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Antonio y Ana: Se busca padre comprometido

  • Ana y Antonio repiten experimento de conciliación con sus dos niños
  • Antonio cree que su papel no es importante hasta que los niños tengan 10 años
  • Tendrá que cuidarles, hacer un disfraz y lo peor para él, darles de comer

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Convive - Capítulo 12 - Repetimos experimento

Antonio y Ana son un matrimonio de clase alta con dos hijos. Hace un par de años los entrenadores de Convive lograron que Antonio se pusiera en el lugar de su mujer y que tomara conciencia de todo el trabajo que hace Ana sin su colaboración. Después de este tiempo, Convive vuelve a llamar a la puerta de esta pareja porque este experimento parece no haber cuajado.

Ana sigue siendo la principal encargada de la organización de las tareas del hogar y el cuidado de los niños. Ahora cuentan con un nuevo miembro, Fran, un pequeño terremoto de un año que requiere atención continua. Desde la visita de Convive, Antonio dice que valora lo que hace Ana, pero esto no es suficiente.

Antonio dedica unos diez minutos diarios a sus hijos. Piensa que su aportación será importante cuando los niños sean más mayores, cuando tengan unos diez años y está convencido de que ahora, mientras sean pequeños, es la madre quien se tiene que ocupar de ellos en exclusiva. Lo que los entrenadores de Convive quieren demostrar a Antonio es que sus hijos necesitan un padre y que tiene que dedicarles más tiempo.

La odisea de vestir a los niños

Antonio tendrá que ponerse las pilas y para ello no hay nada como quedarse solo ante el peligro. Parte de la idea de que el programa ya le ha servido para lo fundamental, que es valorar el trabajo de su mujer, pero añade que ya no le puede aportar más, ya que está en él llevar su colaboración a la práctica. Y esto es lo que hará Convive. Forzarle a la práctica, en primer lugar, haciendo un disfraz de castor para su hija Paula, que el lunes tiene que participar en un representación teatral en el colegio.

Antonio se las ve y se las desea para vestir a sus hijos. "Este es el caballo de Atila", dice de Fran, "en dos minutos todo lo que está a su alcance está en el suelo". Ana no es demasiado exigente en este aspecto. "Les puede poner un estilismo complicado", comenta entre risas, "pero bueno...de él no sale vestirlos, que es lo que yo quiero".

Paciencia, mucha paciencia

Antonio no tiene paciencia con los niños. Lo dice su mujer y él lo reconoce. Juega con ellos un ratito, pero no demasiado. "Con los niños aguanto media hora, asegura, "no valgo, pero si hay que hacerlo, lo hago". Su punto de vista es curioso. Asegura que disfruta viéndoles jugar en la distancia, "porque no te están dando la coña y están a su bola". Reconoce que le "encanta observarles" y "disfrutar" con ellos.

Le encanta la parte bucólica de la vida en familia, pero no tirarse al barro. Ana asegura que no puede soportar que los niños se porten mal en sitios públicos.

"Antes si estabas comiendo y un niño lloraba pensabas... la madre que lo parió", comenta Antonio, " y ahora que los tienes dices, ¡mira!". Esta actitud hace más difícil que Antonio puede llevarse a sus hijos a comprar el disfraz de Castor. Su aversión a las colas y las aglomeraciones viene de lejos. Cuenta que cuando era novio de Ana "tenía que hacer un poco de persona normal" y evitaba participar en excursiones organizadas.Esta es su justificación para no ir a la compra.

10 minutos hasta los 10 años

Antonio pasa unos diez minutos al día con sus hijos porque cree que no es necesario estar más tiempo. Para eso está Ana, que es la madre. “Le gusta, vale para ello y lo hace bien, ¿ Para qué me voy a meter yo?”, afirma. Antonio cree que no se puede dar responsabilidad a una persona que no está casi nunca en casa. Piensa que "si tuviera que asumirla, la asumiría y lo haría, si no es como Ana, casi igual".

Nuestro protagonista trata de convencer a los coach de que en la vida hay momentos para todo y de que el suyo llegará cuando los niños sean más mayores. Piensa que lo necesario, lo útil, donde va a estar realmente educando a sus hijos es a partir de los 10 años. “Ese es mi momento”, asegura convencido. David Suriol y Miguel Janer no coindicen con esta teoría. Innumerables estudios psicológicos defienden que hasta los 5 años aprendemos todo en la vida.

Derecho a tener un padre

Antonio tiene la obligación de atender a sus hijos pero los niños tienen derecho a tener un padre. La negociación en este caso ya no consiste en si Antonio tiene que planchar más o hacer la compra o si tiene que limpiar los baños. La conciliación tiene un tema muy importante que es la familia. Es ésa la tarea que tiene Antonio por delante. Tiene que comprender que debe pasar más tiempo con sus hijos.

Antonio, que le dedica 10 minutos a los niños, también le dedica una hora y media diaria a ir al gimnasio. Este reparto hay que compensarlo. A pesar de las quejas sobre Paula y Fran, Antonio reconoce haber estado "muy entretenido". David Suriol le pregunta directamente: "Si esperamos hasta los 10 años, ¿Cuántos recuerdos como éstos te vas a perder?".

La solución es muy sencilla. El punto de partida será llegar media hora antes todos los días, a la hora de la cena y dedicar todo ese tiempo íntegramente a los niños. Esta experiencia ha hecho que Antonio se de cuenta de que se está perdiendo momentos importantes con sus hijos y que, si no los aprovecha ahora, será algo de lo que se arrepentirá en un futuro. Antonio ha captado el mensaje. "¿A las 8?. Perfecto".