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Dirigir Informe Semanal

Informe Semanal, vivir en la 4ª planta

  • Texto escrito con motivo del 30 aniversario del programa

Por
María Antonia Iglesias. Directora del programa de 1989 a 1990.
María Antonia Iglesias. Directora del programa de 1989 a 1990.

Dirigí Informe Semanal tan sólo un año, de 1989 a 1990. Mi acceso a la Dirección de los Servicios Informativos de Televisión Española interrumpió, inesperadamente, abruptamente, la que ha sido, sin duda alguna la experiencia profesional y humana más importante de mi vida.

Y tengo que confesar que aún me duele aquella ruptura, aquella separación (la primera) de Informe Semanal. Aunque para ser sincera tendría que hacer otra confesión: que aquella separación (la primera) no lo fue del todo, exactamente. Porque desde la dirección de los Servicios Informativos (sólo una planta más arriba, pero formalmente tan "lejos") no quise, no supe, no pude, "desengancharme" de Informe Semanal.

Los compañeros y compañeras que dirigieron el programa durante los seis años siguientes al mío no olvidarán fácilmente mi asedio constante, mi intromisión en su trabajo, mi adicción reconocida sin reservas. Tuvieron conmigo, todos, una paciencia infinita y hoy quiero reconocérselo y pedirles mil excusas... Sólo la idea de que ellos, que me calaron "enseguida", intuyeron siempre mi buena fe y la razón del puro amor al programa que llevaban constantemente de la planta quinta a la cuarta (nunca entendí por cierto, porque tenía yo que 'vivir' en la planta quinta). Pero reconozco que sufrirme a mi no les debió resultar nada fácil.

Y es que Informe Semanal me "enganchó" desde el principio. Desde el primer reportaje que hice por encargo de Ramón Colom, al que nunca podré pagar con nada aquella primera oportunidad: nada menos que una recuperación de la vida y el perfil humano de Dolores Ibarruri, la Pasionaria, no puedo expresar certeramente el valor de aquella experiencia, llena de riesgos y de retos, culminada en un trabajo que me proporcionó uno de los regalos más preciados de mi vida profesional: poder ejercer la libertad de espíritu sin más limitación que el rigor para recuperar una de las páginas más falseadas de nuestra historia.

Desde entonces no dejé Informe Semanal, o mejor dicho Informe Semanal ya no me dejó a mí. De modo que cuando llegué a la dirección del programa no hice sino continuar con mi trabajo además de hacer trabajar a un equipo de profesionales que demostraron una talla enorme, una obsesiva tozudez por el trabajo bien hecho. Tan constante y tan de verdad que no me es posible evocarla sin emoción y agradecimiento.

Desde aquellas tumultuosas reuniones de los lunes (que también crearon adición) hasta el final de la emisión del programa, el sábado por la noche, vivíamos en Informe Semanal una tensión al borde del vértigo. ¡Cómo olvidar aquellos montajes hasta las cuatro de la mañana, los cambios del programa incluso el mismo sábado, los "tirones" de esfuerzo personal a los que respondían todos los de Informe Semanal sin ninguna excepción¡. Y luego el resultado: le ganábamos en audiencia incluso al fútbol.

Me resulta imposible "elegir" reportajes, seleccionar apresuradamente los "mejores". Porque creo sinceramente (y aquí quiero compensar la autocrítica del principio con una deliberada inmodestia) que todos eran, fueron, los mejores. Solo evocaré uno y no por su significado y su dimensión histórica, que también. Sino porque creo que refleja fielmente el espíritu de aquel Informe Semanal que yo dirigí.

El reportaje se apoyaba en una entrevista a Adolfo Suárez que logramos a pesar de muchas dificultades. Es verdad que yo hice esa entrevista, que yo peleé con aquel difícil y escurridizo protagonista de la transición. Pero es más cierto que sin la ayuda, el trabajo generoso, exhaustivo y vocacional de un equipo inmenso, profesional y humano, con el que tuve el privilegio de realizar aquel reportaje, mi entrevista hubiera quedado en el plano de los proyectos soñados. Si aquel reportaje fue una realidad los espectadores se lo deben a aquel equipo de aquel Informe Semanal. Ese fue su mérito y su razón de ser.