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"Paseo a la orilla del mar" de Joaquin Sorolla en La Mitad invisible

  • "Paseo a la orilla del mar" es una de las obras más reconocidas del pintor valenciano Joaquín Sorolla.
  • En ella se encuentran la envolvente captación de la luz y el instante preciso con que el pintor miró fotográficamente a las dos mujeres de aquella escena.

Juan Carlos Ortega desvela al tercer personaje de aquel famoso paseo por la playa de la Malvarrosa.

Por
La mitad invisible - Paseo a orillas del mar. Sorolla

'La mitad invisible' es un programa cultural presentado por Juan Carlos Ortega y dirigido por Blanca Flaquer, que se emite los sábados a las 19:30 horas en La 2.

Equipo de este capítulo:

Rosa Masip, Joan Albert Planell, Josep Parés, Marta Vilanova, Pol Graell, Ramon Rull

Uno de los pintores más productivos de la historia seguramente es el valenciano Joaquín Sorolla, el pintor universalmente reconocido por su destreza con la luz. La Mitad Invisible se ha fijado en un cuadro, pintado en la playa de La Malvarrosa en 1909, que se titula 'Paseo a la orilla del mar'. Esta obra se puede contemplar y disfrutar en el Museo Sorolla de Madrid, ahí es donde Juan Carlos Ortega descubre la razón por la cual está imantado por las dos damas que aparecen en el cuadro, las cuales son la mujer del pintor, Clotilde y una de las dos hijas, María.

A Juan Carlos le intriga el movimiento de las dos mujeres vestidas de blanco avanzando hacia algo o alguien. Se dedica a descubrir quiénes son las damas y la razón por la que le impacta tanto la pintura. Para ello le ayudan desde el Museo Sorolla, que fue la casa donde residió toda la familia Sorolla hasta ser donada en 1934 al estado; un experto en arte como Edmund Peel y un biznieto de Sorolla, Miguel Lorente, que también se dedica a la pintura. Será él quien le dará razones a Juan Carlos para entender el porqué le parece que esas dos mujeres, su bisabuela y su tía abuela, avanzan hacia alguien.

Finalmente, la Mitad Invisible encontrará a ese alguien que es, ni más ni menos, la otra hija de Sorolla: Elena. Los últimos instantes del programa estarán dedicados a esta tercera mujer, a quien Joaquín Sorolla pintó en esa misma playa y que hoy descansa en una pared de un confortable salón de Madrid.

Contemplar una obra de arte siempre es un gesto que requiere tranquilidad y una buena disposición para dejarnos llevar por la imaginación. Una actitud quizá un poco más racional la vamos a necesitar si pretendemos conseguir el análisis pero ¿era esto lo que debía hacer cuando me regalaron la oportunidad de acercarme al famoso Paseo a la orilla del mar de Joaquín Sorolla?

Decidí pues que primero miraría por largos espacios de tiempo la pintura y que luego vendría la elección de mi mirada: ¿la disección de la obra y encontrarle algún secreto técnico nunca antes desvelado –cosa difícil puesto que yo no soy ninguna experta en arte y Sorolla ha sido ampliamente estudiado- , o lanzarme a la aventura de entrar en la secuencia que el pintor me estaba ofreciendo?

las mujeres me tendieron una mano y me invitaron a pasear con ellas

Miré la obra durante tres días seguidos y en distintas situaciones. Mezclaba los soportes y mis ojos podían estar o ante la luz fría de la pantalla del ordenador o en posición casi cenital sobre las páginas de los catálogos o monografías que aquellos días pasaron por mis manos. Llegaba por la mañana temprano y, con la vista limpia, me entregaba al ejercicio. Al mediodía repetía la misma acción una vez mi entorno me había abandonado para ir a comer. El último viaje óptico lo hacía durante el crepúsculo. Y así decidí que sólo podía disfrutar de aquella maravilla si me dejaba seducir por aquella bella escena en que dos mujeres de blanco, avanzan por una playa intentando vencer levemente una brisa que me parecía azul pero que en realidad era blanca.

Y así las cosas, las mujeres me tendieron una mano y me invitaron a pasear con ellas. Una vez dentro de aquella realidad virtual percibí el espacio que queda fuera del marco del cuadro. La playa se extendía a lo lejos y el mar se perdía en el horizonte. No hacía excesivo calor. Y ah!!! No estaban solas. Una adolescente las esperaba.

Yo me he dejado acompañar por los consejos y las lecturas de: