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Fernando Savater: "En la vida no todo es razón"

  • El filósofo ha presentado el libro Solo integral en el que enmienda sus columnas
  • Cuenta que procura evolucionar, aprender y enterarse de más cosas

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Tarde lo que tarde - Lo mejor de Savater en 'Solo integral'

Solo integral” es una modalidad de escalada y es el nombre que le ha dado Fernando Savater a su nuevo libro. Ha querido utilizar esta “metáfora heroica del escalador, que escala sin ayuda solo con sus propias fuerzas, porque de alguna forma el que se pone a escribir, sobre todo cuando te pones a escribir una columna, que tiene algo también de montañoso para trepar, estás solo allí, solo ante el peligro, solo ante el tema, solo ante tu propia capacidad de expresar algo, de que la gente lo entienda, que lo acepto que lo rechacen. Muchas veces cuando uno escribe tiene esa sensación de vértigo, de estar allí sólo con el abismo delante. Eso me hizo recordar estas escaladas”, ha contado en Tarde lo que tarde.

El filósofo se enmienda en este libro sus propias columnas: “Con la fecha debajo de todo lo que he escrito, lo apruebo. Pones la fecha de hoy, en muchos casos, no. Ahora evidentemente sé más. Procuro evolucionar, aprender, enterarse de más cosas. Efectivamente, cosas que he escrito hace cinco, 10 o 15 años hoy ya no me convencerían”.

“Para ti, como siempre”

Cuenta que “nunca” deja de “echar de menos” a Sara Torres, su esposa. Así lo refleja en la dedicatoria de este libro: “Para ti, como siempre”. “Uno se acostumbra a la tristeza, pero no la supera. Para mí esa pérdida es una pérdida que marca mi vida, un antes y un después. No quiere decir que yo no haya seguido viviendo. Ahora tengo también otros amores, en fin, sigo viviendo, pero evidentemente esa ausencia está siempre presente. Yo puedo decir que no hay día que pase, casi te diría que no hay horas que pasen en que no me acuerde de Sara en algún momento y, casi siempre, se me saltan las lágrimas a pesar de ello".

El sentimiento y la razón

“El sentimentalismo es una expresión dulzona, cursi, de los sentimientos. Una cosa es tener sentimientos y otra cosa es ser sentimental. Lo digo, siendo yo muy sentimental, soy muy sentimentaloide en el peor sentido de la palabra. Los sentimientos no implican sentimentalismo. El sentimiento es saber que en la vida no todo es cálculo, no todo es razón, no todo es lógica, sino que hay unos movimientos que son lo que nos hace amar la vida. Nadie ama la vida por las matemáticas. Amamos la vida por la presencia de los otros, por la ternura, por los hijos, por una serie de cosas que no se expresan simplemente en un cálculo, en un algoritmo”.

“He utilizado la razón y he manejado la razón, pero no me considero un ser, ni mucho menos racional. Me he movido mucho más en la vida por los sentimientos, por pasiones, por cólera, también soy bastante colérico y movido. Eso no quita que haya sido racional en ocasiones, pero yo no diría en absoluto que lo fundamental en mi vida haya sido la razón. Yo creo que las pasiones y las ilusiones han sido lo más importante”.

La filosofía en las escuelas

La filosofía en las escuelas señala que pierde peso en España, pero no solo sino en Europa en general. Únicamente destaca como casos excepcionales los casos de Francia e Italia. “Yo creo que la filosofía en los estudios de bachillerato, es decir, para los adolescentes, ya prácticamente no se da. Se da con otros nombres. Yo creo que eso es evidentemente una pérdida, no solamente por razones gremiales, sino también porque la filosofía nace en el mismo lugar y en el mismo momento en el que nace la democracia”.

“Me parece que hay un paralelismo, lo que la democracia es en el sentido colectivo, esa autonomía, esa capacidad de innovación, de crítica de lo tradicional, etc. que la democracia instaura en lo colectivo. La filosofía también lo intenta en lo personal, o sea, en la filosofía es a la persona lo que la democracia es a la colectividad. Creo que ese paralelismo merece la pena extenderse en el campo educativo, naturalmente, al nivel propio de los adolescentes”.

La “propia vida intelectual” del hijo

Savater se alegra mucho de que su hijo, Amador, se haya dedicado a las cosas que le “parecen interesantes” como “la reflexión sobre la sociedad, la reflexión sobre lo que somos, sobre lo que hacemos o sobre lo que nos pasa”.

Considera que “lo que no es obligatorio es que llegue a las misma conclusiones que llego yo, de modo que tiene su propia vida intelectual y a mí me parece estupendo. No es simplemente que la libertad sea una especie de regalo que haga uno al hijo, es que tiene que preparar a los hijos en la medida que uno pueda influir en ellos. Amador ha tenido también otras influencias en su vida, como es natural, pero la vida, en la medida que uno puede influir en un hijo, lo que tiene que enseñarles es a pensar por sí mismo, no a repetir cosas, pensar no es repetir cosas que has oído”.

Sobre UPyD: “La mejor oferta política”

Sobre el centro político en España señala que sí tiene “espacio, lo que no tiene es votantes”. El filósofo dice seguir convencido de que “la oferta política que significó UPyD es la mejor oferta política que se ha hecho a los ciudadanos en este país desde la transición democrática”.

“Cuando estábamos en UPyD fuimos los primeros que denunciamos los casos de corrupción: el Canal de Isabel II, Rodrigo Rato. El poco dinero que teníamos, porque nosotros no recibíamos fondos de ninguna parte e inventamos un modesto crowfunding de para mantenerlos, etc. Nos gastamos el poco dinero que teníamos en hacer esa labor de lucha contra la corrupción. Primero tuvimos buenos resultados y representantes en el Parlamento, pero después todos los poderes fácticos estaban un poco en contra, los de izquierda por una cosa y los de la derecha por otra cosa. Finalmente la gente se fue a votar a los corruptos y no a nosotros. No se trata de que no haya un espacio, el espacio está ahí, pero a la gente le gustan los extremos, ese es el problema”.

Sobre el español: “La lengua obligatoria”

Fernando Savater dice que “en un país democrático” como España y por lo tanto “parlamentario” donde se tiene “una lengua común de todo el país, en la cual todos los ciudadanos puedan dirigirse unos a otros, discutir los problemas políticos, tener una relación con la administración, todo eso es muy importante. Una lengua común, verdaderamente, es un requerimiento político, no es un adorno cultural”.

“Luego, por supuesto, está el respeto regional a otras lenguas en sí mismas, todo lo estimable que se quiera, pero que no son la lengua común. Eso que dicen todas las lenguas son iguales, o sea, en un país democrático hay una lengua común que por lo tanto tiene un rango superior, porque es la de todos, y luego está, muy respetables, cada una de las lenguas autonómicas que se habla en sus regiones determinadas y que hay gente que prefiere educarse en ellas, prefiere expresarse y relacionarse con sus administradores, pero eso dentro de la lengua obligatoria general de todos, las otras son lenguas opcionales en cada una de las regiones”.

Considera que “la lengua española para todos es el castellano”. Cree que una buena explicación al respecto es el título del libro Lengua española y lenguas de España del académico de la RAE Gregorio Salvador fallecido recientemente: “Hay una lengua española, que es lo que llamamos castellano, y luego hay lenguas en España, es decir, el vasco, el catalán, el gallego, otras lenguas que también se dan y son de España".

Los miedos en la vida

Ha reconocido que tiene “miedo a la muerte que no puede llegar a todos”, pero “no a la muerte de un asesino concreto”, ha explicado sobre cómo observa la muerte después de haber estado amenazado por ETA.

“No he sido asustadizo en lo concreto. He tenido muchos temores en la vida, sobre todo el sufrimiento de las personas que he amado y esas desgraciadamente esos temores se han confirmado en mi vida de manera, casi te diría, extensiva. En cambio, el miedo al matón o el miedo al asesino no lo he tenido yo, pero eso no quiere decir que yo no tenga miedo. Tengo otros miedos y, por supuesto, el miedo global a la muerte que tenemos todos los seres humanos. Es verdad que en un momento aquí en el País Vasco vivíamos con el sobresalto de saber que había gente que te podía estar esperando abajo".