras visitas culturales y científicas como el centro AHAA, la ciudad creativa Aparaaditehas o el teatro Vanemuine, que sentó las bases de la dramaturgia nacional tras la ocupación rusa. Contamos con las voces de la actriz Bianka Randell y de la escritora Kai Aareleid, que traza un preciso retrato de la Tartu de posguerra en su novela 'Ciudades en llamas' (Jot Down Books).