Enlaces accesibilidad

A José Sacristán solo le han hecho un casting (y no le cogieron)

Por
José Sacristán habla con Carlos del Amor en 'La matemática del espejo'
José Sacristán habla con Carlos del Amor en 'La matemática del espejo'

José Sacristán habla en La matemática del espejo de la familia, de la identidad del de Chinchón y el oficio de ser actor que tanto le ha dado y tantas le ha hecho pasar. Reconocido como pocos artistas en nuestro país, no tiene miedo a los retos ni a los papeles difíciles. Los autores lo saben y, cuando quieren a Sacristán, lo convocan sin pruebas: "Nunca me han hecho un casting, nunca jamás", le dice a Carlos del Amor.

"Me hizo una prueba Carlos Saura para doblar la película El resplandor y no fui aceptado, pero nunca jamás me han hecho un casting". Una bala esquivada, tal vez: el doblaje de la película de Stanley Kubrick, donde finalmente participaron Verónica Forqué y Joaquín Hinojosa, es uno de los más discutidos de la historia de nuestro país.

Sin miedo a ningún papel

El diputado (Eloy de la Iglesia, 1978), Un hombre llamado flor de otoño (Pedro Olea, 1978)... José Sacristán se metió en papeles arriesgados para su época y sigue haciéndolo a día de hoy. El muerto y ser feliz (Javier Rebollo, 2012), Formentera Lady (Pau Durà, 2018)... hay una conexión en el tipo de papeles, como observa Carlos del Amor: siempre le ha gustado el riesgo, se ha lanzado sin meditarlo mucho o al revés.

"No es tanto la capacidad que uno tenga que decidir, porque suena el teléfono y hay alguien al otro lado con una oferta", explica Sacristán. "Lo que sí es la disponibilidad, es la actitud, eso es muy importante, aparte de que es muy bueno para el hígado".

¿Qué ha aprendido de los más grandes?

Interrogado sobre sus mayores influencias, Sacristán recuerda a sus amigos y mentores. "Adolfo Marsillach confió en mí desde el principio y luego tuve una relación con él muy interesante porque era un hombre muy inteligente", cuenta. "José Luis López Vázquez, la admiración profunda de un genio. Alfredo Landa... mi hermano".

"El caso de Fernando Fernán Gómez es una cosa especial", destaca, "porque yo como espectador veía las películas de aquel tiempo y lo que él proponía siempre era otra cosa, algo mejor. Siempre ha sido un objeto de atención por mi parte. Emma Cohen fue nuestra celestina, y desde entonces los cumpleaños, los fines de año, mucho más allá de la enseñanza o el consejo en la cosa del actor ha estado en la vida, la generosidad, la bondad..."

Delante de su compañero con quien tuvo el lujo de trabajar en El viaje a ninguna parte, no cabía la impostura. "Delante de gente como Fernando aunque no quisieras tenías que ser mejor, porque como fueras de listo enseñabas el culo en la primera de cambio. De él he aprendido qué supone el ejercicio de una profesión como esta en un país como este".

Se sigue poniendo nervioso antes de la claqueta

¿Se sigue poniendo nervioso José Sacristán antes de una claqueta? "Hay un tipo de inquietud o de nervio que si no lo tienes es que no eres de esto. Se supone que cada vez que se levanta el telón lo que va a ocurrir en ese momento ni ha ocurrido antes ni va a ocurrir después.  La profesionalidad o la experiencia son enemigas mortales de la creatividad, siempre hay un a ver qué pasa. Pero esa inquietud no es paralizante ni muchísimo menos. Con las películas me suele ocurrir y me gusta: la noche anterior duermo mal, repasando los diálogos o proponiendo correcciones. Siempre hay una inquietud y me gusta que me pase".