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Gaudí: el "cineasta" de la arquitectura que murió como un mendigo

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Gaudí: de genio de la arquitectura a morir como un mendigo
Fotografía de Antoni Gaudí

Este 15 de marzo conoceremos al último finalista de 'El mejor de la historia' que competirá junto a Federico García Lorca, Isabel I de Castilla, Cristóbal Colón y Miguel de Cervantes por el título de la persona más relevante de nuestro tiempo. Con este objetivo, seremos testigos de la última clasificación del programa, donde Miguel Indurain, Mercedes Milá, El Greco, Isabel II de España, Clara Campoamor, Santiago Ramón y Cajal, Iker Casillas, Juan Ramón Jiménez, Félix Rodríguez de la Fuente y Antoni Gaudí se ponen delante de los focos para desvelar los resultados de las votaciones a las que durante más de cuatro semanas tuvieron acceso los españoles.

Entre todas estas figuras, una destaca por encima del resto cuando pensamos en Barcelona, y es que la ciudad condal no sería la misma en nuestros días sin la figura de Antoni Gaudí: el arquitecto más importante que ha dado nuestro país. A la hora de hacer honor a su trabajo y dibujar un retrato exacto de su persona, desde 'El mejor de la historia' pudimos entrevistar al dibujante Javier Mariscal y al director de orquesta, productor y escritor Xavier Güell. Este último decía: "Barcelona hoy sería imposible de concebir sin Gaudí, y Gaudí no sería lo mismo sin Güell".

El bisnieto de Eusebi Güell, otra de las figuras fundamentales en la vida del arquitecto, es el escritor de la novela Yo, Gaudí y no duda en hablar del trabajo del arquitecto desde la más pura admiración: "fue un gran creador de espacios mágicos, jardines de los sentidos donde todo explota delante de ti. De alguna manera, el cielo se abre y las estrellas caen a chorro encima de quien va a visitar sus edificios". Capaz de producir sensaciones siempre diversas, nos da la clave para entender su trabajo: "la mezcla explosiva entre sensualidad, erotismo y espiritualidad. Sus formas -siempre curvadas, elípticas, sus espirales permanentes- tienen mucha relación con el mundo vegetal, con el mundo animal, pero también con el sexo. Las chimeneas que coronan sus edificios parecen falos que atraviesan el cielo".

Fe, Modernidad y cine

La fe, la espiritualidad y la religión marcaron la segunda mitad de su vida, hasta tal punto que "él cree que no es el autor real de sus obras, que de alguna manera sus obras están dirigidas por un poder superior". Lleno de contrastes, con un mundo interior inmenso y recogedor de la mezcla entre la tradición y la Modernidad son algunos de los adjetivos que también le atribuye Javier Mariscal: "está continuamente tratando de inventar, de sorprenderse a sí mismo y tirarse por el precipicio sin saber si abajo va a haber agua".

Llega, incluso, a calificarle como cineasta: "lo que siempre me ha impresionado, es ver, primero, cómo concibe sus edificios como un todo. Y como tenía grandes equipos, es como si fuera casi a hacer películas. Detrás estaban los carpinteros, los ebanistas, la gente que trabajaba con cerámicas, los escultores, los picapedreros, el trabajo de forja de hierro, los cristales… sabía dirigir muy bien, como si fuera el director de una película y hacer que los demás interpretaran".

Siempre con el sueño en mente de transformar la ciudad de Barcelona, muere en 1926 con la Sagrada Familia a medio construir (se había alzado hasta ese momento una única fachada, la fachada del Nacimiento). Se trataba de una obra de magnitudes inmensas, "un pozo sin fondos" que obligó a Gaudí a paralizar el resto de sus proyectos. La muerte de Güell, además, hizo que se refugiase en su trabajo y no saliese de la construcción en sus últimos años de vida. Así lo narra Xavier Güell:

"Gaudí abandona toda relación con el exterior, no quiere más clientes y se dedica exclusivamente a la Sagrada Familia. Duerme en el Parque Güell y lo que hace todas las mañanas es ir a trabajar a la Sagrada Familia. Al final no tiene tiempo, las obras avanzan muy, muy despacio, en muchas ocasiones no tiene dinero para pagar a los obreros y está inquieto. Con lo cual, decide también irse a vivir a su estudio en la Sagrada Familia. Y ahí trabaja pero todo avanza muy lentamente. Es impresionante ver el cuarto de Gaudí, con las escayolas, con los hierros, con los materiales de construcción, con una cama muy pequeña, sucia siempre, porque no permitía que nadie entrase en ese cuarto y lo arreglara. Y ese Gaudí pasa ocho años allí, hasta que un día en junio del 26 toma un tranvía en Barcelona, le atropella y queda tumbado en el suelo. Nadie le reconoce, todo el mundo piensa que es un mendigo (iba con unas migas pegadas en la barba, en los pantalones con una cuerda, alpargatas). No lo reconocen y lo trasladan a un hospital benéfico. Pocos días después morirá y ahí empieza la leyenda".

¿Se convertirá Antoni Gaudí en el finalista de su grupo? Descúbrelo con nosotros en el quinto programa de 'El mejor de la historia' a partir de las 23:35.