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Santiago Buesa lleva, junto a su familia, 40 años trabajando en Escocia desde donde exporta pescado a España, Francia y otros puntos de la Unión Europea. "Sabíamos que el Brexit iba a ser un desastre para nosotros y la pesca, pero no pensábamos que iba a ser tan difícil teniendo bloqueado el transporte", dice. Asegura que han hecho todos los papeles que les han pedido pero las empresas transportadoras no van a empezar a funcionar hasta este lunes. Explica que su producto es la cigala fresca que antes llegaba en un día y ahora va a llegar en tres. Asegura que no saben qué futuro tienen y el gobierno no ayuda. "El Brexit ha sido un desastre para las compañías pequeñas y medianas"

Habrá recortes de cuota en 2021, pero menos de los que pretendía Bruselas. Los 1.200 buques que pescan merluza en aguas ibéricas temían un recorte del 13%, que al final ha sido del 5%, unas 500 toneladas menos. La cuota de lenguado se rebaja un 20%, la mitad de lo que pedía la Comisión Europea. La cigala también se recorta en el Golfo de Cádiz un 15%. Otras especies verán aumentadas sus capturas: el jurel un 5%, y la anchoa del Cantábrico, un 3,5%.

Los 600 buques de arrastre del Mediterráneo critican que el Consejo haya acordado reducir el año que viene la actividad de esta flota un 7,5%, que se suma al 10% de días que ya han dejado de pescar este año. Menos días de pesca y menos capturas, que seguirán menguando hasta 2025. Para entonces, la Comisión pretende haber reducido un 40% la pesca de arrastre en el Mediterráneo Occidental.

El sector pesquero español está pendiente de las negociaciones sobre cuotas de captura que tienen lugar en Bruselas. Javier Garat, secretario general de Cepesca, en Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso, no oculta que la preocupación es grandísima porque tenemos 88 barcos pendientes de lo que se decida. Como cada año, dice, la decisión final les mantiene en vilo. En cualquier caso parece que las posiciones están muy alejadas en especies como la merluza sur, el rape, el gallo y el lenguado. También pone el acento en el Brexit porque si no hay acuerdo las pérdidas serían increibles.

Subir a un cayuco o a una patera y jugarse la vida, cuesta de media, unos 2.000 euros. Depende del traficante. El pago es en efectivo y, rara vez, por transferencia. Si son de fiar, los llamados "intermediarios" contratarán a un conductor que ponga rumbo a Canarias. O pueden desaparecer con el dinero. Si no lo consiguen a la primera, habrán perdido todos sus ahorros. La reportera de TVE, Ana Jiménez, entrevista a un grupo de marroquíes que lo intentó hace dos meses. “Estuvimos navegando durante 50 horas, el motor se paraba, teníamos miedo. Estuvimos a punto de morir y nos detuvo la marina marroquí", le cuentan mientras muestran las heridas de aquella noche. La entrevista es en el coche, tienen miedo a que se les reconozca. Llevan puesta toda su ropa, para combatir el frío porque duermen en la calle. A pesar del miedo que han pasado, no dudarían ni un momento en volver a subirse a una patera y alejarse de sus vidas sin futuro.

Bangaly, de sólo seis años, explica cómo fue el naufragio que tuvo que vivir en mitad del Mediterráneo: “Estábamos en el bote y de repente empezó a entrar agua. Tragué mucha agua”. A él pudieron sacarlo del mar los rescatadores del Open Arms que no consiguieron salvar la vida a Joseph, el bebé de 6 meses que acabó muriendo en el barco, ni tampoco a la madre de Bangaly. Su padre aún no se ha atrevido a contarle que su madre es una de las seis víctimas mortales cuyos cuerpos sacaron ayer del agua. Sigue a bordo del Open Arms. También 259 supervivientes de diferentes naufragios a la espera de un puerto seguro.

La reportera internacional, Yolanda Álvarez (TVE), comenta la actualidad migratoria en una entrevista al hilo de la publicación de su primer libro, Náufragos sin tierra. Sobre la muerte de Joseph, el bebé de seis meses nacido en Guinea Conakry, y los gritos desgarradores de su madre en la barca de salvamento del Open Arms, Álvarez explica que "los primeros que se rescatan son los más vulnerables", empezando por niños, mujeres y enfermos, pero que "al final tienen que rescatar a todos porque esas embarcaciones no están preparadas para transportar a tantas personas en alta mar". La periodista recuerda durante las últimas 72 horas han muerto más de 93 personas frente a las costas de Libia, y que "desde el mes de octubre más de 1.900 personas han sido captadas en el mar por la Guardia Costera Libia y han sido devueltas a un país que no es seguro porque está en guerra y donde se trafica con ellos". Sobre la esclavitud y las violaciones de mujeres en los centros libios de detención, Álvarez remite a su libro en el que se recogen distintos testimonios de personas dispuestas a morir en el mar antes que volver a manos de los traficantes libios de seres humanos.

El Gobierno de Italia ha eliminado su dura ley de inmigración que, entre otras cosas, multaba a las ONG que rescataban a náufragos en el mar. La multa llegó a ser de hasta un millón de euros por desembarco, complicando mucho el trabajo de los barcos de salvamento. Se llamaba “política de puertos cerrados”.

Entonces el Movimiento Cinco Estrellas y el primer ministro Comte necesitaban a la liga de Mateo Salvini para gobernar. Comte ahora se apoya en el centro izquierda que tiene entre sus condiciones acabar con aquella ley. El primer ministro ha tardado un año.

Solo habrá multas para barcos que llegan sin avisar y el Gobierno garantiza la protección humanitaria para los que pidan asilo.

El Louise Michel, así llamado en honor a una anarquista francesa del siglo XIX, zarpó hace 10 días desde Burriana, Castellón. El jueves rescató a 89 inmigrantes y el viernes a otros 130. Es un barco pequeño atendido solo por diez tripulantes y no podía con todos, por lo que lanzó un mensaje de socorro. Este sábado ha acudido al rescate una lancha de la Guardia Costera italiana que ha evacuado a 49 personas, las más vulnerables, entre ellas 32 mujeres y 13 niños. Ahora quedan 170 migrantes a la espera de puerto seguro. De momento, ni Italia ni Malta autorizan el desembarco.

María Intxáustegui es una arqueóloga subacuática que se vio bloqueada por el confinamiento en Ushuaia, en Argentina, en un velero bergantín. Entonces decidió recorrer diez mil millas, hasta Holanda de donde tenía bandera el barco. Con 18 tripulantes a bordo y varios pasajeros que buscan la aventura, vivieron una aventura real en alta mar. Buena parte del recorrido tuvieron que usar las velas ante la imposibilidad de saber si podrían o no repostar gasoil.

Entre 150.000 y 200.000 marineros permanecen bloqueados en todo el mundo por el bloqueo derivado del coronavirus. Luz Baz,  Coordinadora de la Federación Internacional de transporte en España, reconoce que la pandemia ha afectado pero también los propios turnos de los marineros que a veces no han tenido relevo. Hay un caso concreto, el del buque Celanova en el que están embarcados 2 españoles, y que permanece frente a las costas de Filipinas desde diciembre. Su situación es dramática En este caso -dice Baz- se junta el caso de bloqueo a un abandono de marinos por parte del armador.

En 1998 Eva Menéndez, mecánica-náutica, experimentó en toda su crudeza la discriminación laboral a bordo de un barco pesquero en Avilés (Asturias). Cinco años después el Instituto de la Mujer le concedió un premio por su lucha para conquistar espacios de igualdad para la mujer en un terreno tan masculinizado como el náutico pesquero. Eva abandonó el sector y hoy trabaja en la empresa siderúrgica Arcelor Mittal de Avilés como maestra de obras y conservación, al frente de un equipo de hombres.

En Gijón encontramos el caso de Mari Carmen Álvarez, el "bicho raro" de la flota asturiana. Dueña de una lancha, es la única armadora que sale a faenar desde el puerto de Gijón.

El sector náutico pesquero sigue siendo un mundo de hombres. Solo un 2'4% de mujeres se emplean a bordo de barcos. El desequilibrio entre sexos es radical: De las 32.508 personas que trabajan en pesca marítima en España, 780 son mujeres.

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