Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

Trescientos millones de armas siembran Estados Unidos de miles de muertos anuales por disparos, pero los partidarios de su uso las defienden a toda costa. Votantes de Trump pasean fusil de asalto al hombro para demostrar su convicción de que un estado más armado es un estado más seguro. Con el apoyo del a Asociación Nacional del Rifle, el candidato republicano juega fuerte esta baza y promete el nombramiento de jueces que protejan este derecho, la segunda enmienda.

Obama en Carolina del Norte, Bill Clinton en Colorado y su mujer, la candidata demócrata, lo da todo en Pennsilvania e intentará arrancar puntos en el dudoso estado swing, Ohio. Los hijos de Donald Trump se reparten entre Nuevo México, Michigan, Arizona, con su población de origen mexicano, mientras el patriarca se centra en New Hampshire, donde intentará romper el empate que predicen las encuestas.

Estados Unidos arde en campaña mientras los equipos de los candidatos agotan las últimas horas de combate electoral. Escándalos sexuales, investigaciones del FBI, trapos sucios y descalificaciones, pero también muchas promesas. Latinos y mujeres votarán con peso, y la masa de trabajadores blancos arruinados por la economía global también. Los dos candidatos más odiados en muchos años se enfrentan por el trono del mundo el 8 de noviembre.

A cinco días de las elecciones presidenciales, los candidatos demócrate y republicano apuran sus últimos días de campaña aupados en sus fieles, voto femenino y minorías hacia Hillary, trabajadores blancos de clase baja hacia Trump, y esquivando sus escándalos. La resucitada investigación de los corrreos electrónicos de Hillary Clinton ha sido una piedra inesperada en el camino de la demócrata hacia la casa Blanca. Trump, por su parte, arrastra el estigma de acosador sexual, que no atenúa con los contraataques y las excusas inocente juego masculino.

Las encuestas no otorgan una victoria clara a ninguno y la pugna de escándalo y fidelidad deja en la incertidumbre un resultado que en cualquier caso será histórico, por la condición femenina de una Hillary presidenta, o por el shock de un tiburón de los negocios, amigo de Putin, convertido en el amo del arsenal nuclear más poderoso del planeta.

El voto negro podría ser una piedra de toque en estas elecciones, siempre y cuando los votantes lo ejerzan. Esta es la movilización que intenta activar una emisora de radio visitada por un equipo de TVE. También es uno de los objetivos del presidente saliente Barack Obama, que emplaza a los votantes de raza negra a votar a favor de la aspirante demócrata Hillary Clinton. El candidato republicano, Donald Trump, también ha invertido esfuerzos en alinearse con la población negra. Sin embargo, la fractura entre la población caucásica y las minorías no deja de ser ruidosamente visible. En Jackson, Mississipi, una iglesia frecuentada por feligreses de raza negra ha sido incendiada y luego señalada con una pintada que reza “vota Trump”. También The Crusader, un periódico defensor del Ku Klux Klan, ha pedido el voto para Trump defendiendo una América que “volverá a ser grande porque es blanca y cristiana”. Un proclama que el equipo del magnate ha rechazado de plano alegando que “no nos representan”.

La posibilidad de que la reapertura de las investigaciones del FBI sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton se basen solo en "insinuaciones" de tono político, preocupa a Barack Obama. Así lo ha manifestado este miércoles el presidente saliente, y ha subrayado que se trata solo de una opinión. "He hecho un esfuerzo muy deliberado para asegurarme de que no parezca que me estoy entrometiendo en lo que se supone que deben ser procesos independientes para tomar estas decisiones", ha dicho Obama en una entrevista al portal digital Now This News. "Pero sí creo que hay una norma de que, cuando hay investigaciones, no trabajamos basándonos en insinuaciones, ni en informaciones incompletas, ni en filtraciones. Trabajamos basándonos en decisiones concretas que se han tomado", ha añadido.

La investigación sobre la pertinencia de estos correos se ha convertido, junto con los deslices sexuales de Trump y sus insultos, en una de las armas arrojadizas que han marcado la campaña electoral estadounidense en 2016. Considerados los candidatos peor valorados en muchos años, tanto por el odio que concitan como por la falta de confianza que generan, Trump y Clinton abordan la recta final de unas elecciones cuyo resultado no apuntan definitivamente las encuestas. Pese al repunte de Clinton en las últimas semanas, los últimos sondeos señalan una igualada y algún punto de ventaja para Trump, que ha tenido que rechazar los apyos públicos del Ku Klux Klan e hilar fino para conciliarse con el voto negro y latino.

En Florida, un votante de cada 4 es latino. Es uno de los 27 millones de hispanos con derecho a voto en estas presidenciales estadounidenses. La carrera a la Casa Blanca en 2016 será probablemente la más marcada por el voto de las minorías, representadas por uno de cada tres votantes en el país. Tanto la campaña de Donald Trump como la de Hillary Clinton han tenido en cuenta este dato, la demócrata con su tradición de apoyo a las minorías y la republicana, que apela a una también tradicional conciencia conservadora en esta comunidad, a pesar de los proyectos de Trump respecto al polémico muro con México. De hecho, según los sondeos, a apenas una semana de las elecciones la intención del voto hispano en Florida se inclina hacia el magnate.

El electorado de EE.UU. este año es el de mayor diversidad de la historia. Uno de cada tres votantes será hispano, negro, asiático o de otra minoría étnica. El grupo que más ha aumentado es el de los votantes latinos, con un crecimiento del 17%, por delante de asiáticos -16%- y afroamericanos -6%-. La población blanca apenas ha crecido un 2%. Actualmente hay 156 millones de blancos con derecho a voto en EE.UU. frente a 70 millones de las diferentes minorías.

En EE.UU. viven casi 57 millones de hispanos. De ellos, 27 millones tienen derecho a voto. Eso ni significa que todos los que pueden votar vayan a hacerlo. Tradicionalmente, suelen tener una baja participación en las elecciones pero muchos piensan que esta vez será diferente. Las organizaciones hispanas están llevando a cabo numerosas campañas para despertar a este ¨gigante dormido¨y para animar a los latinos a dejen oir su voz en las urnas. En las elecciones del 2012, votó un 64% de blancos no hispanos y un 67% de los afroamericanos con derecho a voto. En cambio, solo fueron a las urnas un 48% de hispanos y un 47% de asiáticos.