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Lotty Rosenfeld: Por una poética de la rebeldía

Emisión 21 de abril de 2013 · La 2

Por
Metrópolis - Lotty Rosenfeld

Esta semana en Metrópolis, dedicamos un programa a la pionera de la videoinstalación en Latinoamérica, Lotty Rosenfeld (Santiago de Chile, 1943). Esta artista chilena, firme opositora a la dictadura de Pinochet, fue fundadora y miembro activo del grupo conceptual de artistas y escritores, C.A.D.A. Esta iniciativa promovía nuevas propuestas estéticas basadas en la intervención ciudadana. Reflexión crítica y activismo frente a la dictadura imperante en Chile en los años 70 y 80. Una artista comprometida que ha centrado su obra en una mirada reflexiva en torno al signo y sus implicaciones en la sociedad.

Con motivo de su primera retrospectiva en el CAAC de Sevilla, comisariada por Berta Sichel, ("Lotty Rosenfeld: Por una poética de la rebeldía" –del 8 de marzo al 21 de julio-), la artista nos concedió una extensa entrevista en la que hicimos un recorrido por su obra y pensamiento. Un trabajo comprometido marcado por la oposición, la desobediencia, la lucha contra la injusticia y la rebeldía surgida en el contexto sociopolítico chileno de los años de dictadura.

Los inicios de Lotty Rosenfeld estuvieron ligados al grabado hasta que, con los cambios sociales y políticos en Chile vinculados a la llegada de Pinochet en el 73, decidió replantearse su práctica artística encaminándose hacia el activismo y poder así luchar contra el silenciamiento generalizado. En ese contexto, conoció a un grupo de artistas y escritores (Diamela Eltit, Raúl Zurita, Juan Castillo y Fernando Balcells) junto a los que fundó el colectivo C.A.D.A (Colectivo de Acciones de Arte). Este grupo interdisciplinar planteaba una nueva forma de hacer arte. Su primer trabajo fue Para no morir de hambre en el arte (1979), cuatro acciones simultáneas que evidenciaban las carencias que existían en ese momento, no sólo alimenticias, sino también artísticas. Repartieron litros de leche en poblaciones marginales con la consigna ‘1/2 litro de leche’ (en alusión a la campaña de alimentación promovida por Allende años antes), intervinieron una revista de oposición, transmitieron el discurso ‘No es una aldea’ frente a las NNUU en cinco idiomas y expusieron algunos de esos litros en una galería de arte sellados en una caja. Además, los envases de leche vacíos se entregaron a numerosos artistas para que realizaran alguna pieza con ellas y así recordaran siempre que esa leche fue consumida en una población marginal. La idea principal era hacer que todos reaccionasen, no sólo el público que estaba en esos enclaves, sino también el ámbito artístico replanteándose sus prácticas.

La segunda parte de este trabajo, Inversión de escena (1979), consistió en la movilización de ocho camiones de leche que circularon por Santiago hasta estacionarse en la puerta del Museo de Bellas Artes de la capital. Dispusieron también un gran lienzo blanco que impedía el acceso al museo. “El arte estaba en la calle y no al interior del museo”.

Con ¡Ay Sudamérica! (1981) los C.A.D.A. distribuyeron, con la ayuda de 6 avionetas civiles que sobrevolaron Santiago, unos panfletos en los que se podían leer “…Nosotros somos artistas, pero cada hombre que trabaja por la ampliación, aunque sea mental, de sus espacios de vida, es un artista. Lo que significa que digamos el trabajo en la vida como única forma creativa y que digamos, como artistas. No a la ficción en la ficción….”

Pero quizás el trabajo más representativo de C.A.D.A. fue No + (1983), que planteaba esta nueva consigna como alternativa de voto. Se ampliaban las opciones de Si o No, a algo más. Este signo implicaba una firme oposición frente a la situación de represión que vivía la sociedad. No + plateaba decir no + represión, no + dictadura, no + violencia, no + lucro, no + miedo…

Paralelamente al trabajo colectivo, Lotty Rosenfeld empezó a trabajar en solitario en torno a la idea de la intervención del signo, algo muy presente en toda su obra. Surge así el importante trabajo que aún hoy continúa, Una milla de cruces sobre el pavimento. Este proyecto nace en las calles de Santiago en 1979 para llamar la atención sobre los mandatos que obedecemos irreflexivamente sin plantearnos si hay otras opciones. Esta intervención consistía en la modificación de la señal de tránsito que separa los carriles de las carreteras a lo largo de una milla, convirtiéndolas en cruces, en signos positivos. Esta acción se ha desarrollado en lugares emblemáticos de diferentes partes del mundo: en La Moneda (Palacio presidencial) de Santiago (Chile, 1985), frente a la Casa Blanca en Washington (1982), frente al Museo Mile y la zona de Wall Street de Nueva York (2007-2008), en el Checkpoint aliadoy el Reichstag en Berlín (2007), en la Acrópolis de Atenas ( 1996); en El Capitolio de San Juan de Puerto Rico (1994), en la Plaza de la Revolución de La Habana (1985), en la Documenta XII de Kassel (2007) y, la más reciente, en la Avenida de los Descubrimientos de Sevilla (2013). Todos ellos, lugares cargados de Historia presente, pasada y futura.

En la pieza de video Proposición para (entre) cruzar espacios límites (Chile/Argentina / RDA-RFA, 1983) se documentan dos acciones en torno a dos emblemáticas fronteras: la que separa Chile y Argentina a través de un túnel (Cristo Redentor) y el punto de control aliado (Allied Checkpoint) que separaba las dos Alemanias hasta la caída del muro de Berlín. La intervención del signo de tránsito en este caso está ligada a una idea de confrontación entre espacios, entre culturas, entre formas de pensar, formas políticas... que, de alguna manera, se (entre) cruzan de forma simbólica al ser intervenido.

La obra de Lotty Rosenfeld se mueve entre la acción, la performance, la fotografía, el vídeo y la instalación. En este sentido destacan algunas de las instalaciones que formaban parte de la exposición retrospectiva del CAAC. Moción de orden (2002) es quizás la más compleja al entrecruzar diferentes proyecciones que se mueven en torno al espacio. La base es la imagen de una plataforma petrolera marítima en el Sur de Chile sobre la que se proyecta una hilera de hormigas que caminan ordenadamente y son interrumpidas, pero vuelven rápidamente a su camino. La instalación se completa con diferentes imágenes del archivo personal de la artista aparecidas en los medios en los últimos años. El espectador ha de construir su propia historia a partir de los pedazos de historia que muestran las imágenes que dialogan entre sí al moverse de forma aleatoria por la sala, llegando incluso a traspasarla. Por otra parte en El empeño Latinoamericano (1989), Rosenfeld trabaja con el lenguaje jugando con las dos acepciones que plantea el título en torno a la casa de empeños y al empeño latinoamericano por recuperar la normalidad y hacer frente a los retos que plantea el mundo globalizado.

Otras obras que vuelven sobre el lenguaje, esta vez como forma de poder, son la ficción ¿Quién viene con Nelson Torres? (2001), con guión de Diamela Eltit, en una versión libre de la obra “Kaspar” de Peter Handke; y la pieza La guerra de Arauco (2001), en torno al pueblo mapuche, donde también juega con el lenguaje y la fuerza cultural del mismo. En este caso, se evidencia el desencuentro que se lleva produciendo tradicionalmente entre el pueblo mapuche y las autoridades.

Terminamos el recorrido por la exposición retrospectiva con Cautivos (Chile, 1989) una verisón de la acción que se desarrolló en un hospital inacabado que, según Allende, iba a ser el más grande de Sudamérica pero nunca llegó a construirse. En este espacio inacabado, pero cargado de historia, denominado el elefante blanco, se proyectan diferentes imágenes de los cambios importantes que estaban teniendo lugar en el mundo en aquel momento (caída del muro de Berlín, el fusilamiento de narcotraficantes cubanos, el aterrizaje de Matías Rust en la Plaza Roja de Moscú... De nuevo, se plantea una revisión de la Historia, del pasado, del presente y del futuro.

Concluye así el recorrido por la obra de esta comprometida artista chilena en la exposición retrospectiva Lotty Rosenfeld: Por una poética de la rebeldía, comisariada por Berta Sichel, que permanecerá hasta el 21 de julio en el CAAC de Sevilla.