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Turquía mantiene una intensa campaña de bombardeos contra los campamentos guerrilleros del PKK en el norte de Irak. En la última semana, la aviación turca ha atacado decenas de objetivos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que las autoridades turcas consideran un grupo terrorista.

El gobierno de Ankara ha iniciado una ofensiva a gran escala contra el autodenominado Estado Islámico en territorio sirio pero también contra la guerrilla kurda del PKK que se refugia en el norte de Irak. El primer ministro turco justifica las operaciones militares por motivos de autodefensa y seguridad nacional.

Al menos 10 personas han muerto y 27 están heridas tras la explosión de dos coches bomba en los aparcamientos de dos hoteles en Bagdad, la capital iraquí. Otro explosivo en un tercer vehículo ha podido ser desactivado a tiempo. Se da la circunstancia de que el pasado febrero fue levantado el toque de queda, vigente durante años, después de que las fuerzas iraquíes  arrebataran el control de los alrededores de la ciudad al autodenominado Estado Islámico.

El gobierno iraquí lanza la batalla para recuperar la provincia de Ambar, al oeste del país. Preocupa especialmente la ciudad de Ramadi, en manos del Estado Islámico. Para ello, Bagdad echará mano de paramilitares chiíes, lo que puede aumentar todavía más la tensión religiosa en una zona de mayoría suní.

Ramadi, a poco más de cien kilómetros de Bagdad, ha caído en manos de Daesh, el Ejército Islámico. Supone un duro golpe para Irak, que para recuperarla ha tomado una decisión complicada: enviar a las milicias chiíes. En otras regiones han jugado un papel fundamental para frenar al grupo yihadista. Pero aquí, hasta ahora, se habían mantenido al margen porque la provincia de Al Anbar es mayoritariamente suní y temen que se avive la violencia sectaria. John Kerry, el jefe de la diplomacia estadounidense espera que la situación revierta en pocas semanas. En los últimos tres días la coalición liderada por Estados Unidos ha lanzado 19 ataques aéreos en las inmediaciones de la ciudad.

Más de 800 iraquíes, en su mayoría civiles, murieron en abril por el terrorismo, la violencia y la guerra. Es el último balance de Naciones Unidas. Hoy mismo ha habido explosiones en Bagdad. La misión de la ONU en Irak también cree que han sido asesinados 300 hombres de la minoría yazidí secuestrados en agosto por el Estado Islámico. También ha denunciado que 1.500 mujeres y niñas secuestradas por el Estado Islámico son utilizadas como esclavas sexuales.