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Sin caca no hay equilibrio: las heces de pingüinos protegen el ecosistema antártico

  • Los pingüinos juegan un papel clave en el reciclaje de hierro de las aguas de la Antártida
  • Desde Shackelton a viajes turísticos, las expediciones en el Polo Sur han evolucionado enormemente en el último siglo

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Sin caca no hay equilibrio: cómo las heces de pingüinos protegen el ecosistema antártico
Una colonia de pingüinos en la Antártida

En la Tierra existe un laboratorio natural perfecto: la Antártida. Último territorio prístino del planeta, cuenta con un tratado internacional de colaboración entre naciones, no hay interferencia humana y es el lugar ideal para estudiar desde astrofísica a vulcanología o biología marina.

Allí explora Antonio Tovar, director del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN) y ecólogo especializado en biogeoquímica. Tovar estudia el papel de los pingüinos en el funcionamiento ecológico de la Antártida, analizando la composición de nutrientes y de metales de sus heces, también conocidas como guano. Además de ser unos sujetos perfectos para medir la salud del continente blanco, estos animales también tienen una figura clave en la preservación del hierro, un elemento indispensable para la vida y que no ha dejado de disminuir en las últimas décadas.

Sin caca no hay equilibrio: las heces de pingüinos protegen el ecosistema antártico

Antonio Tovar y Pere Estupinyà en El Cazador de Cerebros

Como destaca el investigador en ‘El Cazador de Cerebros’, ante esta escasa existencia, “los organismos han aprendido a reciclar este elemento. Pingüinos hay tantos y están tan bien distribuidos que, si no fueran capaces de hacerlo, acabarían con esa gasolina, por decirlo de alguna manera”. Por eso, son fundamentales las heces tanto de los pingüinos como de las ballenas, “enriquecidas en hierro al máximo exponente gracias al krill del que se alimentan, que a su vez ingiere fitoplancton”. 

Minúsculo pero poderoso

El krill es un diminuto crustáceo, similar a la gamba, pero con una gran presencia en el ecosistema: tiene una biomasa superior a la de la humanidad entera, de más de 300 millones de toneladas. Su abundancia es clave para garantizar la supervivencia de las especies autóctonas, porque constituye el principal recurso de alimentación de casi todos los depredadores antárticos, e, indirectamente, de aquellos que no lo son pero se nutren de especies que sí basan su dieta en el krill.

Sin caca no hay equilibrio: las heces de pingüinos protegen el ecosistema antártico

Un ejemplar de krill

Por lo tanto, sin la presencia de ambos no funcionaría correctamente el ciclo de reciclaje del hierro, que se da precisamente a través de esta cadena alimentaria. El proceso se inicia con el fitoplancton, que se nutre del metal que excreta el krill con su orina. Cuando se ha desarrollado, este pequeño crustáceo se lo come y recupera así el hierro perdido en la etapa anterior. Y aquí es donde entran los pingüinos, que lo devuelven al mar a través de sus heces y lo fertilizan, alimentando las otras especies que participan en el ciclo.

El estudio sobre las heces de los pingüinos permite arrojar un poco de luz sobre esta materia, y en especial sobre la preservación del krill, que elimina cada año unos 23 millones de toneladas métricas de carbono en el océano antártico gracias a los enormes sumideros donde libera esta sustancia.

Lo que pasa en la Antártida... no se queda en la Antártida

La Antártida es como un termómetro del planeta, lo que ocurre allí repercute en el resto del planeta. Estudiar el reciclaje de metales a lo largo de la cadena trófica contribuye a entender la evolución histórica de las especies implicadas, ofreciendo asimismo nuevas perspectivas sobre su adaptación a los numerosos cambios climáticos.

Si dejamos de mirar a la Antártida, estamos perdidos

Tal es la importancia de este territorio inhóspito que, en los últimos años, los científicos han dedicado grandes esfuerzos a conocer el impacto que tendría (o que ya está teniendo) la crisis medioambiental. Lo hacen partiendo de una mirada local, pero poniendo especial atención en la repercusión mundial, debido a la acumulación de agua que hay en esta región polar, de casi el 75% del total de la Tierra. La supervivencia de las especies, las alteraciones en las corrientes oceánicas y en las temperaturas o incluso el deshielo ocurren allí, pero lo notará el globo completo. Como defiende Tovar, "si dejamos de mirar a la Antártida, estamos perdidos”.