Dominique González-Foerster

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Metrópolis se acerca esta semana a una de las artistas más destacadas del arte relacional. Su trabajo, una reflexión relajada sobre la vida urbana contemporánea, da lugar a nuevos espacios, sensaciones y momentos, reales o ficticios, con claras referencias al ambiente urbano y la melancolía tropical. Atraída por la literatura, la arquitectura y la música, entre otras disciplinas, ha colaborado con diferentes artistas y explorado las convenciones cinematográficas a través de sus vídeos e instalaciones que, en ocasiones, suponen una deconstrucción de los espacios y símbolos que conforman las ciudades. Imágenes de gran carga simbólica y narrativa que plantean una fusión del tiempo, el espacio y la experiencia subjetiva respecto a los entornos. Esta semana en Metrópolis, Dominique González-Foerster (Estrasburgo, 1965).

Empieza el recorrido por la trayectoria artística de Dominique con una muestra de sus primeras obras. La serie de "Chambres" (1992-1996) es una prueba del proceso introspectivo, más que íntimo, que siempre ha marcado su trabajo. Una composición de las piezas realizadas entre 1992 y 1996 en torno al concepto de "habitación" y de "interior" a partir de la recreación de dormitorios, espacios cerrados y escenarios con gran carga narrativa. En estas habitaciones el espacio empieza a vislumbrarse como parte esencial de las instalaciones de Dominique. El vídeo "Une chambre en Ville" de 1996, es una representación de esos espacios íntimos incluyendo todos esos elementos que hacen referencia a lo que hay más allá de esa habitación y que reflejan el estado de ánimo de la misma.

Con formación artística, a lo largo de su carrera ha completado su trabajo aunando diferentes disciplinas en colaboración con artistas, arquitectos, músicos... "Ann Lee in Anzen Zone" es una de esas obras realizada en colaboración con Pierre Huyghe y Philippe Parreno. Todos ellos artistas con un claro interés por la transformación del espacio expositivo y por la recepción del hecho artístico.

Su principal campo de trabajo es el vídeo y la instalación, como medio ideal que le proporciona las herramientas necesarias para crear espacios y ambientes íntimos como las instalaciones Expodrome (Musée d'Art moderne de la Ville de Paris/ARC, París, 2007), su primera gran exposición personal, y Nocturama* (MUSAC- León, 2008), la primera en España, en colaboración con varios artistas. Esta exposición se componía de Promenade, con Christophe Van Huffel, una suerte de paseo y reflexión tropical; Tapis de lecture, una especie de biblioteca horizontal en torno a la obra de Enrique Vila Matas; Cinelandia, una selección de los filmes de Dominique; Solarium, con Nicolas Ghesquière, un espacio para la contemplación y recepción lumínica; y por último Nocturama, espacio que recrea el ambiente conturno y que da nombre a la exposición.

En su trabajo se ha visto una evolución que va de los espacios más íntimos y cerrados para dar paso, poco a poco, a los espacios más amplios, al ambiente urbano. Reflejo de ello es su vídeo "Riyo" (1999),  un largo travelling horizontal que empieza en la mitad del río y recorriendo la orilla nos introduce en una tímida conversación telefónica entre dos adolescentes japoneses. Audio e imagen parece en planos diferentes pero confluyen en una coreografía narrativa similar a la que pueda aparecer en "Plages" (2001), enlazando espacios, sensaciones y personajes no definidos.

Entre sus últimos trabajos aparece TH.2058 (Octubre 2058), exposición que tuvo lugar en la Tate Modern de Londres teniendo como punto de partida una apocalíptica ciudad de Londres, a la vez real y ficticia, que es inundada por una lluvia constante y la Sala de Turbinas de la Tate como único lugar para refugiarse. Un proyecto en el que Dominique González-Foerster evoca un nuevo espacio aunando los conceptos de ausencia, desaparición o espera. Un refugio en el que juega con algunas famosas piezas de artistas como Louise Bourgeois, Alexander Calder, Mauricio Cattelan o Henry Moore.

Finalmente, Chronotopes & dioramas (Dia Art Foundation - New York, 2009) conecta de nuevo a la artista francesa con la Literatura al ubicar ejemplares de obras del siglo XX a lo largo de diferentes dioramas en función de su lugar de origen: el desierto, los trópicos y el Atlántico Norte.