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Miles de personas, entre insurgentes y civiles, han abandonado en autobuses los distritos asediados en dirección a zonas bajo el control de los rebeldes en el oeste y el sur de la provincia de Alepo. El acuerdo ha sido posible al simultanear la salida también de 500 chiíes de las localidades de Fua y Kefraya.

Los primeros civiles y combatientes que permanecían atrincherados en los distritos que controlaban los rebeldes sirios en Alepo han salido de la ciudad en varios convoyes de autobuses y ambulancias, que han atravesado el corredor humanitario protegidos por el alto el fuego que entró en vigor a primera hora de este jueves, si bien se han registrado algunas escaramuzas a lo largo de la jornada. La salida de enfermos, heridos, civiles y combatientes, que continuará mientras se mantenga el alto el fuego, es la ratificación de la derrota de la oposición, al tiempo que el régimen celebra la "liberación" de Alepo, tal como lo ha calificado el presidente Bachar al Asad.

En países como Haití, Sudán del Sur o Yemen, cada día es una lucha por la supervivencia, pero especialmente para los más pequeños. Hay países como Haití en los que las situaciones de emergencia caen rápidamente en el olvido, aún cuando la situación siga siendo catastrófica. Esto deja las infancias sumidas en una precariedad difícil de solucionar. En otros lugares, como Yemen, la guerra no solo amenaza sus vidas directamente, sino que les priva de las mínimas condiciones de vida e imposibilita cualquier intento de reconstrucción, social o sanitaria. Los niños de Sudan del sur sufren desnutrición aguda y los tratamientos para salvar a menores llegan a cuenta gotas por el boicot de ambos bandos del conflicto a la ayuda humanitaria. Por eso las ONGs afirman que lo que ocurre en este país es una guerra directa contra infancia.