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Yemen pasa página a la 'era Saleh' con unas elecciones con un solo candidato

  • Forma parte del acuerdo de transición firmado hace tres meses por Saleh
  • El vicepresidente,Abedrabo Mansur Hadi, es el candidato de conseso
  • La posible abstención y la inseguridad son los retos de estos comicios

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Yemeníes se manifiestan para apoyar al candidato presidencial Abdo-Rabbo Mansour Hadi, en Sana, Yemen
Yemeníes se manifiestan para apoyar al candidato presidencial Abdo-Rabbo Mansour Hadi, en Sana, Yemen

Han pasado ya 90 días desde que el expresidente de YemenAli Abdullah Salehfirmara aquel acuerdo que ponía fin a 32 años de dictadura. Conforme al pacto entonces acordado, este martes el país más pobre del mundo árabe se convertirá en el tercero en celebrar elecciones desde el inicio de las revueltas en Oriente Medio y el Magreb y decidirá si apoya o no el plan de transición.

Y es que aquel acuerdo establecía una particularidad. A estos comicios sólo se postula un candidato a la presidencia, el vicepresidente Abedrabo Mansur Hadi, antiguo número dos de Saleh, algo que ha generado fuertes críticas de algunos de los movimientos que iniciaron las revueltas.

Una alta participación en el proceso electoral, que responde más a las características de un referéndum que a unas elecciones, concedería a Hadi legitimidad para emprender el Gobierno transitorio del país y las reformas necesarias, entre ellas, la redacción de una nueva Constitución o la reestructuración de las fuerzas armadas.

Hadi cuenta con el apoyo de fuertes sectores: por un lado, el del general Ali Moshen, antiguo aliado de Saleh que se pasó al bando revolucionario y que ahora controla un ejército de unos 50.000, según informa La Vanguardia. Por otro, el de la familia Al Ahmar, una de las tribus más poderosas del país, y que ejercen un fuerte control en el islamista partido Al Islah, el más popular del país y más que posible vencedor en unas futuras elecciones parlamentarias.

Sin embargo, el Movimiento separatista del sur del Yemen ha informado que boicoteará las elecciones presidenciales  y acusan al Gobierno central de discriminar a los ciudadanos de las provincias meridionales, apunta Efe.

La jornada se enfrentará también a otro desafío: la inseguridad. Junto a los partidarios del expresidente Saleh, el país también puede recibir los ataques de los grupos afines a Al Qaeda, muy activos en el sur, además de posibles enfrentamientos tribales.

Sin ir más lejos, la misma víspera de las elecciones, el país ha registrado varios incidentes de violencia y enfrentamientos armados, especialmente en el sur, mientras en la capital algunos sectores han continuado con las protestas para exigir que se juzgue a Saleh.

Por otra parte, el potencial retorno del expresidente Saleh, que se encuentra en EE.UU. para recibir tratamiento médico por las quemaduras que sufrió en el asalto a su residencia, después de las elecciones podría frustrar la agenda de su sucesor.

El tira y afloja de Abdullah Saleh

Desde que las revueltas se iniciaran en Yemen, inspiradas en los casos de Túnez Egipto y que el pasado enero cumplieron su primer año, el expresidente Saleh ha jugado un tira y afloja con la oposición para sortear el desafío.

Las primeras manifestaciones se iniciaron en enero, después de que el parlamento aprobase cambios en la Constitución para permitir a Saleh optar a un tercer mandato. Aquello provocó la ira de la calle y el inicio de unas revueltas en las que una organización de mujeres jugó un papel importante en las calles de Saná.

La mecha estaba encendida y de nada sirvió que Saleh anunciara días después que no se volvería a presentar ni cedería el poder a su hijo. A las manifestaciones cada vez más multitudinarias, el régimen respondió con una brutal represión, y comenzaron a darse deserciones en entre oficiales del Ejército.

Los enfrentamientos se repitieron por las principales ciudades del país, mientras las medidas anunciadas por Saleh - tales como destituir a todo su Gobierno o anunciar cambios en la Constitución para reestructurar el régimen electoral- no conseguían calmar las protestas. La cuerda se rompió finalmente para Saleh el pasado julio, cuando un ataque armado contra su residencia le hirió con serias quemaduras y le obligó a refugiarse en Arabia Saudí para recibir tratamiento por las heridas.

La presión  internacional era creciente y las monarquías árabes se involucraron directamente con un plan para resolver la contienda bajo una premisa: inmunidad a cambio de poder. El plan establecía que Saleh cediera el poder al número dos del Gobierno, Mansur Hadi, el hombre de consenso y convocara las elecciones presidenciales anticipadas - las que se celebran este martes- a cambio de inmunidad.

El presidente lo aceptó hasta tres veces, aunque siempre matizaba que no entregaría el poder a la oposición. Finalmente, el pasado noviembre, el hombre que gobernó Yemen durante 32 años, firmó aquel plan propuesto por el Consejo de Cooperación del Golfo, respaldado por la ONU y, sobre todo, por EE.UU.

El país más pobre del mundo árabe

Yemen es el país árabe más pobre y uno de los más pobres del mundo. Alrededor del 40% de la población vive con menos de un euro al día y sólo un 1% del terreno es cultivable. De sus poco más de 24 millones de habitantes, el 24% habita en las ciudades.

El país cuenta, además, con una gran influencia de la cultura tribal y una profunda división sectaria. El 99 % de la población es musulmana, de los cuales, el 46% son chiíes, el 53% son suníes. El resto pertencen a otras minorías religiosas, como los cristianos, judíos e hindúes.

Además, la compleja reunificación entre norte y sur que vivió el país en 1990 y la guerra civil de 1994 en la que se impuso el norte, profundizaron en una endémica estructura social dirigida, en muchas ocasiones, por autoridades tribal. A día de hoy, Yemen cuenta con uno de los mayores índices de corrupción y analfabetismo de Asia.

Su posición estratégica en las marítimas entre Europa y Asia le confieren una importante posición estratégica, lo que hace que su estabilidad también resulte vital para Estados Unidos.