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Los datos que 'guiaron' al espíritu santo hacia el primer papa global

  • El peso de Latinoamérica en la población católica mundial ha sido decisivo
  • Sin embargo, estaba infrarrepresentada en el colegio cardenalicio
  • En los últimos cien años el eje del catolicismo mundial cruzó el atlántico
  • Por contra, el peso de la Iglesia en estos países ha descendido
  • Brasil y México se perfilan como los grandes campos de batalla del catolicismo

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Cuatro de cada diez católicos que hay en el mundo viven en Latinoamérica pero apenas uno de cada seis de los cardenales que eligieron el pasado miércoles a Jorge María Bergoglio como papa era de su área geográfica.

La irrupción del papa Francisco viene a responder cada vez más insostenible desajuste entre representantes y representados dentro de la Iglesia Católica: pese a que en los últimos 100 años el grueso de los creyentes ha pasado de estar en Europa a concentrarse en Latinoamérica, la Curia y sus dirigentes se han movido poco o nada hacia el oeste, teniendo a Italia primero y a Europa después como principales focos de poder.

Según datos del prestigioso instituto estadounidense Pew, si en 1910 el 65% de la población católica mundial se concentraba en Europa, en 2010 ese porcentaje apenas era del 24%. En el otro lado, el peso de los países latinoamericanos ha seguido una trayectoria inversa: del 24 al 39%.

Igualmente, de los cinco países con más católicos del mundo hace 100 años solo uno, Brasil, estaba en Latinoamérica. Ahora, tres de esos cinco focos de catolicismo se sitúan en América (Brasil y México son primera y segunda y Estados Unidos se sitúa en cuarto lugar).

Pero mientras el crecimiento demográfico y la secularización hacían que Europa perdiese peso real en el catolicismo mundial, las élites han seguido ancladas en el Viejo Continente, tal y como demuestran los propios datos de procedencia de los miembros del colegio cardenalicio.

Así, más de la mitad de los 115 cardenales que participaron en el cónclave procedían de Europa y 28 de ellos de un solo país, Italia, que tenía nueve votos más para elegir al papa que toda Latinoamérica junta.

De esta forma, la proporción de católicos por cardenal varía de manera radical de un país a otro: si en Italia hay un purpurado por cada 1,8 millones de creyentes en países como México o Brasil superan el cardenal por cada 20 millones. En Argentina, patria del nuevo papa, ser cardenal también es un evento casi extraordinario: un príncipe de la Iglesia por cada 17 millones de habitantes.

El relativo eurocentrismo que se ha producido en la Iglesia Católica también se ha visto reflejado en la personalidad y los viajes del papa emérito, Benedicto XVI, que hizo siempre hincapié en la necesidad de combatir el relativismo en el corazón mismo del cristianismo, Europa, y cuyos viajes se centraron en países vecinos del Vaticano como Alemania o España frente al carácter viajero de su antecesor, Juan Pablo II.

En cambio, el papa Francisco tiene en su propio continente no solo el mayor número absoluto de fieles sino también las sociedades donde proporcionalmente el catolicismo tiene más peso: un 70% de los latinoamericanos son católicos frente al 18% de media de la población mundial.

Pero el reto de Bergoglio es mayor de lo que parece. Aunque en efecto Latinoamérica sigue siendo el mayor pulmón de creyentes en las últimas décadas ha ido perdiendo fuelle en parte por el 'contagio' de la secularización procedente de Europa y también por la difusión de las creencias evangélicas en sociedades donde la desigualdad sigue jugando un papel clave. Según Pew, en el último siglo, el porcentaje de creyentes en las sociedades latinoamericanas ha caído en 18 puntos, el doble que en el caso de Europa, donde el alejamiento entre la Iglesia y la sociedad había comenzado mucho antes.

De hecho, los últimos datos estadísticos de Brasil, primer país en número de creyentes y sede de la Jornada Mundial de la Juventud de 2014, muestran que el porcentaje de católicos cayó de un 78% en el año 2000 a poco más de un 64% una década después. En México, el segundo país en creyentes la población católica también cayó ligeramente, de un 89% a un 855%.

En el otro lado, a la Iglesia católica le ha ido relativamente bien en dos zonas completamente distintas: el África subsahariana, donde su labor de misión ha dado sus frutos, pasando de una presencia mínima a ronzar el 20% de creyentes, y Norteamérica, terreno tradicionalmente propicio para el protestantismo pero gracias a la inmigración latina se ha ido reequilibrando.

De la labor que haga en estas dos áreas, junto a Latinoamérica, dependerá en buena medida el éxito del papa Francisco, el primer pontífice de la era global.