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El accidente de Santiago podría comprometer los contratos millonarios del AVE en el exterior

  • Los AVE no registran ninguna víctima mortal desde su arranque en 1992
  • En el accidente de Santiago, el tren era un Alvia y la vía era convencional
  • El AVE de Brasil exige a los participantes cinco años sin un accidente fatal

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España cuenta con la segunda red más extensa de alta velocidad, con 3.100 kilómetros en servicio, solo por detrás de China. Los trenes AVE llevan recorriendo las vías desde 1992, más de veinte años sin registrar ningún accidente con víctimas mortales. Un bagaje con el que contaban las compañías españolas a la hora de adjudicarse contratos ferroviarios en todo el mundo.

La tragedia de Santiago de Compostela ha puesto en entredicho la imagen de seguridad y fiabilidad de los trenes de alta velocidad españoles, aunque con matices. El presidente del gestor de infraestructuras ferroviarias, Adif, Gonzalo Ferre, explicó el viernes que el descarrilamiento no se ha producido "técnicamente" en un tramo de alta velocidad, porque las vías eran convencionales.

El presidente de RenfeJulio Gómez Pomar, aseguró que ni la vía era de alta velocidad, ni "se ha producido en un tren de alta velocidad", por lo que "no es un accidente de la alta velocidad española". El tren que descarriló era un Alvia, no un AVE. En concreto, un Talgo 250 Dual, un modelo híbrido que permite circular en vías de distintos anchos.

Fuentes del Ministerio de Fomento reconocieron el lunes que el objetivo es que el descarrilamiento de Santiago sea considerado por la Unión Internacional de Ferrocarriles -máximo órgano del sector- un “accidente en una línea convencional mejorada”, lo que abriría la puerta a seguir en la licitación del AVE brasileño y en otros concursos.

El AVE de Brasil

La letra pequeña es fundamental porque el mayor proyecto en el que participa un consorcio de empresas españolas, el corredor de alta velocidad Río de Janeiro-São Paulo- Campinhas, cuya licitación puede superar los 13.000 millones de euros, exige a los participantes no haber tenido un accidente fatal en los  últimos cinco años. El tren de alta velocidad carioca será el primero de Iberoamérica, con una longitud de 511 kilómetros, y unirá a 40 millones de personas.

En el empeño del AVE brasileño están embarcadas once empresas -incluidos tres grupos extranjeros-. Se trata de las compañías públicas Renfe, Adif e Ineco, y las privadas Bombardier, Cobra (filial de ACS),  Abengoa, Indra, Thales, Dimetronic y Talgo.

La hora de la verdad llega a mediados de agosto, cuando el consorcio español presentará a la Agencia Nacional brasileña de Transportes Terrestres (ANTT) el "modelo 15", un documento que acredita que no ha operado ningún sistema de alta velocidad donde haya ocurrido "un accidente fatal" en los últimos cinco años.

Fomento va a reunirse con las empresas implicadas para coordinar esfuerzos y acordar una estrategia de comunicación que aclare las dudas que pueden haberse suscitado en otros países interesados en el AVE español.

Futuros proyectos

El contrato de Brasil no es el único que está en el alero. Las compañías españolas parten de una buena posición para adjudicarse el AVE de Kazajistán, entre la  capital Astaná y la segunda ciudad,  Almaty. Talgo ya cuenta con presencia en el país caucásico, que últimamente ha estrechado las relaciones comerciales y diplomáticas con España. La economía kazaja se está abriendo al mundo y albergará la Expo 2017, centrada en las energías del futuro.

En una zona geográfica cercana, en Rusia, el jefe del Ejecutivo se ha implicado  a fondo para conseguir que empresas de la piel de toro construyan el AVE que unirá Moscú y San Petersburgo en dos horas y  media, un contrato valorado en unos 14.000 millones de euros.

Estados Unidos también ofrece grandes oportunidades a las empresas españolas que tienen la vista puesta en el corredor  californiano, una infraestructura de 1.330 kilómetros, para enlazar Sacramento y San Diego con un tren de alta velocidad, y con  un presupuesto total de 60.000 millones de euros.

De momento, la mejor tarjeta de presentación para las compañías ferroviarias made in Spain es el AVE del desierto, el contrato en Arabía Saudí para construir el ferrocarril de alta velocidad entre las ciudades santas del Islam de La Meca y Medina. Además los saudíes no solo confían en la tecnología española para desarrollar el AVE, también acaban de adjudicar a FCC la construcción de tres líneas de metro en Riad por más de 6.000 millones de euros.