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Viaje del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, al Golfo Pérsico: los tiempos de la diplomacia

  • El ministro José Manuel Albares culmina una visita de tres días a Catar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos
  • La guerra de Gaza y las relaciones económicas, claves de los encuentros con las autoridades

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El ministro de exterior español realiza una gira diplomática exprés por Oriente Próximo

Son semanas, a veces meses, de preparación para cuadrar agendas de representantes políticos y personalidades a miles de kilómetros de distancia. El esfuerzo puede buscar que se produzca una simple conversación telefónica entre dos líderes. O conseguir que coincidan un puñado de minutos en algún lugar del futuro a varias horas de avión, aderezadas antes y después con frenéticos trayectos en coches diplomáticos a toda velocidad.

José Manuel Albares atravesaba a pie el patio central del Hotel Sheraton de Doha a primera hora de la mañana del 6 de febrero. Se trata de una enorme pirámide que antes dominaba el horizonte y que ahora ha quedado empequeñecida por los rascacielos que brotan sin parar sobre un suelo que flota sobre gas y petróleo.

Diplomacia e intereses económicos en juego

Un desayuno con empresarios españoles era el primer acto de esta nueva gira del ministro de Asuntos Exteriores por Oriente Medio, la segunda en menos de un mes tras haber visitado Líbano e Irak.

El encuentro duró media hora, antes de que Albares se metiera en uno de los coches de una larga caravana encabezada por la policía.

Albares visita el Líbano en un momento de enorme tensión entre Hizbulá y el ejército israelí

Después de un prolongado trayecto en el que todos los semáforos se ponían sospechosamente en verde al paso de la comitiva, llegaban los platos fuertes del día. Primero, un encuentro de veinte minutos con Al Budaiwi, secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo, una unión aduanera que reúne a Arabia Saudí, Baréin, Catar, Kuwait, Omán y los Emiratos Árabes Unidos.

Después, otra media hora larga de coche para ser recibido durante el mismo tiempo por el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, el jefe de Estado.

Albares llegaba con un anuncio en el bolsillo muy del agrado de sus anfitriones: la decisión no solo de seguir colaborando con la UNRWA en Palestina sino de una aportación extra de 3,5 millones de euros para la organización. El jefe de la diplomacia española quería escuchar de primera mano a un mediador clave entre Israel y Hamás. Catar, junto a Egipto, ha sido el intermediario al que se ha dirigido la milicia fundamentalista para plantear a Tel Aviv una tregua de 135 días en Gaza.

El ministro de Asuntos Exteriores, Jose Manuel Albares, recibido por el emir de Catar

El ministro de Asuntos Exteriores, Jose Manuel Albares, recibido por el emir de Catar

Tras las dos reuniones quedaban poco más de tres horas para subirse a un avión rumbo a Riad. Pero al ministro de Exteriores le dio tiempo a reunirse con una asociación de empresarias cataríes, visitar un zoco, un museo de arte islámico y ser entrevistado durante casi media hora en los estudios centrales de Al Jazeera en Doha.

La guerra de Gaza, en el horizonte

A pocos metros de la puerta del avión en Arabia Saudí aguardaba una caravana de berlinas de alta gama escoltadas por todoterrenos estadounidenses con enormes defensas metálicas. La fluidez con la que circulaba el séquito en Catar se convirtió en Riad en una carrera delirante y amenazadora para los últimos eslabones de la cadena. Los vehículos del convoy circulaban pegados unos a otros, abriéndose paso a bocinazos a través de los atascos de la capital saudí entre frenazos, volantazos, derrapes y bloqueos del cinturón de seguridad, que provocaban que fuera imposible leer o escribir a bordo mientras los equipajes rodaban sin control.

La agenda de estos viajes es líquida. Los horarios se fijan al minuto, pero todo se mueve y provoca retrasos, adelantos y carreras. Cuando los periodistas tenemos, sobre el papel, unos minutos para enviar crónicas, todo se precipita y hay que salir corriendo al coche con el portátil en la mano. Cuando parece que hay una cita inminente las esperas se prolongan sin que puedan ser aprovechadas.

El ministro Albares destacaba que España y la monarquía absoluta gobernada por la casa de Saúd comparten el anhelo por la creación cuanto antes del Estado de Palestina y el deseo de un alto el fuego definitivo en Gaza. Le recibió su homólogo saudí, el príncipe Faisal bin Farhan. Antes, Arabia había hecho público que no normalizará relaciones con Israel si no cesa la guerra y se reconoce un Estado palestino sobre los territorios ocupados en 1967 que incluyen Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.

A la delegación española aún le quedaba otro salto en avión a Abu Dabi. El más grande de los Emiratos Árabes Unidos es la última parada del viaje de Albares. Su gira por Oriente Medio ha coincidido con la del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores francés Stéphane Séjourné. Diplomáticos saltando de unas capitales a otras, intercambiando países y ciudades mientras buscan fórmulas para evitar que la guerra escale y desborde los contornos del actual conflicto armado. “Por eso estamos todos aquí a la vez, para evitar la desestabilización de la región” concluía Albares. Una carrera que, de momento, presenta un final incierto.