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Madrid atrae, Madrid repele: las dos caras de la vida en la capital

  • El coronavirus ha cambiado el padrón: en 2020 hubo más salidas que entradas, algo que raras veces ha ocurrido en la serie estadística
  • La precariedad laboral y el coste de la vida empuja a los jóvenes a abandonar la ciudad

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Reportajes RNE - Madrid atrae, Madrid repele

Madrid es el centro de España. También en sentido demográfico. Un imán que atrae a población de forma acelerada desde hace más de un siglo y cuyo peso social, económico y político acaba afectando a todo el país. Pero un imán que en ocasiones también repele. Los últimos datos de empadronamientos y algunas historias personales sugieren que algo de esto último está sucediendo ahora.

"Vienes y te dices: madre mía, qué barbaridad, es que está todo". Alberto Sáez llegó a la capital en noviembre. La suya es una historia de éxito. Saxofonista procedente de la gran cantera de músicos de Buñol (Valencia), ha ganado una plaza en la Banda Sinfónica Municipal de Madrid. Le entusiasma el bullicio de la vida cultural madrileña, incluso durante la pandemia. "Hace poco, en un show en la Gran Vía, me impactó cómo estaba el teatro de lleno", cuenta a RNE.

Alberto Sáez ha ganado una plaza en la Banda Sinfónica Municipal de Madrid. Le entusiasma el bullicio de la vida cultural madrileña RNE

Pero mientras Alberto llegaba, otro joven talentoso se iba. "El coste del alquiler, el desplazamiento, vivir hacinado en un piso. En el día a día no lo notas, pero al final te dices: yo allí no estaba a gusto", recuerda Darío Serrano Puente. Economista del Colegio Universitario de Estudios Financieros, ha trabajado en Madrid en las oficinas de este órgano y en el Banco de España.

"Trabajaba con gente que estando en el mismo edificio se conectaba conmigo con Skype", afirma. La pandemia abrió la puerta al teletrabajo y Darío no se lo pensó: dejó Madrid y volvió a su pueblo, Fuentepelayo, en Segovia, una belleza rural de 800 habitantes. "El hecho de ser alguien, de tener identidad. Aquí no te miden por el título, por ser mejor o peor investigador. Aquí te quieren por tu persona", cuenta, mientras va saludando a vecinos.

Darío Serrano teletrabaja en su pueblo, Fuentepelayo (Segovia) RNE

El coronavirus ha cambiado el padrón en Madrid: más salidas que entradas

Su caso no es único. El coronavirus ha coronaviruscambiado el padrón En el primer semestre de 2020, el saldo migratorio de la Comunidad de Madrid con el resto de España fue negativo. Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística, salieron más personas de las que entraron. La diferencia no fue enorme (-1.264 empadronamientos). Pero es algo que raras veces ha ocurrido en la serie estadística.

El fenómeno también parece notarse en los datos totales del padrón de 2020. Toda la población española menguó, pero Madrid fue la tercera comunidad donde más cayeron las inscripciones por detrás de Asturias (-0,7) y Castilla y León (-0,6).

¿Cambio de ciclo? El demógrafo Diego Ramiro es escéptico. "No veo que haya un desplazamiento a esas zonas rurales de forma permanente", asegura. Director del Instituto de Geografía, Economía y Demografía del CSIC, Ramiro recuerda que la concentración de población en Madrid es un fenómeno de largo aliento. "Madrid tiene un crecimiento muy fuerte ya a finales del siglo XIX. Y después de la guerra, entre los años 40 y 70, triplica su población. No es un proceso que sea de ahora mismo".

No veo que haya un desplazamiento a esas zonas rurales de forma permanente

Un fenómeno paralelo al de Londres, París o Milán, y, a su juicio, con margen para continuar en el futuro. "En Europa las grandes ciudades tienen un tamaño intermedio en comparación con las grandes del mundo, por encima de los 20 millones de habitantes". No es solo el mercado laboral, dice. La calidad de los servicios, el ocio, las relaciones sociales hacen más atractivas a las grandes urbes.

"En Madrid estaba trabajando en la hostelería y aquello era insufrible", discrepa Estefanía Almendáriz, como Darío, miembro de Jóvenes de Castilla y León, agrupación empeñada en revertir el éxodo rural. Su caso es más extremo. El pueblo de Estefanía, Castroserracín, también en Segovia, apenas acoge a 15 vecinos permanentes.

Mis amigas me decían: te vas a volver loca, te vas a aburrir. No han acertado

"Mis amigas me decían: te vas a volver loca, te vas a aburrir. No han acertado", asegura. Del agobio del metro y la falta de tiempo, al silencio y el horizonte inabarcable del campo segoviano. "Teletrabajo hasta las cinco de la tarde y salgo a pasear con mis perros a los pinares, que no conocía. Sales al pan, a la fruta, todo viene en furgonetas. Hay gente, se puede vivir", relata.

Estefanía Almendáriz forma parte de una agrupación empeñada en revertir el éxodo rural RNE

"A cuatro de mi cuadrilla les han ofrecido la posibilidad de volver y los cuatro han vuelto. Se está desasociando la idea de triunfar con irte a la ciudad", coincide Darío. Como economista entiende las ventajas de la concentración de población en Madrid tiene ventajas: el coste per cápita del sistema de salud o de la educación, por ejemplo, es menor en una gran urbe que en territorios poco poblados.

Se está desasociando la idea de triunfar con irte a la ciudad

Pero Darío cree que los inconvenientes acaban superando a las ventajas si el fenómeno se hace extremo. "Tener un territorio desvertebrado genera desigualdad y la desigualdad, genera pobreza. Y al final eso limita el crecimiento potencial de una economía", advierte.

El alto precio de vivir en Madrid

En plena campaña electoral madrileña, Darío apunta a la política fiscal como una de las causas de ese desequilibrio. "Madrid hace rebajas (de impuestos) que nos perjudican. Y que nosotros no podemos permitirnos. Me da desazón que el sistema fiscal se estructure por criterios políticos para beneficio de zonas que ya de por sí tienen menos riesgos económicos".

Entre quienes vienen y quienes se van, hay otro perfil. El de quienes dejan Madrid a su pesar, por las dificultades de vivir en ella cuando el trabajo no lo permite. "En mi piso éramos cuatro. Dos se quedaron mis sin trabajo. Otro y yo teníamos trabajo pero llegábamos justos a fin de mes", recuerda Fernando (nombre ficticio), periodista refugiado en su casa familiar de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) hasta que escampe el temporal de la crisis.

"Madrid es una ciudad que tiene casi tantas cosas buenas como malas. Muchas cosas buenas, conciertos, presentaciones de libros, están muy limitados por la pandemia", explica, desde la habitación en la que se ha criado y donde ahora teletrabaja. ¿Y cuándo acabe la pandemia? Fernando duda un instante. Pero acaba respondiendo: "Me veo todavía joven como para estar una temporada más en Madrid".