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El alma de las fiestas: las peñas

  • Las peñas son el alma de la fiesta y sin ellas no se conciben las fiestas | Sigue los Sanfermines en RTVE.es
  • Tienen sus locales en el corazón del casco histórico y son las encargadas de dar calor y color a la ciudad en fiestas

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Tendido de sol en la Monumental de Pamplona
Tendido de sol en la Monumental de Pamplona

Las peñas son, sin ningún lugar a dudas, el alma de las fiestas, uno de los componentes imprescindibles en los Sanfermines. Son sociedades cuyo origen es confuso, pero datan, cuanto menos, de medidados del siglo pasado; algunas tienen un fuerte componenete geográfico ( ciertos barrios o diversos lugares de Pamplona) y en otras el nexo de unión es gremial; quizá su origen fue simplemente el agrupamiento de cuadrillas de amigos...

Pero ahora ya están perfectamente consolidadas. Son 17 y, su actividad, no se limita a la semana de fiestas. A lo largo de todo el año hacen una labor, sobre todo de tipo sociocultural y gastronómico. Algunas, incluso, organizan actividades deportivas o tienen una sección deportiva. Por orden alfabético son: Alegría de Iruña; Aldapa; Los del Bronce; La Jarana; El Bullicio Pamplonés; San Juan/Donibane; Anaitasuna; Armonía Txantreana; Irrintzi; Muthiko Alaiak; Oberena; Rotxapea; San Jorge/Sanducelai; El Charco; La Ünica; 7 de Julio San Fermín y Mutilzarra.

Debieron nacer a medidados del siglo XIX en una Pamplona de 30.000 habitantes reducida a los actuales límites del casco viejo. En una sociedad que, por supuesto, no ofrecía a los jóvenes de la época las posibilidades de ocio de las que actualmente disfrutan. Así que las Ferias y las Fiestas en honor a San Fermín brindaban una oportunidad de oro, la única, quizás para dar rienda suelta a la juerga.

Como generalmente la alegría compartida es más alegre, los jóvenes pamploneses de hace siglo y medio se juntaban en cuadrillas para divertirse en la calle y para acudir a los toros. El siglo XX, tal y como dice la propia federación de peñas, ..."ha sido testigo de la transformación de aquellos grupos de amigos en peñas que actualmente son un conglomerado de cuadrillas y en cuyo variado origen encontramos afinidades políticas, religiosas, de profesión o simple vecindad".

Potentes charangas

Las peñas necesitan gente, pancarta y, por supuesto música. Si cuando surgieron su elenco musical estaba reducido a algún dulzainero, txistulari o guitarrista, con los años ha aumentado mucho el número de integrantes musicales que hoy en día forman potentes charangas cuyos trombones, trompetas y bombos se hacen dueños y señores de las calles, interpretando la música que el maestro Manuel turrillas les compuso a partir de la década de los treinta.

Día y noche estas insólitas formacioens usicales le dan color a la ciudad y a su alrededor baila todo el mundo sin distinción de raza, sexo o condición.

Las peñas marcan la organización que todo caos necesita. La mayoria tienen sus locales en la calle Jarauta, en pleno corazón del casco histórico de Pamplona. Este es otro de sus "servicios" sanfermineros: unos estupendos bares donde juntarse para la corrida, copear, comer, en algunas de ellas, y dedicarse toda la noche a beber, bailar sin parar y divertirse.

Protagonistas en la plaza

Su protagonismo es absoluto en la corrida en sol. Aquí, bajo la protección de su pancarta y vestidas cada una con su blusón distintivo, las peñas reinan sobre la plaza. Admirar a estos grupos cuando se dirigen a la corrida es todo un espectáculo. Llegan inmaculados rodeados de jolgorio portando la merienda y los cubos de sangría. Dentro de la Plaza son los dueños. Justo tras el tercer toro comienza una descomunal merienda. Muchos de los comensales en los pasillos que rodean el graderio; los más discretos de bocadillo, los más tradicionales estofado de toro, ajoarriero, lomo con pimientos o magras con tomate. Vuelta parte de la merienda por todo el graderío, y como no puede ser menos la sangría y hasta los spaghetti. Es difícil escapar sin merendar.

La gente de las peñas desde sus orígenes ha acudido a os tendidos más baratos de la plaza, los de sol, donde el calor invita especialmente a vaciar vasos, botas y pozales. Contrariamente a lo que se cree, no es cierto que sol y sombra estén enfrentados. Es verdad que tanto la Meca (Casa de Misericordia, asilo propietario de la plaza de toros) como algunos de los asiduos a sombra, a veces critican a las peñas, acusándolas de hacer muchas gansadas, no respetar el silencio durante la lidia o pasarse con el picar de turno. Pero, ni unos ni otros, podrían vivir en Sanfermines sin las peñas.

Porque ocupan buena parte de la plaza, arrastran a muchos otros, alegran hasta la tarde taurina más aburrida, aúpan a los toreros menos brillantes pero voluntariosos, dan calor, color y música a la corrida, ambientan los prolegómenos, el entreacto y el final.

Si ver entrar a las peñas en la plaza es un espectáculo, verlas salir, tras la corrida, es algo digno de inclulir en el programa oficial de las fiestas.

Durante los Sanfermines se ven y oyen en todas partes, pero singularmente en el Casco Antiguo. En sus respectivas pancartas, se ironizan situaciones políticas, sociales, locales, nacionales y alguna vez, internacionales, con cierta mordacidad. Lo dicho, las peñas son el alma de las fiestas.