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Libros

Cristina Araújo: "Quería mostrar lo que le ocurre a una víctima después de una violación"

  • La escritora es Premio Tusquets de novela con su debut Mira a esa chica

Por
Cristina Araújo, ganadora del Premio Tusquets de Novela 2022
Imagen de la escritora Cristina Aráujo

Del dolor inmutable al aislamiento que afronta la víctima de una violación grupal. Bajo estos mimbres sensibles, Cristina Araújo (Madrid,1980) ha tejido su ópera prima Mira esa chica, ganadora del Premio Tusquets de novela 2022.

Un libro transparente que disecciona con precisión quirúrgica una polifonía de voces que muestra cómo se deforma el entorno o los juicios de valor: el rechazo pero también el apoyo en un fresco completo a flor de piel. Un texto tan duro que lega un rastro de tristeza, pero que a la vez fluye en una estructura tan sólida como exquisita, ágil e inteligente en su respeto.

La escritora Sara Mesa ha calificado la novela como “de gran hondura psicológica, precisa y excelentemente construida”. Y el presidente del jurado, Antonio Orejudo, completa: "Huye de esa narración fácil de un episodio complejo y se sirve de la literatura para ponerse en el lugar de todas las personas implicadas".

Portada

Mira a esa chica sigue a la joven Miriam y a su grupo de amigos tras el final del verano donde estalla la tragedia en mitad de las turbulencias adolescentes, un microcosmos que siempre ha interesado a Araújo.

En un argumento con reminiscencias del caso de La Manada pero que no perseguía “ser un alegato ni una crítica”, solo reflejar el después en la vida de la víctima y los “pensamientos inapropiados” que todos tenemos, en palabras de la escritora.

PREGUNTA: Miriam se pregunta si será capaz de aguantar esa carga durante toda la vida ¿Era importante para ti esta inmersión psicológica?

RESPUESTA: Fue principalmente el motivo del libro. El tema de la hondura psicológica, la introspección y todos los conflictos internos. Era lo que lo que yo realmente quería reflejar.

Aunque partes de un hecho tan traumático en un momento tan violento, en realidad tampoco me quería centrar en el morbo del ataque sino en todo lo que tiene que pasar la chica después. Todos esos momentos solitarios en los que no sabes cómo actuar, no sabes cómo va a ser tu vida o estás pensando cómo va a reaccionar la gente.

P: También incluyes fragmentos del protocolo sanitario, las fases del juicio. Es una evolución por todas las capas del trauma a través de su pensamiento ¿Cómo lo planteaste?

R: El tema de los protocolos sanitarios es realmente el germen de la novela. Todo a lo que se tiene que enfrentar una mujer cuando va a urgencias después de una violación como el tema de las exploraciones y el interrogatorio.

Lo que más me impactó fueron todos los medicamentos que se tienen que tomar: antibióticos durante meses y un análisis de sangre para ver si tienen alguna enfermedad, sobre todo por la infección de la VIH, además de vacunas contra la hepatitis. Aparte del trauma con el que llegas que no sabes ni dónde estás tienes que atravesar eso inmediatamente.

Quise escribirlo muy detallado para darle visibilidad. También están las transcripciones del juicio e investigué mucho sobre los medicamentos: ansiolíticos, antidepresivos y las fases del trauma donde hablé con profesionales. Intenté mostrar todo eso que es muy crudo y a veces se olvida frente a la tragedia de la violación.

PREGUNTA: Las secuelas son durísimas pero el juicio social, “la mirada de los otros”, revive constantemente el horror sumado a la pérdida de la privacidad.

R: Hay cosas en el libro que provienen de hechos reales que he leído de memorias de chicas, pero en España el caso de La Manada fue uno de los más mediáticos.

Una de las cosas que más me llamó la atención de este caso es que a la víctima le pusieron un detective, estaba con sus amigas, llevaba una camiseta con un mensaje y la gente empezó a pensar como que no le había afectado, que ya se lo estaba pasando bien o se lo había inventado. Eso lo quise reflejar en un capítulo del libro. Quería darle la vuelta y mostrar que no se puede juzgar porque no sabes por lo que está pasando esa persona.

Luego está el tema mediático, por ejemplo, imagina que la chica está en una fiesta de la universidad o en una cena familiar y empiezan a hablar del tema. O cuando ella se plantea cómo iba vestida o cambia su corte de pelo por si su flequillo es muy llamativo.

"La cosificación se puede leer entre líneas perfectamente"

P: Incluir parte de las conversaciones por WhatsApp de los violadores es demoledor, ¿supondría la máxima demostración de deshumanización?

R: Lo que hice como con las transcripciones judiciales es basarme en hechos reales. Dejar el esqueleto de los mensajes y adaptarlo a la historia. Eso me vino muy bien porque los whatsapp hablan por sí solos y la cosificación se puede leer entre líneas perfectamente.

Lo que me llamaba la atención es que en una violación puedes pensar que es un psicópata o un delincuente pero cuando es grupal yo no entendía que varios chicos que parece que han salido a tomarse algo que ninguno fuera capaz de decir, ey, oye, qué estamos haciendo, que se nos va la olla y pararlo.

P: El relato es muy crudo pero a la vez la conexión empática con la víctima y sus circunstancias es inmediata ¿combinar literariamente la segunda y la tercera persona fue la palanca?

R: En Luces de neón Jay Mcinerney utiliza la segunda persona, pero cuando lo lees no te das cuenta, parece que esté usando la primera y eso me gustó.

Recurrí a la segunda persona porque me di cuenta de que podía conservar la intimidad, pero a su vez el juicio que hace ella sobre sí misma donde se va preguntando por qué he hecho esto o lo otro. Es una especie de desdoblamiento de juzgarte continuamente sobre cómo has actuado o lo que ha pasado. Y parece que se ha entendido.