Enlaces accesibilidad
Menores de 12 años

El dilema de vacunar a los niños: no llevará a la inmunidad de rebaño, pero evitaría un número relevante de casos

  • Vacunar a menores de 10 años reduce la mortalidad COVID de otros grupos de edad, avanza un estudio
  • La información sobre el riesgo-beneficio dentro entre los propios niños es aún insuficiente

Por
La vacuna contra el COVID-19 ya se administra en el grupo de 12 a 19 años, pero sigue pendiente de aprobación para menores de 12
La vacuna contra el COVID-19 ya se administra en el grupo de 12 a 19 años, pero sigue pendiente de aprobación para menores de 12

¿Hay que vacunar a los niños contra el coronavirus? El dilema, que ha ido ganando peso en el debate público a medida que ha avanzado la vacunación en el resto de grupos, gira en torno al equilibrio riesgo-beneficio en dos apartados distintos. Por un lado, dentro del propio grupo de niños, aún con poca información y muchas reservas. Por otro, en el conjunto de la población, donde sigue habiendo controversia pero se mantiene la máxima de que cuantas más vacunas, mejor.

El argumento más reciente a favor de extender la vacunación a los niños llega con los datos preliminares de un estudio liderado por Saúl Ares y Susanna Manrubia, investigadores del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. Su conclusión: la vacunación de menores de 10 años no llevará a la inmunidad de grupo ni detendrá del todo la transmisión del virus, pero sí puede evitar un número relevante de casos en otros grupos de edad.

Así se distribuyeron, en tantos por mil, las muertes por COVID en España en el último mes.

En torno al 60 % se produjeron en mayores de 80 años, mientras que otro 30 % se concentró en los mayores de 60.

Según los primeros datos del estudio de los científicos del CSIC, vacunar al 50 % de los menores de 10 años habría evitado casi una de cada cinco defunciones de mayores de 80. Y más de una de cada diez entre las personas de 70 a 79 años.

Llegar a vacunar al 75 % de niños conllevaría una reducción de entre el 14 y el 29 % de las muertes de mayores de 60 años. Además, prevendría casi una de cada cien defunciones entre las personas de 40 a 59 años.

Finalmente, vacunar a prácticamente toda la población menor de 10 años podría evitar el 20 % de las muertes para los mayores de 60; el 30 % de las de los mayores de 70; y hasta el 40 % de las de los que tienen ochenta años o más.

“En todos los casos, lo que vemos es que dificultar, gracias a la vacuna, la transmisión del virus en los niños tiene un efecto en otros grupos de edad: hace que haya menos transmisión y, teniendo en cuenta la probabilidad de muerte asociada a enfermedad grave, de que haya menos muertes en un porcentaje relevante”, explica Ares a DatosRTVE.

“Vacunar a jóvenes salvaría vidas, pero no detendría la epidemia”

La simulación parte de una condición inicial: la situación real de vacunación por grupos. Y se compara la diferencia entre que los menores de 10 años esté sin vacunar, como ocurre ahora, y que comiencen a recibir dosis. “Se puede establecer una comparación ahora: un grupo no vacunado puede ser un riesgo para los que sí están vacunados, porque las vacunas no son perfectas”, apunta el investigador. “Quisimos calcular si habría una diferencia vacunando a ese grupo y sí la hay”.

Ya ocurrió a principios de verano, recuerda Ares: los contagios se desataron entre los jóvenes con poca cobertura de vacunación y al principio no fue muy grave. Pero a la larga, la alta circulación del virus hizo que los casos se extendieran entre los mayores, aumentando las muertes en la quinta ola. Actualmente los menores de 12 años -el único grupo sin vacunar- registra las mayores incidencias.

“No es una predicción”, insiste. “Tenemos en cuenta cosas complejas como la pirámide de población o las matrices de contactos, [estudios que miden la probabilidad de que dos personas interactúen dentro de un grupo y entre grupos distintos] pero el modelo es simplificado y los números no son exactos. Lo importante son las tendencias y ver que el orden de magnitud no es despreciable”.

Con este análisis, subraya Ares, lo que pretendían no es abogar por la vacunación a niños, sino destacar que no se trata solo de un problema individual: también hay un aspecto poblacional. “Vacunar a los más jóvenes salvaría vidas entre los más mayores, aunque no detendría la epidemia ni supondría inmunidad de grupo”, apuntaba en el hilo de Twitter en el que presentaba estos resultados.

Una cuestión clave, de cara al mencionado equilibrio riesgo-beneficio, es saber cuántas vidas salvaría. Y eso dependerá de la evolución de la pandemia. “No necesitamos predecirlo con ningún modelo, en el próximo mes vamos a tener clarísimo cuál es el nivel endémico al que se va a llegar”, argumenta el investigador, que añade: “Antes de que haya resultados concluyentes en las pruebas de las vacunas a niños -y desde luego antes de que se llegue a aprobar el uso de la vacuna en niños, si finalmente se aprueba- ya sabremos qué nivel de casos y muertes aguantamos”.

Entonces, apunta, será más fácil tomar la decisión.

El riesgo-beneficio individual, la otra gran cuestión

Aunque a lo largo de la pandemia se han infectado muchísimo menos que los adultos, los niños pueden contagiarse del virus, enfermar y, sobre todo, transmitir el coronavirus a otros. Por eso, organismos como los CDC (siglas en inglés para los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades estadounidenses) recomiendan sin ambages la vacunación de los mayores de 12 años, que ya está en marcha en diversos países, incluido España “La vacunación generalizada es una herramienta fundamental para frenar la pandemia”, apuntan los CDC en su web. ¿Y en el caso de los menores de 12 años?

El beneficio para la población general cada vez parece más clara, aunque incluso en este apartado sigue habiendo diversidad de opiniones: “Esa presión o esa urgencia por vacunarlos a todos, que sí que hubo con los de 12 a 16, no existe o no es tan evidente”, asegura Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

Sobre la otra parte del dilema, el equilibrio entre riesgo y beneficio a nivel individual, hay menos certezas. Este verano Pfizer y Moderna extendieron sus ensayos a niños de 5 a 11 años, urgidos por las autoridades sanitarias estadounidenses, con el objetivo de tener más información sobre potenciales efectos secundarios de la vacuna contra el coronavirus en este grupo. Pero los resultados detallados siguen sin conocerse.

“Lo único que sabemos [sobre cómo funciona la vacuna en los menores de 12 años] es una nota de prensa de Pfizer, que fue la primera en anunciar que tenía resultados, pero no los explicó”, señala Bassat. “Aseguraron que la vacuna funcionaría igual de bien, pero no hemos visto nada en detalle, no se ha publicado nada. [...] Para que la EMA u otros organismos puedan autorizar la vacuna necesitan tener todos los resultados definitivos de los ensayos clínicos. Esto todavía no ha ocurrido”.

En este sentido, el médico intensivista Alberto García-Salido señalaba, al hilo de un debate en Twitter, cómo otras vacunas recientemente incorporadas al calendario infantil en los últimos cinco años habían tenido ensayos clínicos mucho más pequeños. “El debate sobre esta y otras vacunas no se debe centrar en su seguridad (si no lo son no se usan, punto)”, añadía el pediatra. “Se debe centrar en su valor como medida de salud pública, tal y como se debe hacer con cualquier otra vacuna en la infancia”.

Cuando toque, las autoridades deberán poner en la balanza todas estas cuestiones. “Por el momento estos niños y niñas no pueden vacunarse, ya que no hay vacunas autorizadas para ellos. Cuando haya alguna vacuna apta para esta edad, las autoridades sanitarias establecerán si hay que administrarla, a quién, cómo y cuándo”, zanja por ahora el Ministerio de Sanidad español.

“No es algo que se vaya a decidir ahora", concluye por su parte Saúl Ares. "Como sociedad estamos debatiéndolo, y tiene sentido que sea así”.