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Convivir con el volcán (III)

Los primeros realojados del volcán: "Cada día pienso en la casa que perdí"

  • Los hermanos José Luis y Miguel Ángel son una de las primeras familias que ha recibido una vivienda en La Palma
  • Su mayor anhelo es poder regresar algún día a Todoque, donde vivían antes de la erupción

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Imagen de archivo del desalojo de una de las casas de Todoque ante la llegada inminente de la lava.
Imagen de archivo del desalojo de una de las casas de Todoque ante la llegada inminente de la lava.

Desde que el volcán se tragó su casa de Todoque, José Luis y Miguel Ángel apenas han tenido un momento de respiro. Salieron prácticamente con lo puesto, y dejaron atrás todo cuanto tenían, salvo un televisor, unas mudas y los documentos imprescindibles. Nada más. Tres meses después de aquello, a José Luis todavía se le encoge la voz cuando rememora aquella tarde de domingo de septiembre. Aunque ahora, desde hace poco más de una semana, él y su hermano viven en un pequeño piso en el centro de Tazacorte, donde parecen haber encontrado una parte de esa tranquilidad que quedó sepultada por la lava, junto a sus pertenencias.

Siempre que pueden, José Luis y Miguel Ángel se desplazan en guagua a Los Llanos de Aridane, para estar más cerca de ese barrio y esa casa que ya no existen. Allí pasan la mañana, o la tarde, y luego regresan al nuevo hogar de Tazacorte, que se encuentra a escasos kilómetros. En el piso les espera una pareja de periquitos que, como todo allí, les acaban de regalar. "Me encantan los animales y no puedo vivir sin ellos", comenta Miguel Ángel. Esa es una de las cosas que más echan de menos de la casa terrera de Todoque, donde vivían rodeados por la naturaleza. Aunque el nuevo piso tambien tiene algo de su hogar anterior, ya que está orientado hacia una platanera que lo inunda todo de verde cuando suben las persianas. Una de las cosas que siempre sorprende de La Palma es que las plantaciones de plátanos aparecen en los lugares más insospechados.

José Luis (derecha) y Miguel Ángel, sentados en el salón de su nueva casa.

José Luis (derecha) y Miguel Ángel, sentados en el salón de su nueva casa. RTVE.es

A pesar de su carácter improvisado y de su extrema sencillez, el piso resulta muy acogedor. Allí todo huele a nuevo y a pintura reciente, y los hermanos incluso se han ocupado de poner un árbol de Navidad. La vivienda es pequeña, y consta de cocina, salón, dos habitaciones y un aseo. Ellos se muestran agradecidos, pero no pueden evitar la comparación con el hogar perdido de Todoque. “Solo la cocina de la casa en la que vivíamos era más grande que este salón”, asegura José Luis, recorriendo las paredes con la mirada.

La llegada a Tazacorte también ha supuesto una tregua con respecto a las semanas más oscuras que siguieron al despertar del volcán. Después de la erupción, estos hermanos estuvieron alojados durante dos meses y medio en el hotel Teneguía Princess de Fuencaliente, pero llegó un momento en el que aquello se convirtió en un calvario. "Aquí estamos mucho mejor que en el hotel, porque ya no podíamos más. Al principio, yo me hacía como que estábamos de vacaciones, pero llegó un momento en el que resultó imposible, porque fueron muchos días", recuerda José Luis.

Unos de los primeros realojados en casas

En realidad, José Luis y Miguel Ángel pueden sentirse afortunados, ya que cumplían con los requisitos para convertirse en una de las primeras familias afectadas por el volcán que ha recibido una vivienda en La Palma. En el mismo bloque, otros 16 pisos han sido entregados a personas como ellos, incluida una hermana.

Hasta ahora, el Gobierno de Canarias apenas ha entregado 25 viviendas, aunque prevé aumentar esta cifra considerablemente, también con casas prefabricadas. Además, ha abierto una línea extraordinaria de ayudas para el alquiler. Por su parte, el presidente español, Pedro Sánchez, se ha comprometido a realojar a más de 600 familias. Aunque, después de tres meses sin nada o con muy poco, la desconfianza de los isleños hacia las diferentes administraciones se ha generalizado, y buena parte de los afectados están buscando una vivienda por su cuenta, cansados de esperar a que se materialicen esas ayudas.

A los dos hermanos les han ofrecido el piso temporalmente por un mínimo de tres años, pero en principio se pueden quedar diez. El primer año no pagarán nada, y los dos siguientes tan solo los gastos de comunidad, que ascienden a 17 euros mensuales. "A partir del cuarto año, no sé si nos subirán el alquiler, pero esperamos que sea más o menos igual", explica José Luis.

Aunque esta nueva vida en Tazacorte supone una clara mejoría en esa carrera de obstáculos en la que se ha convertido la erupción volcánica para muchos palmeros, José Luis y su hermano tienen muy claro que aún no han llegado a la meta. Su mayor anhelo es poder regresar algún día a Todoque, o al menos a Los Llanos de Aridane, para estar más cerca. "Allí es donde nacimos y es nuestro pueblo, pero nos han dicho que de momento no puede ser. Así que tenemos que esperar a ver si podemos volver algún día", asegura José Luis con resignación.

"Cada día pienso en la casa que perdí"

"Cada día pienso en la casa que perdí. Nos han ofrecido este piso y estoy muy contento, pero tengo una pena muy grande por no poder estar en mi casa de Todoque", confiesa. Está sentado en el sofá del salón, junto a su hermano, y mientras habla mantiene la mirada perdida en el bosque de plátanos que asoma tras los cristales. "Espero poder volver allí, para estar en el sitio en el que yo nací. Si no puedo regresar y no me dejan hacer una casa nueva, por lo menos un cuartito de aperos como bodega, para poder ir de vez en cuando. Regresar aunque solo sea para pasar la tarde, trabajar el terreno, tener animales...", expresa, casi como si estuviese soñando en voz alta.

"La casa la hizo una abuela que ya falleció, y me parece injusto que porque venga un volcán, digan que ahí no se puede construir para protegerlo. Es como si yo estuviese viendo ahora a mi abuela pasando hambre para construir la casa, y me gustaría poder disponer otra vez aunque sea de ese terreno", continúa. "Ahora está debajo de la lava, pero sigue siendo nuestra tierra, el lugar donde nacimos", añade, sin poder evitar que se le encoja de nuevo la voz.