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La guerra entre Israel y Hamás en Gaza continúa tras más de tres meses desde su estallido y ha provocado ya una extensión regional del conflicto. Más de 27.000 personas han muerto ya.

El ejército israelí sigue con sus ataques, en especial en Jan Yunis, mientras distintos países intensifican sus esfuerzos para alcanzar una nueva tregua. La OMS ha advertido que la población gazatí "se muere de hambre" y "está siendo empujada al borde del colapso", mientras Unicef alerta de que prácticamente todos los niños del enclave, alrededor de un millón, tienen secuelas mentales.

Foto: Mahmud Hams / AFP

Escola de Pau presenta Escenarios de riesgo y oportunidades de paz, una publicación que analiza conflictos, procesos de paz o cuestiones de agenda internacional con dinámicas de riesgo o de oportunidad para la paz. Ana Villellas, una de sus coautoras, habla del informe en Cinco Continentes.

En el hospital Ibn Sina, de Yenín, en el norte de Cisjordania, un centro médico de reciente creación, aún no se explican lo ocurrido el martes. Fuerzas israelíes encubiertas irrumpieron en el interior haciéndose pasar por médicos y mujeres árabes y mataron a tres presuntos milicianos de Hamás. Un equipo del Telediario ha visitado el edificio.

Foto: Ministerio de Salud palestino via AP

Israel ha anunciado que uno de sus comandos ha entrado en el hospital Ibn Sina de Yenín, en el norte de la Cisjordania ocupada. Y lo han hecho disfrazados de mujer, personal sanitario, e incluso cargando con una mano un carrito de bebé y con la otra un rifle de asalto. Una operación en la que los agentes han matado a tres jóvenes palestinos que, según las autoridades israelíes, planeaban un atentado inminente.

Se trata de Mohamed Jalamneh, según Israel "un importante miembro de Hamas", y Basil y Mohammad al Ghazawi, supuestos miembros de la Yihad Islámica. El Ministerio de Sanidad palestino ha confirmado la muerte de los tres y ha denunciado una "nueva masacre de la ocupación". El grupo islamista Hamás ya ha prometido que responderá a lo que consideran otro crimen de guerra.

La seguridad rodea el cuartel general de la misión de la ONU en el sur Líbano. Desde aquí observan preocupados los constantes intercambios de fuego entre el Ejército de Israel y la milicia de Hizbulá.

El general Lázaro comanda una fuerza de 10.000 militares de 48 países. A pocos metros del cuartel de la ONU, Israel ha atacado una vivienda.

Aquí estaba la casa más grande y bonita de Naqura, dicen los vecinos de esta pequeña localidad del sur del Líbano. Pero dos bombas lanzadas por un avión israelí la han dejado convertida en ruinas.

La guerra ya ha desplazado a más de 70.000 personas. Los puntos rojos del mapa indican las zonas de peligro. No han dejado de crecer desde octubre.

FOTO: KAWNAT HAJU / AFP

El campo de refugiados de Al Farah, se construyó hace más de siete décadas para los miles de palestinos expulsados de sus tierras tras la creación del estado de Israel. Ya no hay tiendas de campañas, sino viviendas precarias donde la población vive agolpada, con altos niveles de pobreza y la única ayuda de UNRWA, la ahora cuestionada agencia de la ONU. 

No tienen nada. "Si cortan los fondos, esto va a ser un desastre, no lo soportaremos", asegura Aseem Barkat, gerente del campamento. Desde el inicio de la guerra ha crecido el paro hasta un 70%.

Más de una docena de países ha suspendido su financiación a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) después de que Israel acusara a 12 de sus trabajadores de estar implicados en los ataques del 7 de octubre de Hamás. "El mensaje que está lanzando la comunidad internacional es que los abandona a su suerte", afirma Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid y vocal de la UNRWA, en 24 horas de RNE. Álvarez-Ossorio insiste en que la situación para los refugiados palestinos es cada vez más delicada y que el corte de estas ayudas va a "agravar la situación en la que se encuentran".

Sobre el informe que acusa a los trabajadores de la agencia, Álvarez-Ossorio asegura que "el Gobierno israelí ha declarado en varias ocasiones que intentaría eliminar a la UNRWA y criminalizarla (…) para acabar con esta agencia que no solo presta servicios, sino que mantiene viva la llama de la causa palestina". Además, señala el doble rasero de la comunidad internacional a la hora de evaluar las informaciones que vienen de Israel y Palestina. 

Raquel Martí, presidenta de la delegación de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en España, ha advertido en La Hora de La 1 que "es absolutamente irresponsable cortar la ayuda a UNRWA en un conflicto armado en el que la Corte Internacional de Justicia ha pedido que llegue la ayuda para evitar un genocidio, es una actitud nefasta que condena a la población a morir de hambre".

Al menos 12 países han suspendido la ayuda a la agencia de la ONU tras la denuncia de Israel de que una docena de sus empleados habrían participado en el ataque de Hamás del 7 de octubre. Martí ha destacado que la propia organización difundió la información, ha despedido a los sospechosos y ha abierto una investigación. No obstante, destaca que se investiga a personas, no a la propia organización, y que quienes actuaron lo hicieron "de formas ilícitas de forma que ni siquiera la agencia podría haber detectado".

Martí recuerda que la UNRWA es "el principal testigo" de lo que ocurre en la Franja pero no solo opera allí, sino en Cisjordania, Líbano, Jordania y Siria. "Tenemos 1,7 millones acogidas en nuestras instalaciones que dependen de nosotros para sobrevivir", recuerda, en referencia a la población refugiada palestina, que suma 6 millones de personas. 

Foto: EFE/EPA/HAITHAM IMAD