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Un sensor más delgado que un papel para monitorizar el pulso del corazón

  • Está fabricado con un plástico especial ultrasensible
  • Proporciona información al instante y de altísima precisión
  • Su misión es mejorar la monitorización de los pacientes

Vídeo en inglés con subtítulos también en inglés. Universidad de Stanford (EE. UU.)

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Un grupo de ingenieros de la Universidad de Stanford han creado unos de sensores sumamente delgados para monitorizar el pulso de la circulación sanguínea. Lo que hace diferente a este nuevo invento es su tamaño: es más delgado que una hoja de papel y puede considerarse casi como una 'segunda piel'. Además de eso es capaz de medir con mucha más precisión el pulso de los pacientes.

El invento está pensado para monitorizar los signos vitales de pacientes de alto riesgo o en situaciones complicadas que requieran unas mediciones precisas. También de bebés recién nacidos y de otros casos en los que los médicos encuentran importante conocer la información del pulso sanguíneo con toda precisión.

Lo más relevante es que al medir el pulso con este aparato no solo se calcula la frecuencia de los latidos, es decir cuántas pulsaciones hay por minuto, sino que también se obtiene una gráfica de la actividad y valores más detallados que permiten controlar o calcular el grado de  rigidez de las arterias.   

El sensor no es más que una fina capa de un material plástico especial con miles de pequeños sensores que se deforman cuando la sangre pasa junto a ellos: su comportamiento es exactamente igual que cuando colocamos el dedo para sentir la presión con la que la sangre circula por nuestro cuerpo. 

El sensor se puede pegar al cuerpo con una tirita convencional y de él salen dos cables con los valores detectados ya "interpretados". En cierto modo, son como los sensores que llevan algunos atletas para medir su rendimiento físico, pero con mucha menos parafernalia y mucha más precisión.

La clave del invento es su gran sensibilidad: con la información procedente del sensor y el software adecuado se pueden detectar cambios muy pequeños pero relevantes de cara a la evaluación médica de los pacientes, por ejemplo durante una operación quirúrgica o poco después de que una persona haya tomado una medicación.

El futuro de este tipo de sensores pasa por dos detalles, según explicaron los ingenieros de Stanford: el primero, hacer la tecnología completamente inalámbrica, algo que no debería ser demasiado complicado dado que existen componentes estándar para ellos utilizando radiofrecuencias de distintos tipos. 

El otro es afinar un método de calibración que permita calcular valores similares relativos a la circulación sanguínea, por ejemplo los valores de la presión arterial, lo que podría ser una excelente alternativa a otros métodos más invasivos o incómodos.