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Comer a pie de calle

  • El programa analiza el negocio de la comida gourmet que se vende en furgonetas
  • Alberto sale con tres mil euros en el bolsillo todos los días desde hace tres meses a la caza de camionetas desvencijadas
  • ¿Cambiarán los ayuntamientos la ley para adaptarse a los nuevos tiempos?

Por
Comando actualidad - Comer a pie de calle
  • Un reportaje de realizado por Mario Montero, Juan Carlos Cuevas y Teresa Perales. 
  • Dirigido por Silvia Sánchez, Daniel Galindo y César P. Gozalo.

La alta cocina se vende en camiones y en la calle. Perritos, hamburguesas, croquetas, sushi, calamares..., la fiebre por la comida callejera ha llegado a España a bordo de autobuses desvencijados, furgonetas descatalogadas, furgones policiales o caravanas siniestradas que se reciclan y recuperan para convertirse en restaurantes callejeros. Conocidas como “food truck”, entre americanos y anglosajones, el negocio de la comida gourmet a pie de calle va sobre ruedas.

El sueño de Arnau, su madre y su hermano era montar un restaurante de comida casera. Aseguran que les ha salido diez veces más rentable comprar una camioneta por diez mil euros y echarse a las calles.  Ahora venden seis mil croquetas al día en la feria de comida ambulante que cada mes se celebra en Barcelona. Junto a su puesto, una abogada cuelga la toga durante el fin de semana para vender bocadillos de diseño a cinco euros. Si el público llega con apetito, la caja de dos días supera los cuatro mil euros.

No pueden estacionar libremente ni vender en cualquier punto de la ciudad.  En España la ley sólo autoriza este tipo de venta ambulante en espacios restringidos, ferias y eventos privados. En Sevilla, Cayetano ha conseguido un hito: tiene una licencia municipal que le permite estacionar su caravana y vender hamburguesas y otras delicias culinarias en doce puntos del centro urbano. Invirtió 60.000 euros hace tres años y ya está pensando en ampliar con una segunda camioneta. En los ocho metros cuadrados que tiene su furgoneta trabajan tres cocineros; caben horno, freidora, plancha y las ollas para el baño maría.  Ofrecen mil hojas de manzana asada con foie y chips de verdura a los 120 invitados que asisten a la comunión de Flor. Es en la celebración de bodas, bautizos y comuniones donde consigue casi la mitad de sus ingresos.

Alberto sale con tres mil euros en el bolsillo todos los días desde hace tres meses a la caza de camionetas desvencijadas. Compra pura chatarra con forma de camión, autobús o furgoneta. Las repara, adapta y transforma en restaurante móvil y, después, las alquila.  Tiene más de cien y se las quitan de las manos. Tiene tanta fe en el negocio que está comprando parcelas de suelo pegadas a grandes superficies y aparcamientos, cuando cambie la ley, dice, alquilará ese suelo a los camiones de comida callejera.

Estos nuevos dispensadores callejeros de manjares ¿han llegado para quedarse? ¿Cómo es esta nueva forma de negocio? ¿Qué piensan quienes llevan viviendo de la venta ambulante de comida, de las ferias rurales o de servir cervezas y pinchos en terrazas y veladores más de cuarenta años?