Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

La primera vez que oímos hablar de injerencia rusa fue en las elecciones de Estados Unidos de 2016. Entonces, se acusó al Kremlin de utilizar hackers para atacar a la candidata demócrata, Hillary Clinton, y favorecer al republicano, Donald Trump. En un informe reciente, Bruselas denuncia más de 700 casos de interferencia extranjera en la Unión Europea solo el año pasado.

Foto: Plaza Roja, Moscú (Getty Images)

Rusia intenta aparentar normalidad en la segunda jornada de las elecciones presidenciales, pese a los nuevos intentos de Ucrania de desestabilizar la situación en la frontera y las protestas aisladas en algunos colegios electorales. Después de que Putin acusara la víspera a Kiev de intentar frustrar su reelección, Rusia ha rechazado otras dos incursiones fronterizas por parte del ejército ucraniano. Además, ha habido intentos de quemar cabinas de votación y también algunas personas han arrojado pintura e incluso han tratado de quemar alguna urna.

Foto: Colegio electoral en Moscú (EFE/EPA/MAXIM SHIPENKOV)

El 16 de marzo de 2014 los crimeos votaban en un referéndum para unirse a Rusia, considerado ilegal por Ucrania y por la comunidad internacional. El presidente ruso, Vladímir Putin, se apresuró a reconocer el cuestionado resultado. Oficialmente, el 96% de la población dijo 'Sí' a separarse de Ucrania y volver a ser parte de Rusia. Dos días después, se sellaba la polémica adhesión en el Kremlin con la firma de un Tratado.

Foto: La población de Crimea celebra su anexión a Rusia el 16 de marzo de 2014 en la plaza Lenin de Simferopol (EFE/EPA/YURI KOCHETKOV)

Por mar y aire. Así está llegando a cuentagotas la ayuda humanitaria a Gaza ante el bloqueo israelí de las carreteras y los pasos que dan acceso a la Franja desde el inicio de la guerra con Hamás. El primer barco que ha llegado ha sido el de Open Arms, quien en coalición con World Centra Kitchen, ha desembarcado 200 toneladas de alimentos en la costa gazatí. Lo envíos por aire han sido más frecuentes en los últimos días, especialmente, de países como Jordania o Estados Unidos. Ahora se ha unido también Alemania. La situación en la Franja, no obstante, sigue siendo muy delicada y la población vive una aguda hambruna. Foto: Israel Defense Forces/Handout via REUTERS

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, llega sin competencia real a las elecciones. El último candidato contrario a la invasión rusa de Ucrania que intentó disputarle la Presidencia fue Boris Nadezhdin y la Comisión Electoral rechazó su candidatura por no conseguir las firmas suficientes. Desde su llegada al poder hace más de 20 años, sus opositores han sido silenciados de forma sistemática: exiliados, encarcelados o muertos. Con el camino libre, la victoria de Putin para encarar su quinto mandato parece clara.

Foto: El presidente de Rusia, Vladìmir Putin (Mikhail Metzel/POOL/AFP)

Los irlandeses son expertos en el arte de celebrar y compartir. Por eso en su día nacional llenan las calles de pueblos y ciudades con música, buen humor, leprechauns (duendecillos) y mucho color verde. Los emigrantes que tuvieron que marcharse en siglos pasados extendieron la cultura y el amor por su isla esmeralda por todo el mundo, por eso cada 17 de marzo muchas ciudades vibran con Saint Patrick’s Day. La música celta, la cerveza negra y la diversión –eso que ellos llaman craic– se extiende desde Dublín a Nueva York; de Belfast hasta Madrid. Por segundo año consecutivo la capital de España vive su particular Semana de Irlanda organizada por la oficina de turismo de ese país; la responsable de comunicación para España, Soraya Gabriel, nos acompaña en este programa especial que cuenta también con la presencia del antropólogo y escritor Shane Tivenan. Con ellos recordamos la vida de San Patricio y analizamos los mitos en torno a su figura, pues ni se llamaba Patrick, ni era santo... ¡ni tan siquiera irlandés! La historia completa la descubrimos en conversación con el doctor Tim Campbell, director del Saint Patrick’s Centre en la localidad norirlandesa de Downpatrick. Además repasamos las tradiciones de esta jornada festiva inundada de tréboles y nos preparamos para el desfile que recorre la Gran Vía madrileña, una tradición recién importada bajo la dirección del gaitero asturiano Bras Rodrigo. Son muchos los lazos que unen a nuestros dos países; los analizamos con el músico Carlos Núñez, que acaba de publicar el disco 'Celtic Sea', y con Micheál Ó Domhnaill, productor del mediometraje 'Armada 1588: naufragio y supervivencia', que relata la historia del capitán Francisco de Cuéllar, superviviente del naufragio de tres embarcaciones de la Armada Invencible en la costa del condado de Sligo.

Son imágenes de una redada en un local nocturno en Krasnoyarsk. Ahora lo han cerrado y diez de los propietarios están detenidos. No es raro en Rusia. No seguir las pautas culturales conservadoras puede llevar a los tribunales.

Fuera de Rusia, el espíritu de Navalni sigue muy vivo. Alemania es el país que le cuidó cuando le envenenaron y donde planeó junto a su equipo su gesto más valiente, regresar a Moscú. En Berlín, en los estudios de televisión del Bild, encontramos a Maksim Kurnikov, periodista exiliado con un programa que escuchan un millón de rusos. Se escribía con Navalni en prisión y en cada carta, recuerda, el mismo mensaje: "Cuánto puede hacer una sola persona, no un partido o una organización, cada uno de nosotros podemos hacer algo".

Para Kurnikov no son importantes las urnas, sino el día después. "¿Los periodistas europeos, los gobiernos europeos van a llamar a Putin presidente el 17 de marzo?", se pregunta.

Lanza esta pregunta en una Alemania que ya no es la del canciller Schröder abrazado a Putin o la de Merkel, que lo apostó todo al gas ruso. Hoy la relación es tan fría como muestra imagen de Scholz en el Kremlin, pero en Europa nadie habla tan claro como lo hacía Navalni. 

"Era muy peligroso para el régimen porque era y es un símbolo de esperanza. Era y es el símbolo de que Putin tiene miedo", explica Kurnikov. Y ese, asegura, es el legado que Navalni deja a todos los rusos que quieren y necesitan otro país.  

FOTO: REUTERS/Stringer