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Heinz Fischer, el presidente tranquilo que apuesta por el consenso

  • Su primer mandato como presidente ha sido de consenso y moderación
  • Todas las encuestas le otorgan el 80% de los votos en estas elecciones
  • En 2004 se convirtió en el primer jefe de Estado socialdemócrata en 18 años

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Consenso, moderación y riguroso perfil institucional. Esos tres han sido los atributos principales de Heinz Fischer durante su primer mandato como presidente y su principal aval para su reelección.

Fischer, a quien todas las encuestas dan cerca de un 80 por ciento de los votos en las elecciones del domingo, ha concluido su primer mandato con su prestigio intacto como persona íntegra, y cada vez más cómodo en el papel de ser la "conciencia" de Austria.

Pese a presentarse como independiente para darle contenido a sus posiciones conciliadores más allá de divisiones ideológicas, Fischer es un histórico del Partido Socialdemócrata (SPÖ), y ha tenido una larga carrera política de 40 años que le ha llevado a ser varias veces ministro y presidente del Parlamento.

De hecho, el que es el octavo presidente austríaco, se convirtió con su elección en 2004 en el primer jefe de Estado socialdemócrata en 18 años.

La escasa estridencia con la que ha ejercido su cargo encaja como un guante con las obligaciones que la Constitución le reserva al presidente: funciones de representación, conciliación y supervisión, sin entrar en el debate político, salvo en casos excepcionales.

"Heinzi" o "Hei-fi", tal como lo apoda la gente con tono afectuoso, a pesar de no ser el político más carismático, sí es el más valorado desde que ejerce su cargo presidencial.

Sus declaraciones a favor de la neutralidad, la justicia social y de un desarrollo sostenible conectan bien con la amplia mayoría de los austríacos, muy sensibles a cuestiones sociales y ecológicas.

Renunció a la residencia presidencial por su piso

Otros detalles, como que renunciase a la residencia presidencial para vivir en su piso situado en un barrio de clase media, su amor por el jazz y su afición al deporte, le han granjeado una gran simpatía como un presidente cercano a la gente.

En el plano internacional destacó su viaje a México en 2005, considerado histórico por ser el primero que llevó a un presidente austríaco a un país latinoamericano.

La visita también tuvo cierto simbolismo ya que México fue el único país del mundo que no reconoció la anexión de Austria por la Alemania nazi en marzo de 1938.

Y precisamente durante su mandato lanzó la iniciativa de que Austria debía rehabilitar a los desertores del Ejército durante el periodo nazi, y a quienes se seguía definiendo como traidores en los consejos de guerra organizados por el régimen hitleriano.

La clase política recogió el guante y en 2009 el Parlamento aprobó, con la excepción de los partidos opositores ultraderechistas BZÖ y FPÖ, una ley para rehabilitar a esos soldados y anular los procedimientos abiertos contra ellos.

Fischer nació en 1938 en el seno de una familia comprometida con la socialdemocracia, su padre Rudolf fue secretario de Estado del ministerio de Comercio.

El actual presidente comenzó su carrera política en 1962 como asistente del vicepresidente de la Cámara Alta, tras finalizar sus estudios de Derecho y Ciencias del Estado en la Universidad de Viena.

Su mentor político fue el ex canciller socialdemócrata Bruno Kreisky, a quien se atribuye una frase muy conocida en Austria y que utilizan tanto las personas que le apoyan como quienes le critican.