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"El texto está muerto": las nuevas formas de contar según Rut Martínez Borda

  • Rut Martínez Borda invita a repensar los formatos y las formas para construir historias en el entorno audiovisual
  • La fotografía se convierte en la protagonista del reportaje escrito
"El texto está muerto": las nuevas formas de contar según Rut Martínez Borda
"El texto está muerto": las nuevas formas de contar según Rut Martínez Borda GETTY
* Sofía Vera Bastidas

La transformación de los lenguajes narrativos en el periodismo contemporáneo es un cambio central y necesario. Según Rut Martínez Borda, vicedecana del campus de Guadalajara en la Universidad de Alcalá y profesora titular de comunicación audiovisual, “hay que procesar todas las posibles nuevas formas de contar”, porque, anunció provocadora, “el texto está muerto”.

Rut Martínez Borda

Rut Martínez Borda RTVE

Una sesión que no solo ofreció herramientas conceptuales, sino que también planteó una invitación a repensar los formatos y las formas en que se construyen las historias en el entorno audiovisual actual. Lejos de aferrarse a la tradición, la propuesta apuntó a expandir horizontes y a ofrecer caminos innovadores para quienes se adentran en la construcción de relatos, especialmente en proyectos como los trabajos de fin de máster, que en esta época del año quitan el sueño a los alumnos.

Su teoría de que “el texto está muerto” no pretende invalidar la palabra escrita, sino destacar que, en la era de la imagen, lo primero que se interpreta es lo visual. La fotografía se convierte en la protagonista del reportaje escrito. El texto, entonces, aparece como un complemento, no como el núcleo inicial del relato. Este cambio de paradigma, según la profesora, obliga a periodistas y comunicadores a dominar el lenguaje audiovisual y a controlar el contenido transmedia, es decir, a saber contar una misma historia desde distintas plataformas y soportes. Y condena a aquel que no maneje la técnica de la imagen o no se adapte a los nuevos tiempos, al fracaso o al olvido.

Cine y el periodismo, el arte de contra historias

En este contexto, Martínez Bordá explora la relación histórica entre el cine y el periodismo, dos disciplinas que, aunque diferenciadas por sus métodos y objetivos, comparten un interés común: contar historias.

El cine es la verdad 24 veces por segundo

Mientras que el reporterismo parte de los hechos y la urgencia para construir realidades, el cine (cuando no se trata de un documental) ofrece profundidad y emoción desde la ficción. Ambas prácticas narrativas apelan a la imagen, al impacto emocional y a la empatía como herramientas clave para captar al público. “El cine es la verdad 24 veces por segundo”, recordaba la profesora citando a Jean-Luc Godard, en una frase que resume la potencia expresiva del lenguaje cinematográfico.

La figura del periodista en la cultura popular también fue objeto de su análisis. Desde las películas hasta las series, los medios han construido un imaginario colectivo sobre el reportero, muchas veces cargado de épica o dramatismo. Un buen ejemplo de ello es la película animada Another day of life (Un día más con vida), inspirada en el libro homónimo de Ryszard Kapuscinski, donde el idealista y heroico reportero polaco llega a una Angola que acaba de convertirse en una nueva pieza del tablero de ajedrez de la Guerra Fría.

Sin embargo, el periodismo real se enfrenta a tensiones más complejas, especialmente en lo que respecta a la ética y a la representación. “Transmitimos la realidad sin modificarla, sin ficción, porque no somos cineastas”, subrayó Martínez Bordá. En este punto se marcó una línea clara: el periodismo debe emocionar, pero sin caer en el espectáculo.

No se trata solo de informar, sino de provocar una respuesta emocional en el público

La emoción, precisamente, fue identificada como un componente esencial de cualquier relato periodístico eficaz. No se trata solo de informar, sino de provocar una respuesta emocional en el público. Para lograrlo, es necesario integrar elementos clave: el factor sorpresa, la sencillez narrativa, la empatía y, por supuesto, el impacto. “Un buen comunicador es esencial si quieres llevar al oyente o al lector a otro mundo”, señaló Rut Martínez Bordá, apelando a la responsabilidad que tiene quien narra una historia. Si se desea que el mensaje se transmita de forma que el público/lector conecte emocionalmente con la historia, no se debe tan solo leer el texto de forma superficial y sencilla, sino saber crear una imagen con las palabras de tal forma que las personas identifiquen el alma del reportaje. Esa también es una manera de adaptarse a las nuevas formas de contar. No alcanzable si hay un ancla en los formatos tradicionales.

Conectan los sucesos con historias personales

En ese sentido, reflexionó también sobre los límites de la representación. ¿Hasta qué punto se puede ficcionar la verdad? ¿Qué riesgos conlleva convertir hechos reales en espectáculo? Casos como la cobertura mediática del volcán de La Palma demuestran cómo la tragedia puede ser explotada por los medios en busca de audiencia, dejando en segundo plano la sensibilidad hacia las víctimas. El reto está en mantener el equilibrio entre informar con emoción y respetar la dignidad de los protagonistas.

Contar historias es un acto inherente al ser humano y, en periodismo, este acto se vuelve aún más poderoso cuando se elige cuidadosamente el enfoque. No basta con presentar datos: hay que construir personajes, situar los hechos en un espacio y en un tiempo, y dotar al relato de una dimensión humana. Un reportaje se vuelve memorable cuando se le pone cara a los hechos, cuando se conectan los sucesos con historias personales. En palabras de Martínez Bordá: “No quiero chisme, no quiero hacerte sufrir, quiero que me cuentes tu historia para que pueda contar mi tema a través de ti”.

No basta con presentar datos: hay que construir personajes

La conclusión es una invitación a experimentar con los nuevos formatos, adaptándose a las plataformas emergentes y a las formas de consumo de las nuevas audiencias. Un ejemplo revelador fue el reportaje sobre Fukushima realizado por El País Semanal, que utilizó tecnología de vídeo 360° para permitir al espectador explorar el espacio como si estuviera allí. Este tipo de narrativas inmersivas son parte del periodismo transmedia, una forma de contar que combina medios, lenguajes y tecnologías para alcanzar a públicos diversos desde múltiples frentes.

En un ecosistema mediático en constante transformación, los periodistas no pueden conformarse con una sola vía. Deben explorar, mezclar y experimentar. Porque solo así podrán garantizar que sus historias encuentren el canal adecuado para resonar con una audiencia cada vez más exigente y fragmentada. “Nuestra historia debe estar en varios medios, porque no sabemos a quién le puede interesar”, concluyó Rut Martínez Bordá. La clave está en dejar que el público participe, interactúe, se conmueva y, sobre todo, se sienta parte de lo que se cuenta.

*Sofía Vera Bastidas es alumna de Máster de Formación Permanente en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá de Henares y RTVE. Esther G. Pérez, redactora jefa de Sociedad, ha supervisado la elaboración completa de este texto.