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"Estamos convencidos de que el futuro de Grecia está en el euro". Una frase que hace no mucho parecería superflua cobra ahora toda su importancia tras la conversación a tres bandas entre Merkel, Sarkozy y Papandréu, que prometió seguir trabajando para que siga llegando las ayudas. El enviado de la CE en el grupo de trabajo para Grecia ha dicho: "Estamos aquí para ayudar, colaborando para mejorar la administración pública y reforzar la sanidad helena".

El Ministro de Finanzas francés espera que antes de finales de septiembre se apruebe el fondo de Estabilidad financiera, aunque varios países, entre ellos Austria, ya lo han retrasado por lo menos hasta octubre.

Que Francia y Alemania hayan reafirmado su compromiso por Grecia ha sido saludado por el comisario económico Olli Rehn, que espera que Grecia cumpla las condiciones.

Los resultados de la videoconferencia de ayer no han seducido a los medios alemanes que sólo la recogen de pasada. Unas siglas ocupan las principales portadas: FDP. Son las siglas del Partido Liberal, uno de los socios de Angela Merkel en el Gobierno. ¿Han encontrado los liberales en Grecia la tabla de salvación para su hundimiento en las encuestas?, se preguntan la mayoría de analistas.

También el Banco Central Europeo ha dicho en su boletín que el debate político sobre la ayuda a Grecia está lastrando a los mercados.

Se entiende por eurobonos los títulos de deuda respaldados por todos los países miembros de la zona euro. De crearse, desaparecerían las emisiones de deuda de cada estado miembro. Es decir, que ni España ni Francia ni Finlandia harían ya subastas de letras a tres meses o de bonos a cinco años. Para que salgan adelante tendría que haber más integración en la Unión Europea. Las economías de los 17 países miembros de la moneda única deberían tener una política fiscal común dictada por un Ministerio de Finanzas supranacional. Además, se tendría que crear una agencia de deuda europea que gestionara la emisión de bonos. Las primas de riesgo desaparecerían tal y como las entendemos ahora. En estos momentos, la prima de riesgo es el diferencial del bono a 10 años de cualquier país con el de Alemania. Según Juan Ignacio Crespo, analista económico, se compararía el bono europeo a 10 años con el bono de Estados Unidos.

Los países pobres al rescate de los ricos. Brasil, Rusia, India y China, las economías emergentes, estudiarán cómo ayudar a las economías desarrolladas durante un encuentro la semana que viene en Washington, de forma paralela a la reunión del Fondo Monetario Internacional. Pero ya hoy China ha advertido de que su apoyo no será incondicional. "Las principales economías de los países desarrollados deberían mantener la seguridad de las inversiones y la estabilidad de los mercados mundiales para dar confianza a los inversores", ha afirmado el primer ministro chino, Wen Jiabao.

El apoyo de los BRIC no es caritativo. A los emergentes les conviene que no caigan las economías que les compran buena parte de su producción. Tampoco a Estados Unidos le interesa, más o menos por las mismas razones, que Europa se hunda. El secretario del Tesoro estadounidense acudirá el viernes a la reunión informal de ministros de Economía de la Unión Europea, un paso sin precedentes porque hasta ahora Timothy Geithner y sus predecesores en el cargo siempre habían declinado la invitación. En ese foro pedirá que se unan esfuerzos para contribuir a la recuperación económica global y continuar con las reformas.

El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso hacía el anuncio a primera hora de la mañana ante el pleno de la Eurocámara. "La Comisión va a presentar pronto opciones para introducir los eurobonos (...). Algunas podrán aplicarse con la actual legislación comunitaria y otras necesitarían reformas en los Tratados".

Los aplausos desde los escaños no han acallado a quienes han reprochado a Barroso que adapte su discurso a los auditorios, hablando de eurobonos en el Parlamento pero evitando hacerlo ante los jefes de Gobierno en las cumbres comunitarias.

Pero hoy se hablaba sobre todo de Grecia. Y es ahí donde el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, ha alertado de los peligros que acarrearía su salida del euro. "Tendría dramáticas consecuencias económicas, sociales y políticas no solo para Grecia y para la zona euro, sino también para el conjunto de la Unión y sus socios globales", advertía Rehn.

En la misma línea, el ministro polaco de Finanzas, Vicent Rostowsky, en representación de la presidencia europea de turno, rechazaba dejar caer a Grecia porque "sería absolutamente catastrófico para la moneda única y para el conjunto de la Unión", ha dicho.

Encontrar el camino correcto, una fórmula satisfactoria para todos porque una eventual quiebra griega tendría "severas consecuencias" para todos. Lo ha dicho Angela Merkel después de reunirse con el primer ministro finlandés, uno de los más escepticos con Grecia. Tanto que pidieron garantías extra a Atenas. Frente a todos los rumores, el vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, califica de irresponsables a los que siguen hablando de suspensión de pagos en Grecia.

Los examinadores de la 'troika' -Comisión Europea, Banco Central y FMI- han retrasado hasta el lunes su visita a Atenas prevista para el miércoles. Mientras, Bruselas ha enviado a otro equipo para reorientar al gobierno griego sobre cómo utilizar mejor el dinero de las ayudas.

Otro punto caliente es la economía italiana. Europa confía en el plan de ajuste de Berlusconi. Fundamental -dicen Van Rompuy y Barroso- para garantizar la estabilidad y supervivencia de la Eurozona. Y a otro de los paises rescatados, a Portugal -que ya ha recibido un nuevo tramo de ayuda-, Bruselas y el FMI le piden más esfuerzo: nuevas medidas para ahorrar otros 1.000 millones de euros.

Europa y Atenas buscan una solución para evitar que Grecia se declare en quiebra. El Gobierno griego sigue esforzándose en tomar medidas de última hora para tapar agujeros financieros y, de paso, convencer a sus socios europeos y al Fondo Monetario Internacional (FMI) de que hace lo posible para reducir el déficit y de que el país aún puede salvarse de la bancarrota. Mientras, los líderes de la Unión Europea en general, y Angela Merkel en particular, sacan la cara por Atenas, y subrayan una y otra vez que Grecia no caerá. En busca de nuevas soluciones la canciller alemana, el presidente francés y el primer ministro griego se reunirán este miércoles mediante una videoconferencia. En esa política de mostrar que hace los deberes para recortar gastos, el Ministerio de Finanzas de Grecia ha ordenado este martes a 151 empresas con participación estatal reducir sus plantillas en un 10%. En total, unas 20.000 personas.

En medio del espasmo financiero, llegó Obama a hurgar en la herida europea. El presidente de Estados Unidos dice que es necesaria la coordinación de las políticas fiscales europeas para hacer frente a la crisis de la deuda. Y añade que, aunque el foco inmediato está en Grecia, el mayor problema estará en España e Italia si los mercados siguen arremetiendo contra ellos. La ministra Elena Salgado no ha querido opinar esta mañana sobre lo manifestado por Obama.

Y, desde la libertad que dice tener por ausencia de responsabilidades políticas, el expresidente del Gobierno de España, Felipe González, ha pedido a la Unión Europea que haga un diagnóstico con el grado de alarma que la situación exige. "Estamos al borde del precipicio, ¿por qué no decir que estamos al borde del precipicio? ¿O es que tenemos que saltar por encima del precipicio para reaccionar?", ha asegurado González, para quien Europa está mal y está reaccionado agónicamente.

La inestabilidad de los mercados ha provocado la caída del euro. En lo que va de mes, la moneda única ha perdido diez céntimos frente al dólar porque los inversores prefieren invertir en la divisa estadounidense: no confían tanto en el euro.

Sin embargo, los expertos creen que un euro bajo favorece a la economía española porque una moneda fuerte, argumentan, encarece las importaciones, pero abarata las exportaciones, punto fuerte en estos momentos de España.

En el caso español, una moneda más barata favorece a la industria, especialmente la automovilística, pero sobre todo al turismo. Y perjudica a los sectores más dependientes del petróleo, como aerolíneas y energéticas que deben asumir el sobrecoste del precio del crudo, que se paga en dólares.

Ante los signos de desaceleración económica mundial, la Agencia Internacional de la Energía ha rebajado, por segundo mes consecutivo, sus previsiones de demanda de crudo, lo que podría tirar a la baja de los precios.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha pedido más gobernanza económica en la UE y ha destacado que "el euro es nuestra bandera" en una rueda de prensa, tras entrevistarse con Van Rompuy. Berlusconi aboga por defender el euro "con una sola voz" y ha señalado la necesidad de adaptar la edad de jubilación a la esperanza de vida. El cavalieri ha solicitado que la UE fije el límite para poder acceder a una pensión, evitaría así el coste electoral que la medida ha supuesto a otros jefes de gobierno, como José Luis Rodríguez Zapatero.

La ecuación griega se complica y los líderes europeos tratan de despejar la mayor incógnita: si Atenas conseguirá pagar lo que debe. Van Rompuy augura tiempos difíciles, Trichet confía en que Grecia cumpla con sus compromisos de ajuste fiscal para seguir recibiendo ayuda, y Merkel y Durao Barroso guardan silencio después reunirse, aunque piden a todos los miembros de la Eurozona que aprueben la reforma del fondo de rescate.

Bruselas descarta la suspensión de pagos de Atenas. Pero los datos no despejan las dudas: un informe de la Comisión Europea asegura que el déficit griego se mantendrá por encima del 9% este año y el que viene. El primer ministro, Yorgos Papandreu, asegura que el país no caerá, que no habrá quiebra, y confirma que llegarán hasta el final con los ajustes necesarios.

Mientras, su secretario de Estado de Finanzas alerta de que las arcas públicas de Atenas se quedarán vacías en octubre y que sin ayuda, no podrán pagar pensiones ni sueldos de funcionarios. Los supervisores del rescate, los que deben aprobar el ansiado sexto tramo de ayuda para espantar el fantasma de la quiebra, vuelven el miercoles a Atenas.

Todo esto, un día después de que el Gobierno griego aprobase medidas extraordinarias: los alumnos de colegios, institutos y universidades tendrán que pagar los libros. Además, habrá un impuesto para todos los que tengan una propiedad inmobiliaria -unos 400 euros por una vivienda de 100 metros-.

El reloj no se detiene. A finales de octubre, los presupuestos griegos para el próximo año. El equipo de Papandreu ya ha empezado a buscar apoyos en el parlamento para sacarlos adelante.

Lo adelantaba la revista Der Spiegel. El Gobierno de Angela Merkel se prepara para una posible insolvencia de Grecia con dos escenarios distintos: uno que declare suspensión de pagos quedando dentro del euro; el otro, más drástico, que Grecia salga de la moneda única. Este lunes, el Ejecutivo de Berlín no ha negado esas hipótesis.

"El Gobierno estudia cualquier eventualidad", ha dicho el portavoz del Ministerio de Finanzas "y prepara respuestas sin que eso signifique que esa sea la intención del Gobierno".

El Gobierno es optimista, ha dicho el portavoz de la canciller Merkel, de que Grecia será capaz de continuar por el camino empezado. "El Gobierno parte de la base de que Grecia cumplirá sus compromisos y eso hará posible que vuelva a los mercados", ha dicho.

La liquidez de Grecia no va más allá de octubre. Lo admitía esta mañana su secretario de Estado de Finanzas al reconocer que las arcas del Estado heleno solo tienen fondos para afrontar el pago de los salarios públicos y de las pensiones a un mes vista. De ahí que a nadie haya extrañado el que el primer ministro, Yorgos Papandreu haya comparado la situación de su país con un estado de guerra. La última bomba estallaba ayer por la tarde cuando el Ejecutivo griego, reunido de forma extraordinaria, decidía habilitar un nuevo impuesto sobre todas las propiedades inmobiliarias, con el que se quieren recaudar 2.000 millones de euros. Papandréu intenta convencer hoy a su grupo parlamentario para que apoye esta nueva vuelta de tuerca. No lo tendrá fácil, como tampoco será sencillo convencer a los técnicos de la 'troika' comunitaria, que el miércoles regresan a Atenas, de la firme voluntad de Grecia de asumir sus responsabilidades en la lucha contra el déficit y la deuda. Solo así, Bruselas aceptará librar el sexto tramo de la ayuda acordada hace año y medio, 8.000 millones de euros, imprescindibles para alejar, aunque sólo sea momentáneamente, el riesgo de quiebra.