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Los retos de conservación de las islas atlánticas

 Con Adela Úcar  Reduce tu huella 
  • Adela visita el Parque Nacional Marítimo-Terrestre de Islas Atlánticas (Illas Atlánticas)
  • Conoceremos por qué este Parque Nacional es ya un reconocido modelo de explotación turística sostenible
  • Reduce tu huella, sábados en La2 a las 18:30h | Disponible en RTVE Play y en la web de Ciencia y futuro

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Reduce tu huella - Presentación Illas Atlánticas

La línea del horizonte aparecía y desaparecía por el ojo de buey. Viento, lluvia, frío y grandes olas. Galicia quiso recibirnos con un tiempo muy suyo. Con el equipo al completo haciendo lo posible por mantener la compostura y no sucumbir definitivamente al mareo, el trayecto en barco desde Vigo hasta las Islas Cíes se convirtió en el tributo que tuvimos que pagar para disfrutar del mismísimo paraíso para nosotros solos. Era principios de mayo y el servicio de ferries turísticos no había comenzado, por lo que compartimos el transporte organizado desde Vigo por los guardas del único parque nacional de Galicia, para acompañarles durante su jornada de trabajo. El 13 de junio de 2002 las Islas Cíes, Sálvora, Ons y Cortegada quedaron unidas por la declaración del Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas, otorgándoles una protección que ya entonces era evidente que necesitaban.

Islas Cies

Islas Cies

Nada más desembarcar nos encontramos con uno de los principales reclamos turísticos de estas islas: la playa que el periódico británico The Guardian declaró “la mejor playa del mundo”. La arena de Rodas es tan blanca que cuesta mirarla sin entrecerrar los ojos. El agua es de un azul turquesa cristalino. El Monte del Faro se alza tras un bosque de imponentes pinos que bordea el arenal. Si no fuera por los pinos y la temperatura, hubiera podido creer que estábamos en el Caribe.

Tras un trayecto en jeep por una carretera de vértigo llegamos al faro, situado a una altitud de 170 metros sobre el nivel del mar. Desde allí la vista de los acantilados y la costa peninsular es espectacular. José Antonio Fernández, Pepín para los amigos, lleva más de una década como Director Conservador del Parque de las Islas Atlánticas. Mientras nos resguardábamos de la lluvia bajo el pequeño alero una la casa de piedra junto al faro, me contó que los principales problemas de conservación a los que se enfrentan las islas son consecuencia de la presión del ser humano.

En tierra

El atractivo turístico de las Islas Atlánticas llevó a una situación de saturación que tuvo su clímax en 2017, cuando el número de visitantes excedió en 4000 personas diarias el cupo recomendado. “El pisoteo es un grave problema que afectaba principalmente a la vegetación de playas y dunas, había basura en los caminos y playas, los hidrocarburos y el ruido de los ferries turísticos producían contaminación, especies tan sensibles como la gaviota patiamarilla no encontraban la tranquilidad que necesitan para incubar. Con el exhaustivo control de limitación del aforo de visitantes a partir de 2018 en todas las islas, hemos conseguido reducir mucho esa presión, mientras que se garantiza que podamos seguir disfrutando y aprendiendo de este ecosistema tan singular”.

Gaviota patiamarilla

Gaviota patiamarilla

Una de las tareas de recuperación que llevan a cabo en las Islas Atlánticas es la protección de las gaviotas patiamarillas, cuya población ha descendido un 85% en Cíes desde 1991. El gentío, la concentración de contaminantes y una extraña intoxicación que afecta a los adultos en el periodo de incubación, parecen ser las causas de un descenso de población drástico que sigue sorprendiendo a los biólogos. La flora de los acantilados y áreas de incubación también se ve perjudicada por la falta del abono procedente de los excrementos de las gaviotas. Mientras siguen investigando las causas de su lenta agonía mediante el análisis de los huevos de las gaviotas, las áreas de incubación se han protegido al máximo para mantenerlas alejadas del flujo de visitas.

Gracias a la limitación del aforo y las medidas de conservación, los efectos de la invasión turística están a raya, pero hay otra invasión que tardará mucho más en controlarse. Las plantaciones madereras de eucaliptos, pinos y acacias, todas ellas especies invasoras, que se introdujeron en estas islas a partir de los años 60, han ido desplazando a la vegetación autóctona. Otras especies como la cala, la caña y la uña de gato fueron introducidas por pescadores, habitantes o visitantes como flora ornamental.

En la isla de Sálvora, Rubén Retuerto, biólogo de la Universidad de Santiago de Compostela, nos mostró el estudio que están llevando a cabo para averiguar los efectos del cambio climático tanto sobre la flora autóctona como la invasora. En unas parcelas experimentales en las que han plantado una representación de la flora que hay actualmente en la isla, utilizan cámaras de cristal para simular el aumento de la temperatura y colectores de agua para limitar la precipitación. Los resultados son concluyentes. El cambio climático favorece a las especies invasoras, por lo que erradicarlas y controlar la llegada de otras nuevas es vital para favorecer la biodiversidad.

Los guardas del parque llevan una guerra sin cuartel contra la mayoría de los ejemplares de estas especies, un proceso muy largo cuyos resultados comienzan a dar sus frutos.

En el mar

La protección de estas islas estaría incompleta si sólo se limitara a la parte terrestre. El área marítima tiene la misma importancia y su cuidado parte del conocimiento profundo del mar. Junto a la isla de Sálvora, abordamos una pequeña plataforma similar a una batea que es en realidad una estación oceano-meteorológica. Desde allí se toman medidas diarias de dirección y velocidad del viento, humedad y temperatura ambiente, temperatura y salinidad del agua. Un correntímetro acústico mide la velocidad y dirección de las corrientes.

Estudio Salvora

Estudio Salvora

Uno de los datos más interesantes de cara a la conservación de la fauna de estas aguas es la contaminación acústica. Si llegara a ser excesiva, los agentes del parque natural podrían advertir de la necesidad de limitar el paso de embarcaciones por determinadas zonas en periodos de cría, por ejemplo. Todos los datos que recoge la estación se envían diariamente a centros de investigación, pero también son importantes para las mariscadoras de Carril.

Una actividad tradicionalmente desempeñada por mujeres y que a día de hoy, además de ser un importantísimo motor socioeconómico para Galicia, tiene importantes beneficios de cara a la conservación de estas especies. Ataviadas con trajes de goma y bajo una intensa lluvia, Inma y Pupe me mostraron la forma de vida que heredaron de sus madres y abuelas. Las mariscadoras limpian sus parcelas y oxigenan el fango al rastrillarlo en busca de los moluscos. Las capturas que realizan son selectivas, de forma que únicamente recogen los ejemplares adultos. La reproducción de estas especies también se ve favorecida por la siembra que realizan. Comprometidas con su cultura y concienciadas con la necesidad de cuidar el entorno que les da de comer, estas mujeres pusieron en marcha la asociación Amar Carril, brindando apoyo a la comunidad de mariscadoras, realizando actividades para dar a conocer su trabajo y promoviendo la conservación.

Los retos de conservación de las islas atlánticas

Los retos de conservación de las islas atlánticas

Las condiciones meteorológicas bajo las que estas mujeres desempeñan su trabajo ha contribuido a su fortaleza. No menos desdeñable es la tarea de sumergirse en las frías aguas de las islas Cíes, que no superan los 16 grados en todo el año. Alex Alonso y Gonzalo Mucientes, miembros del Instituto de Investigaciones Marinas me prestaron un neopreno de 9 milímetros para poder sumergirme con ellos para estudiar las rayas marinas. Nuestra misión era revisar el estado de los receptores colocados en el lecho marino, que reciben las señales que emiten los emisores colocados en algunos ejemplares. Mediante lo que se denomina Telimetría Acústica del Movimiento, tratan de conocer el comportamiento de esta especie y su relación con la pesca y la estacionalidad. Tras pasar horas y horas bajo el agua a lo largo de todo el año, han realizado un registro fotográfico de las rayas a las que identifican mediante inteligencia artificial, para averiguar sus movimientos y esperanza de vida.Ahora saben que las rayas pasan los veranos en las islas Cíes, desde mayo hasta octubre. Estudios como estos son fundamentales para poder conjugar los intereses del sector pesquero y protección de la biodiversidad.

Los últimos de Ons

De todos los seres vivos que habitan las Islas Atlánticas, sin duda hay uno que está cerca de perder este hábitat como su hogar permanente para siempre. El ser humano. Durante años las Islas Atlánticas estuvieron habitadas por familias que subsistían de la pesca y agricultura de autoabastecimiento. Aislados de la península durante todo el invierno y sin a penas visitas, desarrollaron su propia cultura. A partir de los años 80, el crecimiento económico en la península fue un canto de sirena para la mayoría de los jóvenes residentes en estas islas, que buscando estudios y oportunidades las abandonaron para siempre.

A penas quedan ya 10 residentes en la isla de Ons. Son los últimos habitantes de las Islas Atlánticas. Visité a Victoria y Cesáreo en su pequeña casa de piedra frente al mar. Con 80 años son los más longevos de la isla y por lo tanto,los habitantes de más antigüedad. Tras una vida dura, pero plena de felicidad en un paraje que les proporcionaba todo lo que necesitaban, no comprenden que sus hijos no vean lo que ellos ven, que viven en el paraíso. Los jóvenes prefieren la península y todas sus comodidades. Ons es ya sólo un bonito lugar para las vacaciones del verano.

Con el descenso de la población, las tradiciones de las islas también están desapareciendo. Nada queda ya del ambiente que se reflejaba en las película en Super 8 que el antropólogo Staffan Morling filmó en los años 60. El bullicio del puerto con el arribar de las dornas, las fiestas patronales, los niños jugando junto al mar.

Sentí cierta melancolía al pensar que ahora el bullicio sólo proviene de los visitantes veraniegos. Aunque lo cierto es que para los pocos que quedan en la isla, el turismo se ha convertido en su medio de vida.

Antes de irme de Ons, disfruté de un maravilloso pulpo a feira hecho por Palmira Acuña, conocida en la isla como la reina Pulpeira. En su restaurante sirve más de cientos de racionesa la semana durante los meses de verano. Tuve el privilegio de compartirlo con ella a solas y acariciar por unos instantes la sensación de vivir en una isla que durante gran parte del año está casi desierta. Nos sentamos en una mesa en la playa, a disfrutar de los frutos del mar, la brisa, el paisaje y la contemplación de la vida sin prisa ninguna, con los pies en la arena y la espalda calentada por el sol, que apareció por fin para darnos la despedida.